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AFEHC : articulos : Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Puebla – Tlaxcala : Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Puebla – Tlaxcala

Ficha n° 4439

Creada: 19 febrero 2017
Editada: 19 febrero 2017
Modificada: 21 febrero 2017

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Autor de la ficha:

Norma CASTILLO PALMA

Editor de la ficha:

Eric ROULET

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Nombres nahuas en documentos de tradición indígena de Puebla – Tlaxcala

En este trabajo se hará un análisis lingüístico e histórico del origen y transmisión de los nombres nahuas de personas de la región poblano-tlaxcalteca que se encuentran en diversas fuentes indígenas, alfabéticas y pictográficas. Partimos del subgrupo de nombres que lograron preservarse como patronímicos, de acuerdo al patrón nominativo español. Algunos de ellos fueron títulos, dignidades, nombres de ocupaciones, o refieren a otras clasificaciones que revelan valoraciones implícitas de la cultura nahua. Se examinarán las preferencias nominales como muestras de filiaciones comunes, por ejemplo, vía culto o héroes compartidos. Asimismo la continuidad de estos nombres se estudiará mediante su correlación con la pertenencia a algunos grupos familiares (linajes) y su adscripción territorial.
Palabras claves :
Nombres nahuas, Clasificación de nombres, Antropónimos, Topónimos, Puebla-Tlaxcala
Autor(es):
Norma Angélica Castillo Palma y Ma. del Carmen Herrera M.
Fecha:
Diciembre de 2016
Texto íntegral:

1

Introducción

2 En la actualidad, la valoración implícita en el empleo de los nombres de origen náhuatl en el área compartida por Puebla y Tlaxcala lleva a sostenter que “los habitantes de la región distinguen de inmediato, por los apellidos, el origen de la gente”. Los nombres de los “auténticos habitantes originarios”, en el caso de Cholula, serían, Cuautle, Moyotl, Coyopol, Ocotl, Quechol que se oponen, de acuerdo con Merlo, a Tototzintle, Tlapalli, Totoltzin, Tolama1. Esta observación, que coincide con las que se han hecho para Tlaxcala, no explica a qué grupos corresponderían estos nombres, excepto el genérico de ser nombres en náhuatl, de indudable estirpe indígena. Mucho menos toca la profundidad, ni el proceso histórico que desembocó en el uso de este conjunto de apellidos entre la población de esta región, tema que nos ocupará en este trabajo.

3 Para abordar estos temas nos valdremos de documentos que utilizan tanto la gráfica indígena, como la escritura alfabética. Los padrones de tributarios y registros parroquiales de bautismos, matrimonios y entierros del corredor poblano tlaxcalteca en los siglos XVI y XVII. Tales fuentes son un tipo de documentación que está lejos de formar parte de las prácticas culturales indígenas, porque fueron resultado de las necesidades de control de la Corona. A pesar de que son géneros de formato español, elaborados para satisfacer sus propios fines, en esta documentación se exhiben formas de organización de estos pueblos nahuas.

4 En los padrones de tributarios los individuos registrados se agrupan a partir de un ordenamiento territorial. Un glifo topónimo con su glosa alfabética inicia, a manera de portada, las fojas de un número variable de barrios incluidos en las cabeceras comprendidas en la circunscripción inscrita en la Matrícula de Huexotzinco; y los potenciales tributarios de las secciones relativas a los macehuales se enlistaron por veintenas. Esto sugiere que este segmento de la población se anotó por cuadrillas de trabajo sin que quede claro cuál es la relación de este arreglo con otros sentidos del calpolli, más allá de apuntar a una corporación de trabajo. En los Padrones de Tlaxcala en cambio, el número de tributarios cambia en cada unidad, pues se trata de veintenas de casas comprendidas en un pueblo, agrupados en un tequitl, “tributo u obra de trabajo”, que a su vez se integran a un teccalli o “casa señorial”. En ambos padrones se mantiene la distinción entre los señores o pipiltin, de los macehualtin, el “común indiferenciado”, como llaman a este segmento las editoras de los Padrones de Tlaxcala. En algunos calpolli de Huexotzinco o tequitl de Tlaxcala se señalaron tanto los mandones de hombres, centecpanpixque, como los especialistas en algún oficio extractivo o artesanal.

5Es precisamente la materia de los signos plasmados en esta documentación, más que la historia de los individuos a los que remiten los nombres inscritos, el tema en el que nos detendremos en este comunicado. Quiénes eran, qué lugares ocupaban en sus respectivos barrios, cuáles fueron sus fortunas y sus jerarquías, sólo se tocará en la medida en que algo de esto haya quedado cifrado en el nombre. Nuestro objeto de análisis son los nombres propios en tanto fórmulas lingüísticas y cómo esto se transformó a partir del interés de españoles para identificarlos. Ante todo, nos interesa exponer qué resortes movían la selección del léxico empleado para designar a los hombres y mujeres que vivieron las décadas de la transición de costumbres e identidades definidas desde la llegada de los españoles.

El nombre como signo lingüístico

En una definición tan sintética como sugerente, Roman Jakobson formuló que “la significación general de un nombre propio no puede definirse sin referencia al código. En el código del inglés, Jerry significa una persona llamada Jerry. La circularidad es patente: el nombre significa cualquier persona a la que se haya atribuido este nombre.” Entre las implicaciones que se derivan de aquí surge la pregunta ¿es sólo el código lingüístico el que proporciona el significado general del nombre? y ¿qué hay del carácter individualizador de este signo? ¿cómo intervienen el resto de sistemas culturales involucrados en la práctica de dar un nombre?

6Entre los nahuas es ampliamente conocido que las creencias religiosas y su enigmática intervención en el calendario, proporcionaba el primer nombre de todo individuo. Las prescripciones del sistema de parentesco, las actividades económicas, la procedencia de los individuos, las funciones sociales y las dignidades instituidas en una sociedad son otros de los códigos involucrados en el sistema nominativo, aunque no sea claro el peso de cada uno de estos ordenamientos en tiempos prehispánicos.

7Los usuarios del náhuatl, como en cualquier otra lengua, seleccionan un subconjunto léxico para nombrar a los miembros de su comunidad, sea porque son recién nacidos, o porque cambia su condición social en aquellas circunstancias en las que se impone marcar la nueva identidad con otro apelativo. Pero no se trata de una clase cerrada de palabras, pues la apertura a la creación de nuevos nombres siempre es posible a través de la composición de palabras o de frases únicas, ajustándose a la estructura admitida por el grupo social.

8El sistema de denominación entre los nahuas del centro de México dejó huellas, pero como su silenciamiento fue muy temprano, sólo se tienen indicios en crónicas y en la documentación que aquí analizamos de cuáles eran las estructuras nominativas en tiempos prehispánicos. La imposición del santoral cristiano fue una de las primeras medidas instrumentadas, pues la convicción compartida del lugar devocional del nombre les permitió a los misioneros identificar de inmediato que entre los nahuas también era un índice cotidiano de prácticas religiosas, por lo que se buscó erradicar.

9 Esta actitud permite ver que los nombres constituyen un sistema general de clasificación cultural, aunque es su límite, porque más allá no se necesita ninguna clasificación; son, de acuerdo con la fórmula de Lévi-Strauss, quanta de significación2. En este caso, la significación se presenta como un proceso distinto al vínculo de la palabra con su denotación, al incluirla en las operaciones clasificatorias propias de cada grupo. El nombre personal es visto como un término a la vez elemental y extremo, en el límite del lenguaje, al expresar la pertenencia a una clase, al tiempo que bordea el acto de señalar. El nombre sustenta la última clase posible, la de los individuos. El acto de nombrar no es simplemente afirmar la relación entre una palabra y un individuo, sino la puesta en juego de un sistema general de clasificación definido y conformado dentro de cada cultura. Lévi-Strauss llega a afirmar que nunca se nombra, sólo se clasifica o a quien otorga el nombre, o a quien lo recibe.

10No todos los subsistemas nominativos tienen una fuerza clasificatoria tan clara, pero sin duda el fundamento del primer nombre que recibía un recién nacido nahua tenía tal cualidad, ya que es inequívoco el orden del tiempo y las influencias que introduce la cuenta de los días, el tonalpohualli, un ordenamiento inequívoco al que se ajustaban todos los seres, fueran divinidades o plantas.

Investigaciones en otros pueblos mesoamericanos y andinos.

11Las investigaciones sobre los nombres personales en la población indígena colonial y en la contemporánea tienen su origen en la investigación de Ralph Roys sobre los nombres personales en la población maya yucateca3. En particular, las investigaciones sobre la supervivencia de los antropónimos de lenguas nativas en la onomástica de la población indígena colonial han fundado sus observaciones en los documentos parroquiales. Este es el caso de John V. Baroco, quien analizó los nombre calendáricos entre los mayas de Chiapas4. El autor analizó los nombre contenidos en los registros parroquiales resguardados en el archivo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas en Chiapas. Se hallaron ahí Libros de bautizos y matrimonios de 1557 a 1584. Desafortunadamente, el autor no pudo identificar la comunidad que utilizó estos nombres, aunque considera que se trata de algún pueblo de Comitán cercano al convento de Copanaguastla. En su estudio Baroco da cuenta de la estructura de los nombres calendáricos y algunos rasgos de filiación.

12 Al igual que Sahagún para el centro de México, Diego de Landa consignó la práctica de llevar al recién nacido con un adivinador para hacer su horóscopo general y para recibir el nombre calendárico que se usaba sólo en la niñez. Baroco encuentra de manera muy amplia el uso de los nombres calendáricos asociados a un nombre cristiano por ejemplo: Catalina Xuluch Volom, Xuluch corresponde al numeral 11 y Volom al signo ‘jaguar’. De esta manera, la mujer se llamaría, Catalina Once Jaguar.

13Pedro Carrasco al analizar los nombres personales en la Guatemala antigua5, encuentra la misma simbiosis de nombres cristianos y los antiguos antropónimos en lengua nativa asociados y utilizados como apellidos. No obstante, Carrasco señala que no existían reglas fijas para su transmisión por lo que, si bien estos nombres pasaron a constituir nombres de familias, el sistema nominativo estaba en construcción. Ahora bien, hay que señalar que en el caso español su propio sistema de transmisión de nombres tampoco tenía aún reglas tan fijas como ya sucedía en otras partes de Europa.

14El autor analiza los nombres utilizados por quichés y cakchiqueles en el siglo XVI, entre los que destacan los referentes a cargos o títulos los cuales podían designar una posición política antigua. Asimismo, Carrasco encuentra de manera frecuente los nombres de oficio o de los instrumentos ligados a éste.

15Por su parte, Fernando Horcasitas6, realizó un análisis de los nombres nahuas con fuentes disímiles, incluido el trabajo de campo. Otra de sus aportaciones consiste en identificar la sucesión de nombres a lo largo de la vida de cada individuo a partir de fuentes antiguas. Su trabajo incluye una bitácora de nombres de pueblos nahuas del centro de México (Puebla, Morelos, Tlaxcala), los cuales contrastó con el Diccionario de nombres nahuas de García Granados.

16En otras latitudes, Ximena Medinacelli emprendió el análisis de los nombres aymarás a partir de las visitas o Revisitas para empadronamiento con el fin de elaborar matrículas y realizó un cruce con los registros parroquiales de Sakaka en Bolivia7. La autora logra correlacionar el nombre de los individuos con el de sus ayllus (equivalentes de tlaxillacalli o calpulli), al igual que su relación con el nombre de su kuraca o señor.

Las fuentes

17Para este trabajo se han utilizado los nombres nahuas que se registraron en diversas fuentes de la región de Puebla-Tlaxcala. Entre ellas sobresalen los listados en la Matrícula de Huexotzinco de 1560, los incluidos en los Padrones de Tlaxcala del siglo XVI, los contenidos en los protocolos de Notarías de Cholula de 1590-1600, los nombres de los señores de la cabeceras de Cholula de 1552-55, y los de los miembros del Cabildo indio de los siglos XVI-XVIII, los capturados de los archivos parroquiales de San Andrés Cholula, del siglo XVII y los de la Parroquia de San Pedro Cholula de 1650-1790, así como los de los padrones del curato de San Pedro, en lo referente a sus barrios indios y pueblos sujetos de 1786.

18 Las fuentes antes descritas, si bien pertenecen a géneros documentales y propósitos distintos, comparten el hecho de que contienen los nombres de los individuos que se registran en ellos. Las matrículas de tributarios inscriben detalladamente el nombre completo, nombre de pila y nombre nahua, y la adscripción territorial de cada uno de los individuos enlistados con el fin de identificarlos para el momento de realizar los cobros. De la misma forma, los padrones son una fuente que contiene nombres y domicilios. En muchos casos estos padrones eran la materia prima para la elaboración de las matrículas.

19 En el caso de los registros parroquiales, en las partidas de bautizos, matrimonios y entierros se inscriben los nombres completos de los adultos y su dirección o barrio. Para los frailes o párrocos los apelativos nahuas funcionaban como nombres de familia, es decir se constituían en un identificador más. De esta forma hemos podido realizar una comparación para seleccionar los que se encuentran en estas fuentes y que resultan representativos de los que sobrevivieron desde la llegada de los españoles hasta los albores del siglo XIX.

20 El proceso de evangelización convirtió la cuestión de cómo nombrar a los individuos en la sociedad indígena en un tema nodal, pues revelaba el mantenimiento de prácticas de idolatría. El bautizo significaba la conversión del infiel al pasar por el tamiz de la limpieza obtenida gracias a la santificación con un nombre de pila bautismal en la que algún santo sería la nueva entidad protectora del recién convertido. Los nombres del santoral católico se convirtieron en la marca de la cristianización. Así nos encontramos con la regulación sobre la adscripción de nombres y el uso de insignias que pudieran exhibir la creencia en las antiguas deidades, no siempre tan evidente si éstas eran nombradas mediante los tonaltoca o nombres calendáricos, entre otros. Esta práctica podemos observarla mediante la siguiente ordenanza:

21 …que los dichos naturales no pongan a sus hijos nombres, divisas ni señales en los vestidos ni cabezas, por donde se representen que los ofrecen y encomiendan a los demonios, so pena que sean presos, y luego sean dados cien azotes, y les sean quitadas las dichas insignias y divisas8.

22Podemos deducir que la conservación de nombres calendáricos estuvo condicionada a la vigilancia de los frailes, la adopción de la nueva fe, así como a la fuerza de las prácticas identitarias.

Similitudes y diferencias de las fuentes.

23En el padrón de Huexotzinco, en la documentación de Cholula, así como en la de Tlaxcala, la forma de designación se equipara con la fórmula europea de un doble identificador: nombre de pila y nombre de familia. La gráfica indígena de la Matrícula de Huexotzinco nos proporciona solamente la figura del nombre nahua a través de glifos antropónimos. La gran mayoría de éstos se vinculan a un personaje representado por una cabeza a través de un lazo gráfico que va de los labios al emblema del nombre. En otros documentos esta línea puede ir de alguna parte de lo alto de la cabeza a la insignia del nombre, asociando gráficamente el asiento del tonalli con la designación.

24 Por el contrario, todos los apelativos registrados en las fuentes judiciales y parroquiales de Cholula se anotaron sólo en alfabeto latino. Por su parte, los nombres registrados en la nobleza Cholulteca del siglo XVI, así como los de las partidas sacramentales tendieron a inscribirse con variantes en su escritura. Su calidad dependió del manejo de la lengua náhuatl del escribano que llevaba el registro.

25 Es por ello, que en la medida en que la elaboración de los protocolos de Notarías de Cholula era realizada por escribanos castellanos, las variaciones en la escritura y la corrupción de las palabras es importante. No obstante, en términos de la estructura del nombre, todas estas fuentes comparten la fórmula española del doble identificador, nombre de pila y mantenimiento de un nombre náhuatl como segundo distintivo.

La estructura de los nombres

26La forma como está registrado el nombre por escrito depende en buena medida del género del documento.

27En las sociedades modernas el deseo de precisar la identificación de los individuos es una necesidad creciente cuando la homonimia puede causar conflictos. Por el contrario, en comunidades donde la población se reconoce, la necesidad de un identificador es suficiente, como es el caso de los mandones o centecpanpixque quienes conocían a la veintena de trabajadores bajo su cuidado. Así, los nombres inscritos en la matrícula son resultado de una “prueba oral, basada en el testimonio de hombres probos”. Sin embargo, fue necesario pasar de la referencia oral al testimonio escrito para darle una nueva dimensión, más adelante jurídica, a través de una promesa de fijación por medio de la escritura. A partir de entonces se hizo indispensable fijar el nombre a cada individuo con el fin de identificarlo.

28Cuadro N° 1. Estructura del nombre 1

29
- Padrones de Tlaxcala Matrícula de Huexotzinco
forma del nombre nombre cristiano + nombre náhuatl (+ condición u oficio) nombre cristiano + nombre náhuatl (+ condición u oficio)
Ejemplo Antonio Nauyotl Petlachiuhqui Andrés Oçoma, tlaxinqui

30Esta fórmula contrasta con lo que sucede con los pipiltin de Calpan en 15809. En ese momento se recuerdan ante todo los títulos y sólo algunos de ellos van acompañados del nombre individualizador. El título más frecuente en la Confirmación de elecciones en Calpan (BnF, núm.73) es Chichimecateuctli, ya que de los 141 nobles inscritos en ese documento, 23 se registraron bajo esa denominación. Véase en el siguiente cuadro cómo difiere la fórmula en Cholula:

31Cuadro N° 2. Estructura del nombre 2

32
- Confirmación de Elecciones de Calpan Ordenanzas y Capítulos
forma del nombre en los padrones nombre cristiano + título + nombre náhuatl t. de tratamiento + nombre cristiano + nombre de familia castellano + título nahua
Ejemplo Simón Chichimecatecuhtli Xayatzin Don Diego de Paredes Tecpanecatl

33En las Confirmaciones de las elecciones de Calpan hay 130 pipiltin o nobles que tienen asociada una glosa con su nombre y título, ambos no se expresan glíficamente, sin embargo, casi todos ellos están identificados con su antiguo título y su antropónimo de manera alfabética. El título es reconocible porque va calificado por la dignidad Teuctli, “señor”, el único elemento que sí se marca con los cánones de la tradición indígena al ir cada una de las cabezas rematada con su diadema azul o xiuhuitzolli propia de los hombres principales, como el ejemplo del Cuadro número 2, o uno de los señores del barrio de Ayapanco, con su título de Chichimecateuctli y un segundo identificador, su antropónimo Totomihuatzin.

Taxonomía de los nombres nahuas

34

Apelativos nahuas

35 Sabemos que entre los nahuas del centro de México la sociedad indígena se usaban varios nombres a lo largo de la vida. El itonaltoca, conocido en español como nombre calendárico, es el nombre otorgado desde la cuenta de los destinos, o tonalpohualli. De acuerdo con el relato de Sahagún, el tonalli del ser humano, su alma-destino, se colocaba o introducía en el cuerpo del niño por medio del baño ritual. De acuerdo con López Austin, “Los destinos eran las fuerzas divinas que el Sol irradiaba cada día… se introducía en la criatura por medio del rito y se convertía en parte de su ser anímico9”. Este autor interpreta que la idea de introducción del tonalli al cuerpo se deriva de que los padres tenían la posibilidad de escoger el mejor destino que pudieran dentro del ciclo de 13 días en el que había nacido. Por la identidad entre el tonalli, o alma del niño y su nombre, el tonaltoca debía permanecer oculto para que nadie dañara su tonalli a través de conjuros o hechizos. Quizás esta prescripción tuvo algunas excepciones, porque en las fuentes estudiadas se encuentran nombres calendáricos, un número limitado de ellos, pero esto revela que quizás hubo distintas estrategias de uso de estos apelativos.

36 Otro tipo de nombre era el tlalticpactoca, que a la letra significa “nombre de la tierra o mundano”, al que se refiere Sahagún cuando narra que:

37Acabadas todas estas ceremonias [del bautismo], ponen nombre al niño, de alguno de sus antepasados, para que levante la fortuna y suerte de aquel cuyo nombre le dan. Este nombre le pone la partera o sacerdotisa que le baptizo10.

38 La versión en náhuatl de este fragmento dice: quimacah in ītlālticpactōcâ in ahzo īcōltzin quitōcāmāmāz le dan su nombre mundano, quien quizás cargará el nombre de su abuelo”. Con esto se deja claro que la regla de transmisión del tlalticpactoca vinculaba al nuevo miembro con la familia, pero no se indica si el antepasado del que4dd2ca">10.

38 La versión en náhuatl de este fragmento dice: quimacah in ītlālticpactōcâ in ahzo īcōltzin quitōcāmāmāz le dan su nombre mundano, quien quizás cargará el nombre de su abueloâ€