Ficha n°51

JUARROS Y MONTÚFAR, Domingo


Cargo: Cronista, cura.

Nació: 3 de agosto de 1753 en Santiago Guatemala.

Murió: 10 de mayo de 1821 en la Ciudad de Guatemala.

Padres: Capitán don Gaspar Juarros de Velasco, nativa de Covarrubia (Burgos) y de doña Micaela Montúfar y Batres, nativa de Santiago Guatemala.

Resumen: Si la historiografía tradicional quiere recordar de Domingo Juarros su incuestionable “cultura, austeridad, talento e ilustración” no hay que olvidar tampoco las condiciones sociales que rodearon la vida de uno de los primeros historiadores de Guatemala. De hecho cuando redactó su Compendio gozaba de todas las facilidades económicas y políticas. Su hermano era arcediano del cabildo eclesiástico y le daba un acceso permanente a los archivos de la Iglesia, y hoy se sabe lo importante que esto podía ser en esa época. También su familia era reconocida en la Ciudad y sus apoyos institucionales eran múltiples. Fue su padrino doña Catarina Batres, viuda del pudiente comerciante criollo don Miguel de Uría. Fue bautizado por el canónigo don Miguel de Montúfar, pariente suyo. Su padre era un rico comerciante que celebró un matrimonio en 1733 con doña Micaela Montúfar y Batres, hija de una influyente familia de Guatemala. El padre logró ser varias veces alcalde de Santiago Guatemala.
Se ignora si el padre Juarros pasó por las clases del Seminario Tridentino. Puede ser que se haya formado en la casa con un profesor particular o en uno de los conventos de la Ciudad. Sólo sabemos con certeza que siguió los cursos del dominico Miguel Francesh en la Universidad San Carlos. Estuvo con él cursando teología durante cuatro años, y por eso mereció el título de bachiller en dicha facultad. Se recibió como subdiácono el 16 de septiembre de 1775. De esta fecha hasta 1805 no se sabe muy bien lo que hizo, aunque se puede pensar que empezó bastante joven a compilar los datos de su “Compendio”. Vivía seguramente en la casa heredada de su padre, fallecido en 1785, y gozaba entonces de los intereses de cuatro capellanías, con un total de dos mil pesos cada una. Estas se fundaron hacia 1737 por la monja de la Concepción Josefa Dorotea La Vega y Loyola, y estaban fincadas en las haciendas de Xicalapa, Sto. Toribio S. Diego, en la provincia de Suchitepequez y de Guazacapán. Además de estos 8000 pesos de capitales, gozaba de otra capellanía de 4000 pesos fundada por su tía doña Lucía González Batres y por la monja Úrsula de Montúfar; también recibía el beneficio de otras dos, una de 1000 pesos fundada por don Juan Ignacio Diez Navarro y otra de 2047 pesos fundada por el bachiller don Gregorio Retama. Por último, recibía beneficio de una capellanía de 4000 pesos fundada por doña Antonia Zuluaga y Escobedo y una de 1500 pesos fundada cerca de 1630 por don Pedro Juárez Crespo, pero para esta última se seguía un pleito y los réditos no eran pagados. Por último, usufructuaba otras dos capellanías de 4000 y 1500 pesos, fundadas por doña Antonia Zuluaga y Escobedo y por don Pedro Juárez Crespo (hacia 1630); sobre la última se seguía un pleito y los réditos no eran cancelados.

De hecho no tenía la necesidad de servir ni pedir un cargo de alma. Sabemos por otra parte que aceptó la administración de las Obras Pías del obispo Cortez y Larraz, que sumaba un capital de 78.640 pesos a principios del siglo XIX, y que le fueron asignados los fondos de la cofradía de Nuestra Señora del Socorro, es decir 3550 pesos. La primera parte de su estudio histórico salió con el título “Compendio para escribir la Historia de la Ciudad Guatemala”. En la Historia General de Guatemala, Adrian van Oss mencionaba que cuando este personaje quizo publicar el primer volumen, se tomó la molestia de obtener no menos de cinco aprobaciones y licencias, tanto civiles como eclesiásticas, en una gestión que duró casi seis años. Sin embargo, la razón de este dilatado tiempo de publicación fue sobre todo técnica y coyuntural, como lo explica la Gazeta de Guatemala : “no pudo empezarse esta impresión hasta el año de 1808 en que llegaron los nuevos moldes que tanto se dilataron por la guerra maritima” . En 1807 hipotecó la casa de su morada y lo que él decia de ella nos permite ubicarla y darnos cuenta de la fortuna que gozaba el padre Juarros : “en la calle de Santa Rosa al Potrero llamado de Corona lindante al norte con la que dijo Maria Mercedes Morales al poniente con la que fue del padre cura Salvador Porras y enfrenta al oriente con las del presbiterio Antonio Corral y Manuela Paniagua que es bien fabricada, mejorada mui grande y de mucho valor”. En 1814 el padre estaba viviendo en la casa N° 132, ubicada en frente de la azucarería de Santo Domingo, con cédula que pertenecía a María Dolores Zepeda. Vivía allí el padre con su hermana Lucía, su sobrino Antonio Juarros y Lacunza así como Joaquín Aceituno y varios empleados. Había sido albacea de su pariente María Dolores Zepeda y vivía allí para ciudarla. Su testamento, redactado en 1803 y completado en 1816 nos informa que desde el mes de febrero de 1804 había sido elegido sacristán por el Deán del cabildo eclesiástico de la capilla de Nuestra Señora del Socorro. También hizo una verdadera especialidad suya la gestión de los albaceazgos: lo fue de sus padres y lo terminó; fue también albacea de Manuel José, Juan de Dios y Gaspar, Mariano, Lucía, sus tías María Dolores, Micaela y Manuela Zepeda, del maestro Nicolás Salazar, de su sobrino Antonio de Juarros y de María Dolores y Doroeta Cisneros Nombró como albacea al regidor José Francisco Valdés y a Juan Joaquín Aceytuno. Al final de su vida, tras haber transformado la mayor parte de sus haberes en capellanías para sus parientes, decidió dar 500 pesos para dotar la enseñanza en el beaterio de Santa Rosa. Fue sepultado en las bóvedas de catedral de Guatemala.


Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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