Ficha n°139

GORDON, Antonia Perfecta


Cargo: Maestra y Rectora de Colegios.

Nació: Se ignora.

Murió: 18 de enero de 1824, en la Ciudad de Guatemala.

Padres: Posiblemente Don Mariano Gordon.

Resumen: En las sociabilidades de antiguo régimen, la mujer es pensada culturalmente para actuar en la esfera privada. Es un actor fundamental en la trasmisión de las representaciones tradicionales. En este cuadro el caso de la señora Antonia Perfecta Gordon nos ha parecido interesante porque su presencia, como sujeto, en la sociedad colonial fue muy alejado de este modelo de mujer sometida. Sin mucha duda, fue una de esas mujeres que no se quedaban calladas, y que aprovechaban intersticios de poder para actuar, con el fin de cambiar su propio destino y ver más allá del horizonte que veían las mujeres de su época. Su itinerario fue la de una verdadera profesional que asumió un papel importante en la educación, durante toda su vida, y supo aprovechar las oportunidades que el desarrollo intelectual del siglo XVIII ofrecía.
Hasta ahora sólo podemos reconstituir algunos fragmentos de su vida. Tenemos algunos documentos que solamente la mencionan, y muy pocos testimonios directos. Esperamos que nuevas investigaciones permitan ubicar, con precisión, su origen social y el ambiente familiar en que creció.
Los datos sobre su familia son escasos, sin embargo, el ruidoso pleito inquisitorial que produjo el caso de Rafael Gil Rodriguez ofrece algunas informaciones. Sabemos que este clérigo conocía el protestantismo y que, según el testimonio de doña María Luisa González, tenía un vínculo con la familia Gordon, de origen inglés, que tal parece que obtuvo la autorización para establecerse en Guatemala en la segunda mitad del siglo XVIII. El fundador de la familia, don Mariano Gordon, dio cursos de lectura a Rafael Gil Rodríguez. Aunque no podemos afirmar que don Mariano fuera el padre de la señora Antonia Perfecta Gordon. De la misma manera, es factible el parentesco con Manuel Antonio Gordon, hijo natural de Yanuaria Aranda, originaria de la Nueva Guatemala, y avecindado en el Corregimiento de Sacatepéquez. Este Manuel Antonio, era sargento del batallon de milicias de Guatemala y fue acusado de infidencia y condenado a ocho de años de prisión que tuvo que cumplir en el presidio de la Havana.
Lo que sabemos con certeza es que al fallecer doña Antonia Perfecta, en 1824, era la maestra encargada de la escuela de niñas pobres de la Parroquia de la Candelaria, fundada el 28 de julio de 1821, por los albaceas de la ciudadana Agustina Larraz, viuda del señor don Juan de Aysa, coronel del Ejército, gobernador intendente que fue de la provincia de Nicaragua. Los albaceas eran conocidos por su actuación en favor de la educación. Se trataba del doctor don Antonio García Redondo, deán de la Iglesia Metropolitana y del bachiller don Enrique Loma Osorio, cura propio de la parroquia de Candelaria. A la maestra de esta escuela de niñas se le asignaron 100 pesos anuales, distribuidos en 8 pesos mensuales, y pusieron la escuela bajo el patronato de la municipalidad. La casa Aycinena tenía el capital y pagaba los intereses.
En 1807, Antonia Perfecta era rectora del Colegio de la Visitación de Nuestra Señora. Este colegio se había fundado, según Domingo Juarros, el 2 de julio de 1796 en el Convento que desocuparon las religiosas de Santa Clara y se fundó porque los dos Conventos de la Orden de la Concepción y los beaterios de la ciudad no podían recoger más mujeres. En aquella fecha, 1807, Antonia Perfecta informó que se hallaban en su Colegio dos niñas menores, huérfanas, llamadas María del Rosario Engracia y Josefa Teodora. La primera fue expuesta a las puertas de la casa de don Nicolás Berdugo. Antonia Perfecta sabía que las niñas eran hermanas, hijas de padres de calidad y limpieza de sangre. Para probarlo solicitó que se interrogara al Bachiller don Esteban José Pérez, presbítero; al doctor fray Luis Escoto, de la Orden de Predicadores; y a don Juan Lázaro Rojas, vecinos de la ciudad de Guatemala. El documento menciona que Antonia Perfecta había sido la rectora, tutora y curadora de las niñas, a quienes mantuvo, desde su infancia, en el Colegio mencionado, a sus expensas, educándolas y asegurando todos los gastos.
Además de esto, algunos documentos del archivo de la curia eclesiástica revelan que la fuerte personalidad de aquella mujer suscitó, en 1801, muchos ruidos y desavenencias. En el pleito llamado « sobre el desorden con que se manejan los yntereses de la Hermandad de la Cruz del Milagro » Antonia Perfecta era la rectora del colegio que se fundó bajo el auspicio de las beatas de Nuestra Señora del Rosario, también conocido con el nombre de beaterio de Indias. Esto porque el centro era oficialmente destinado a la educación de mujeres indígenas (en oposición al beaterio de Santa Rosa De Lima reservado a « las niñas de la primera nobleza » de la Ciudad). Desde entonces, Antonia Perfecta Gordon mantuvo la enseñanza pública con toda clase de niños; y, sin duda alguna, logró juntar 200 alumnos. Sin embargo, en 1801 su actuación empezó a ser muy criticada. Según su defensor, el presbitero José Maria Eloso y Cueva, de « 4 a 6 genios discolos » redactaron un informe muy negativo y usaron la fuerza para conseguir firmas de respaldo. Este presbítero se escandalizaba de que hubieran echo firmar a los alumnos. Antonia Perfecta Gordon fue electa rectora de este colegio, por el arzobispo y el oidor Francisco de Borja Robledo. La mujer estaba entonces recomendada por dos de las personas mas influyentes de la ciudad. En su tarea la ayudaban unas 5 señoras. Ignoramos cómo terminó el pleito, y suponemos que estas desavenencias fueron las reponsables de su mudanza a la rectoría del nuevo colegio de la Visitación.
La señora Gordon había trabajado antes en el convento de Belén, donde existía una fuerte tradición de acogimiento de los niños pobres de la ciudad. Según el historiador Carlos Gonzalez Orellana, por el año de 1781, las solicitudes formuladas por el vecindario convencieron a los religiosos de la necesidad de abrir una escuela pública para mujeres, niñas y adultas. Es posible que la señora haya estado en contacto con el fraile Antonio de San José Muro.

Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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