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AFEHC : diccionario : RIVAS SALVATIERRA, Domingo : RIVAS SALVATIERRA, Domingo

Ficha n° 4153

Creada: 13 diciembre 2015
Editada: 11 enero 2016
Modificada: 13 enero 2016

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Autor de la ficha:

Esteban SANCHEZ SOLANO

Editor de la ficha:

Rodolfo HERNANDEZ MENDEZ

Información:

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

RIVAS SALVATIERRA, Domingo

Un actor clave del conflicto Iglesia-Estado en la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XIX que tenía como punto de encuentro y disputa el liberalismo en tanto fundamento ideológico de los proyectos republicanos en América Latina.
Palabras claves :
Domingo Rivas, Vicario, Clero diocesano, Deán, Diócesis de San José
Cargo o principal ocupación:
Deán del Cabildo de la Diócesis de San José (1862-1900); Vicario capitular (1871-1876)
Nació:
El ocho de febrero de 1836
Murió:
El 25 de abril de 1900
Padres:

1Prudencio Rivas Ramires y Josefa Salvatierra Padilla

Resumen:

1Domingo Rivas Salvatierra, nacido en El Carmen (San José), fue una de las figuras protagónicas de la jerarquía eclesiástica en Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XIX. Se le ha considerado como el actor principal del ala conservadora de la Iglesia católica en Costa Rica durante ese periodo. Aunque la categorización conservador-liberal respecto al clero no es tan precisa en el caso de Costa Rica, lo que se puede afirmar es que su defensa de la Iglesia católica siempre generó conflictos con el Estado en cuanto a la capacidad de definir los núcleos conceptuales que sostenían la pretensión de construir la comunidad política. Allí sí se puede ver a Rivas Salvatierra como un agente incómodo para el Estado en ese periodo.

2Su formación eclesiástica la obtuvo en la Universidad de Santo Tomás y posteriormente en Nicaragua (se ordenó en ese país en 1859). Luego tuvo la oportunidad de acercarse al Obispo Anselmo Llorente y Lafuente quien finalmente lo nombró Deán del Cabildo en 1862, a la edad de 26 años. A partir de allí, su ascenso en la jerarquía eclesiástica se fue dando paulatinamente, producto de su defensa acérrima de la Iglesia católica apoyado con su amplia formación teológica. Por esta formación, fue nombrado rector de la Universidad de Santo Tomás en 1869 (estuvo en el cargo por un año).

3No obstante, su carácter iracundo le provocó conflictos incesantemente con actores claves del mundo de la política en Costa Rica. Tras la muerte de Anselmo Llorente en 1871, asumió que era el candidato idóneo para suceder a su mentor, sin embargo, el ascenso del liberalismo en Costa Rica había provocado que la escogencia del Obispo fuese un asunto político de gran envergadura (que estaba contemplado, valga aclarar, en el Concordato la necesidad del acuerdo entre el poder político y el eclesiástico para dicho nombramiento, con el aval de la Santa Sede).

4Aquí inició su lucha constante en las siguientes dos décadas con otra de las figuras de peso dentro del clero costarricense: Francisco Calvo. Este último, además, había fundado la primera logia masónica conocida en Costa Rica en 1865. Esto hizo que Rivas Salvatierra estuviese siempre en los primeros planos de la conflictividad Iglesia-Estado y a lo interno de la Iglesia católica. Su nombramiento como Vicario capitular tras el deceso de Llorente y Lafuente (mantuvo ese nombramiento hasta 1876), le dio un impulso a su carrera eclesiástica y a la vez comenzó a generar un capital económico que lo sostuvo hasta su muerte. Esto último fue posible por el salario significativo que tenían los miembros del Cabildo, además de ser el presidente de la junta de edificación de la Catedral de San José desde 1871, donde se involucró con diversos sectores económicos pujantes de la capital.

5Con estos atestados, Domingo Rivas no pasó desapercibido en la política costarricense. Mientras fue Vicario capitular durante la vacante episcopal, tuvo el conflicto con Francisco Calvo conocido como la “cuestión confirma” (1873-1876) a partir del cuestionamiento que Calvo le hizo para poder ejercer el sacramento de la confirmación. Asimismo, chocó constantemente con el personaje de mayor peso en la política costarricense durante la década de 1870: Tomás Guardia Gutiérrez. Incluso éste lo exilió en 1880 a Nicaragua y pudo regresar hasta 1882. Al mismo tiempo, su periodo como Vicario capitular coincidió con un reordenamiento institucional paulatino pero evidente de la estructura eclesiástica, algo que profundizó el Obispo Bernardo Augusto Thiel (la cual fue mucho más profunda que la de Rivas, por el tipo de recorrido personal que tuvo el primero).

6Un aspecto particular de Domingo Rivas fue su disputa continua con la masonería. Su postura radical de defensa de la Iglesia católica (su posición de Deán del Cabildo le permitió usar el espacio público para ello) provocó que atacara cualquier tipo de manifestación social, política o de otra índole que perjudicara los intereses de la institución eclesiástica. Pero a la vez, defendía su propia posición dentro de la sociedad costarricense como un “defensor” de la moral pública, la cual asimilaba a la católica. Al ser la masonería una asociación que quedaba fuera del control episcopal, sus miembros, vinculados muchos de ellos al ámbito político costarricense, generaban una distancia ideológica que era precisamente uno de los temores dentro de la Iglesia católica.

7Por ello, cuando hubo miembros del clero que se vincularon a ésta asociación (siendo Francisco Calvo el principal por su liderazgo tanto en las logias como entre los sacerdotes), Rivas sintió una amenaza directa a sus ambiciones personales. A partir de allí, su ataque no cesó. Aunque Tomás Guardia tuvo un paso efímero por la masonería, se vinculó a varios de sus miembros en términos políticos (que era su interés real). Esos lazos se pudieron concretar por la presencia de Francisco Calvo allí. Debido a esto, el Deán Rivas observó una oportunidad de ascenso político a partir de su ataque directo hacia esta “sociedad de ideas” y sus miembros. Toda la década de 1870 tuvo esa dinámica respecto a la masonería y Domingo Rivas fue uno de los artífices de ese contexto. Cuando fue exiliado por Tomás Guardia cesó un poco su ataque, pero al regresar al país, su postura sobre la masonería continuó, aunque ya tenía la presencia del Obispo Thiel que le daba otro matiz a su posición dentro de la jerarquía eclesiástica.

8En efecto, tras su regreso al país en 1882 siempre mantuvo un alto perfil dentro del clero (en tanto su posición de Deán del Cabildo), pero también dentro de la política. Trató de ganar adeptos para ser considerado como Obispo tras el exilio de Bernardo Augusto Thiel (1884-1886), lo cual finalmente no fructificó. Incluso era poco realista de su parte esa actitud ante la animadversión que le tenía una parte significativa de la elite política del momento. También fue miembro activo del Partido Unión Católica (1889-1894) y continuó sus disputas con el Estado en tanto el papel subordinado que el liberalismo ya asentado en la década de 1880 quiso imponer a la jerarquía eclesiástica. Por eso, existe una cantidad significativa de escritos y publicaciones (en periódicos, hojas sueltas u otro tipo de formato) que es necesario sistematizar para reconstruir su pensamiento (o al menos el marco de ideas que desarrolló). Murió en San José en 1900 a la edad de 64 años.

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