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AFEHC : diccionario : SOTO Isidoro : SOTO Isidoro

Ficha n° 3895

Creada: 17 febrero 2015
Editada: 17 febrero 2015
Modificada: 20 septiembre 2016

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Editor de la ficha:

Jorge H GONZALEZ ALZATE

Información:

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

SOTO Isidoro

Acercamiento a la vida de un maestro de farmacia que participó al fomento de la Ilustración en el Reino de Guatemala.
Palabras claves :
Farmacia, Cirugía, Ilustración
Cargo o principal ocupación:
Maestro en farmacia
Casó:

1Doña Gertrudis Montiel y Alegría, hija de Pedro Montiel y Rafaela Alegría.

Nació:
Hacia 1755 en Santiago de Guatemala.
Murió:
El 19 de mayo de 1820 en la Ciudad de Guatemala
Padres:

1Hijo expósito (se ignora la filiación)

Resumen:

1 Aunque olvidado por los historiadores del siglo de las Luces, Isidoro Soto fue seguramente un hombre de su tiempo con una rica personalidad y una amplia visión del mundo. Fue un boticario y médico bastante conocido en la ciudad de Nueva Guatemala, aunque las circunstancias de su nacimiento, expuesto a las puertas de la casa del canónigo peninsular Antonio Marcos de Soto, muy poco ayudaron en su empeño por salir adelante y hacer carrera en un campo médico de todos modos bastante mal considerado a pesar de los esfuerzos de los sectores Ilustrados y los reformadores borbónicos dirigidos a cambiar la mentalidad colonial con respecto a dicho campo. De hecho, volver sobre su vida nos brinda la oportunidad de destacar las dificultades que la regulación y el control sobre el ejercicio de la medicina y la cirugía afrontaron en la Audiencia de Guatemala durante los últimos años del período colonial.

El joven Soto hizo su pasantía con el boticario José Esteban Pérez, aprendiendo este oficio como lo hubiera hecho cualquier artesano, siguiendo de cerca los consejos de su maestro. Cuando se examinó no existía aun un tribunal del Protomedicato por lo que fue necesario comisionar a un doctor en medicina que convocó la junta acostumbrada. En 1780 se le denegó el examen por no tener la edad requerida de 25 años, lo que permite hacerse una idea de su fecha de nacimiento. Dos años después (1782) hizo su examen con los dos únicos médicos que habían (Molina y Flores ) y el boticario Barbales, por enfermedad de Esquivel. Después de su graduación de maestro en farmacia, Soto abrió una botica en la nueva ciudad de Guatemala, a la sazón en construcción después del traslado decidido en 1775 tras los terremotos de 1773. En 1783, cuando el Rey pidió por real cédula un estado de los árboles útiles y medicinales, Soto al parecer no se consideró suficientemente competente para cumplir con dicho encargo y sólo el fraile recoleto Mariano José de Herrarte contestó favorablemente y redactó un informe.

2La experiencia de Soto en el campo de la farmaceutica era en ese entonces bastante típica, pero la actitud de Soto, junto con la de su colega Mariano Larrave, fue bastante original. La farmacia, sin duda, lo condenaba a una existencia demasiado estrecha. Junto con su amigo, Soto se dió cuenta que la ciudad padecía de una grave falta de médicos por lo que aspiró a convertirse en practicante de la medicina. El estado precario de dicha carrera y la inexistencia de estudios formales de cirugía en Guatemala favorecían dicha pretensión. Su mentor fue sin duda el Dr. Flores quien, en 1794, los invitó a seguir un curso de anatomía y fisiología, acompañado del Dr. Francisco Ordoñez y del licenciado en cirugía Jose Caceros. De la misma manera, en esa época, Soto y Larrave colaboraron en las ponencias sobre anatomía del catedrático Josef Córdoba y las de cirugía del Dr. Narciso Esparragosa .

3Según el fiscal de la Audiencia, había dos problemas: “como cirujanos latinos debían presentar constancia de artes” y “la incompatibilidad que un mismo sujeto ejerciese de boticario y cirujano a la vez”. Aunque esto no aparece en el expediente, el oficio de boticario tenía mala fama entre las élites coloniales, debido a que una alta proporción de ellos habían estado tradicionalmente en manos de los pardos. La ilegitimidad de nacimiento de Soto no ayudaba en ese sentido. Ahora bien, el Dr. Flores, cuya adhesión al espíritu general de la Ilustración no está en duda, logró convencer a los dos jóvenes a que asistieran a sus clases con el fin de recibir los conocimientos básicos de anatomía y cirugía: “(…) Luego que concluí las piezas de anatomía con el fin de formar médicos, y particularmente cirujanos, de que había una total falta en la capital, entre los jóvenes que se presentaron a oír mis lecciones fue don Isidoro Soto el que, sin embargo de ser boticario examinado, quiso dedicarse a la anatomía, tomándola desde sus elementos.(…)”. En este informe, redactado en 1796, destinado al presidente de la Audiencia, Flores subrayaba la motivación y asiduidad de estos dos jóvenes que habían hecho, además de los cursos, dos años de práctica en el Hospital General junto con el cirujano mayor. Sobre todo Flores consideraba que la falta de estudios en artes no representaba un problema: “Isidoro Soto no ha oído artes, pero puedo asegurar, sin que me quede duda, que más ha aprovechado para la cirugía en más de 4 años que ha asistido a la cátedra que regento, que oyendo el estudio estéril de la vulgar filosofía”. El fiscal de la Audiencia compartió los argumentos de Flores, afirmando que la necesidad social era más importante que la ley : “(...) la necesidad pública es mayor que la ley y por la escasez de cirujanos el protomédico puede admitir el examen, pues ningún reparo es mayor que la falta”.

4En una investigación realizada en 1799 por el Protomédicato sobre los seis boticarios acreditados en el Reino de Guatemala se demostró que la mayoría de los boticarios no vestían adecuadamente en los actos públicos. Solamente don Isidoro Soto y Francisco Ramírez poseían vestimentas adecuadas. Los otros portaban ropa común y vestuario de tercero descubierto.

5Mientras se consolidaba su vocación hacia la práctica de la medicina, Soto se acercó al grupo organizado por el oidor Jacobo de Villaurrutia dedicado a difundir las Luces en el Reino de Guatemala (era socio de la Sociedad de los Amigos del País en 1799). En ese contexto fue un hombre de su tiempo porqué entendió muy bien el mensaje del enciclopedismo francés que preconizaba la divulgación del saber al pueblo por lo que se puso a redactar y dejar huellas en el papel de sus experiencias científicas. Lógicamente fue alumno del gabinete de historia natural fundado por el botanista José Mariano Mociño junto con su amigo Mariano Solagaistoa. El historiador J. Luis Maldonado Polo nos dice también que Soto ocupó el cargo de diputado de la escuela de dibujo e hizo la donación de ocho estampas de anatomía para que pudieran servir de modelo a los alumnos.

6En una fecha que ignoramos, Isidoro Soto se casó con doña Gertrudis Montiel y Alegría. Otorgó poder para testar a su esposa y a don José Modesto Santacruz el 12 de Mayo de 1820. Por su mujer estaba entonces emparentado con el bachiller don José Cleto Montiel y Alegría fallecido en 1815 en Momostenango. Ambos, al parecer, mantenían relaciones estrechas por que Montiel le comunicó a su esposa que deseaba, en caso de fallecer, confiar a Soto la administración de sus bienes, encargo que se cumplió porque en 1816 Soto vendió una esclava llamada Bartola que pertenecía a la testamentaria de Montiel. En 1820, la casa de Soto fue vendida al presbítero Mariano Navarrete.

7Durante la epidemia de sarampión que afectó a la Ciudad de Guatemala en 1803, Isidoro Soto se desempeñó como cirujano en los barrios de la Habana y Capuchinas, barrios que estaban bajo la responsabilidad de don José María Peinado y don Pedro Juan de Lara. También repartió de limosna las medicinas que se dieron a los enfermos. Lo encontramos después cumpliendo una comisión del presidente de la Audiencia de Guatemala preocupado por el hecho de que tres cajones de especimenes naturales acondicionados por el naturalista don José Longinos Martinez para remitir a España se habían quedado mucho tiempo en la ciudad de Guatemala sin enviarse. Soto, quien según el presidente “tiene alguna inteligencia de historia natural”, los halló con bastante deterioro y fue preciso separar algunas especies enteramente perdidas. Redujo los restantes a dos cajones para que pudieran ser transportados a hombros e insistió en que el envío se debía hacer sin más demora. El informe de Soto decía, por ejemplo, que la humedad había destruído 13 de los 14 cuadrúpedos del país. En esa época Soto buscaba en Madrid un reconocimiento oficial de su labor para lo cual pagaba los servicios del agente de negocios Francisco Gómez Cos. En realidad la legislación colonial no permitía el ejercicio de ambas profesiones al mismo tiempo por lo que la diligencia judicial estuvo perdida de antemano.

8 En 1805 la Gazeta de Guatemala publicó un artículo suyo en el que comentaba acerca de la introducción y propagación en Guatemala de la Yerva de Guinea. Se refirió a la difusión de dicha yerba desde Africa hasta las islas caribeñas de donde la trajeron Alejandro Ramírez y Juan José Sosa.

9 Cuando el arzobispo Casaus y Torres asumió la dirección de la Sociedad de los Amigos del País de Guatemala, Isidoro Soto fue comisionado para que investigara y recolectara datos sobre las gomas. En el periódico de dicha sociedad, publicado en 1815, la participación de Soto fue regular y muy apreciada por los editores. Soto publicó varias reflexiones científicas que demuestran conocimientos en química y en ciencias naturales. Es obvio, leyendo sus informes, que el hombre había leído ciertos tratados de química y había hecho sus propias observaciones, intentando reproducir en el laboratorio los fenómenos observados en la naturaleza. Afirmaba que la goma es muy soluble en el agua y forma con ella un cuerpo más o menos pagajoso y fuerte que de ningún modo se disuelve en el alcohol. Soto consideraba que la goma del “país”, o sea de Guatemala, podía servir como la goma arábiga conocida por Linneo y abundante en Egipto, teniendo sobre esta la ventaja de ser más barata.

10Cuando Soto redactó su testamento ante el notario José Francisco Gavarrete estaba enfermo en cama. Pidió entonces que su cuerpo sea amortajado en el habito de San Francisco y que sea sepultado en la Iglesia del colegio de Cristo y que su entierro se haga pobremente. Declaraba tener dos hijas: Maria Asumpción y Trinidad Soto siendo ellas las herederas del remanente de sus bienes.

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