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AFEHC : diccionario : HIDALGO, José Domingo : HIDALGO, José Domingo

Ficha n° 3685

Creada: 02 marzo 2014
Editada: 02 marzo 2014
Modificada: 18 enero 2016

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Autor de la ficha:

Jorge H GONZALEZ ALZATE

Editor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Información:

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

HIDALGO, José Domingo

Bosquejo biográfico de la vida del polifacético autodidacta José Domingo Hidalgo Franco, alias “el genio” o “el fino”.
Palabras claves :
Ingeniero, Escribano, Juez de tierras
Cargo o principal ocupación:
Juez subdelegado de tierras, escribano, abogado, médico, arquitecto e ingeniero empírico.
Casó:

1María Dolores Estrada, Josefa Catalina Gutiérrez Marroquín y María Ignacia López.

Nació:
en 1760 en Santiago de Guatemala.
Murió:
hacia 1817 en Quetzaltenango.
Padres:

1Manuel Hidalgo y Manuela Valeriana Franco

Resumen:

1Ubicada cerca de una falla geológica, Guatemala ha sido—y sigue siendo— adversamente afectada por recurrentes movimientos sísmicos. En la época colonial, sin duda, el más dañino de tales desastres fue la serie de terremotos, acaecidos en julio, septiembre y diciembre de 1773, que acabaron por arruinar a Santiago de Guatemala (La Antigua Guatemala), la metrópolis más importante del Reino de Guatemala en ese entonces. La devastación fue tan extensa que las jerarquías políticas y sociales de la ciudad decidieron solicitar al rey Carlos II licencia para edificar una nueva capital en el Valle de la Ermita, lugar donde hoy en día se asienta la Ciudad de Guatemala. Junto con la cédula real en que se daba aprobación a dicho proyecto, llegó la orden para que toda la vecindad e instituciones de gobierno civil y eclesiástico iniciaran su traslado al nuevo asentamiento. Entre los primeros en acatar la voluntad del rey estaban los miembros de la burocracia colonial y las principales familias criollas y españolas de la ciudad. No obstante, respaldada por el arzobispo Pedro Cortés y Larraz, parte de la población criolla, ladina e indígena rehusó trasladarse pues albergaban la esperanza que la corona rescindiría la orden y a la vez apoyaría la reedificación de la ilustre capital. Pero dicho anhelo nunca se materializó, ya que la corona se mantuvo firme en su decisión. Con todo, pese a las repetidas instancias reales, una corta porción de los vecinos permaneció en la arruinada ciudad, mientras que muchos otros, apremiados por la necesidad de proveer el sustento a sus familias, decidió probar suerte en otras provincias del reino. El resultado fue un flujo migratorio sin precedente en la época colonial. Entre las regiones más afectadas por tal éxodo demográfico fue la región de occidente, especialmente el distrito de Quetzaltenango, a la sazón el principal centro comercial del altiplano occidental.

2El caso de José Domingo Hidalgo Franco, intelectual y científico autodidacta, arroja luz sobre las experiencias de los damnificados de tan histórico desastre, en particular las de los emigrantes que eventualmente se asentaron en la región de occidente.

3Miembro de una modesta familia criolla de Santiago de Guatemala, Hidalgo tenía sólo trece años de edad al momento de golpear el desastre de 1773. El impacto de los sismos sobre el estatus económico de la familia debió haber sido bastante adverso puesto que sus padres, Manuel Hidalgo y Valeriana Franco, ya no pudieron brindarles a sus hijos el capital económico y cultural que precisaban para salir adelante. En circunstancias tan poco halagüeñas, no sorprende el que el talentoso y ambicioso José Domingo, tan pronto como estuvo en capacidad de hacerlo, decidiera abandonar la arruinada ciudad e ir en busca de nuevos horizontes. Con ese fin, se trasladó, a la edad de 19 años, al pueblo indígena de Espíritu Santo Quetzaltenango—ya para entonces el principal centro comercial del altiplano occidental—en donde varios de sus parientes, sus tíos Nicolás y José Franco, así como su tío político Miguel Molina, todos ellos prósperos comerciantes y terratenientes, se habían instalado luego de los terremotos.

4Es asimismo muy probable que el evidente interés de Hidalgo por el estudio — principalmente de temas científicos y literarios — lo hayan inclinado a intentar ganarse la vida en su nueva patria chica, no en el campo de los negocios como era lo típico entre hombres de su clase, sino más bien como empleado en la burocracia colonial. Dicha ocupación le brindaba la flexibilidad y el tiempo que tales intereses exigían. De ahí que en base a su considerable capacidad intelectual y, sin duda, sus lazos de parentesco con individuos de prestigio social, José Domingo logró inicialmente hacerse a una más bien modesta plaza como escribano del corregidor de turno don Fernando Corona.

5Su sobresaliente desempeño en tal oficio le granjeó el apoyo financiero de varios de los más exitosos hombres de negocios de Quetzaltenango con el fin de obtener el cargo de escribano público de la provincia de Quetzaltenango, una posición con mejor remuneración y campo de acción más amplio. Sin embargo, dicho proyecto parece haberse frustrado principalmente en razón de la convulsionada coyuntura que se produjo a raíz del levantamiento popular de abril de 1786 en contra del asiento de aguardiente que se había entablado en el pueblo el año anterior.

6 La extensa pesquisa judicial que se llevó a cabo tras la pacificación del pueblo por un destacamento de tropa veterana brindó a José Domingo la oportunidad de demostrar sus amplios talentos como escritor y asesor legal al actuar en calidad de defensor de varios de los reos implicados en el tumulto. Sus representaciones, escritas en lenguaje conciso y eficaz, contribuyeron en no poca medida a la reducción de las penas dictaminadas por la audiencia. Como consecuencia de tan exitosa actuación, Hidalgo se granjeó el favor de la comunidad hispana de Quetzaltenango junto con la reputación de hombre sagaz y de desusada habilidad intelectual. A partir de entonces, Hidalgo aparece a menudo en la documentación haciendo de representante legal de un gran número de residentes de la región de occidente.

7 Un año antes del motín, José Domingo había contraído matrimonio con María Dolores Estrada, hija de modesta familia hispana de Quetzaltenango. La pareja se instaló en una casa ubicada a espaldas del convento franciscano del pueblo que había sido propiedad de Hilario Arango, uno de los reos del levantamiento y que José Domingo había adquirido en remate. Tuvieron dos hijos, Juan Mariano y José Joaquín.

8 Tras la conclusión de sus actividades legales relacionadas con el tumulto y la renuncia del Corregidor Corona en 1789, Hidalgo se vio abocado a reiniciar su búsqueda de una plaza con mejores perspectivas. Su mira se centró en el puesto de agrimensor, ya que el esfuerzo por obtener la plaza de escribano público al fin no había fructificado. Esta vez la fortuna le sonrió y a partir de 1790 Hidalgo accedió a la plaza de subdelegado de tierras para las jurisdicciones de Quetzaltenango, Totonicapán y Sololá, ocupación en la que se mantuvo hasta el fin de su vida. Sus responsabilidades incluían la adjudicación de justicia en pleitos de tierras entre comunidades de indígenas y vecinos no indígenas así como la realización de medidas de terrenos y la elaboración de planos y detallados reportes sobre sus gestiones.

Por la misma época, Hidalgo asimismo comenzó la que se convertiría en una asociación larga y fructífera con Prudencio de Cozar , el Ayudante Mayor del ejército español nombrado por el presidente José de Estachería para reemplazar a Corona. La ascendente reputación de Hidalgo como hombre erudito y con excepcional talento en diversos campos de utilidad social debió haber atraído la atención del nuevo magistrado quien precisaba de apoyo competente en el descargo de sus múltiples y onerosas responsabilidades, así como en la implementación de su agenda de reforma social, inspirada y promovida por los monarcas borbónicos de la época.

9 De tal forma, a lo largo de la década de 1790 y comienzos de la de 1800, Hidalgo, actuando siempre por comisión de Cozar, se desempeñó como facultativo empírico con el cometido de suministrar cuidado médico a las víctimas de las numerosas epidemias que afligieron la región de los Altos durante esos años. En 1801, al final de uno de los muchos ciclos de pestilencia, el secretario de la Audiencia, Ignacio Guerra, expresó su gratitud a Hidalgo “por el buen desempeño con que correspondió a la confianza de la curación de los pueblos apestados”.

Adicionalmente, Cozar le confió a Hidalgo el diseño y construcción de una variedad de obras públicas que redundaron en beneficio de los vecinos de Quetzaltenango, población que se hallaba en proceso de expansión acelerada. Entre los más importantes de tales proyectos están el diseño y construcción de un nuevo sistema de acueductos y cañerías para el pueblo con el fin de “formalizar obra estable y sólida para que no falte al vecindario elemento tan preciso”, así como “una zanja que evite los riesgos que amenazan las aguas en Quetzaltenango”. Hidalgo se encargó también de formar los planos de tales obras y proponer esquemas para financiarlas. Para ello, planteó una novedosa idea que consistía en la imposición de un impuesto del uno por ciento a cada familia de españoles y ladinos lo cual implicó efectuar un padrón y avalúo de tales propiedades.

10Igualmente importante durante estos años fue la diligencia adelantada por Hidalgo en la capital del Reino con el importante propósito de modernizar los métodos de manufactura y coloración de los textiles quetzaltecos, renglón clave de la economía regional. Según un reporte de la Sociedad Económica, “se vio también que precisaban un batán. Para facilitar que lo pudieran hacer en la misma Quetzaltenango, se le hizo sacar un diseño del modelo de la Enciclopedia a uno de sus vecinos, don José Domingo Hidalgo, quien estuvo unos días en Guatemala. Fray Mariano López Rayón (destacado miembro de la Sociedad), hizo una instrucción clara de su utilización que tomó de las memorias de Suarez y de la misma Enciclopedia. Al volver el viajero a Quezaltenango se llevó todo este material”.

11 Durante este mismo periodo, pese a toda esa variedad de actividades que le debieron ocupar buena parte de su tiempo, Hidalgo de alguna manera se las ingenió para cultivar sus intereses en la literatura y la investigación científica. Entre los más destacados de estos proyectos están la “Descripción Corográfica de Quesaltenango”, que se publicó en la Gaceta de Guatemala en 1797. En este trabajo, Hidalgo ofrece una descripción a grandes rasgos de las condiciones ambientales, demográficas, comerciales e industriales que predominaban en ese entonces en la región de Quetzaltenango. A lo largo del reporte, Hidalgo destaca el notable crecimiento que la provincia—especialmente la cabecera Quetzaltenango—había experimentado en años recientes, particularmente en sus estructuras demográficas y económicas.

12 En un trabajo reciente acerca de la fábula hispanoamericana, Francisca Noguerol Jiménez destaca la contribución pionera en dicho género literario de nuestro personaje. Afirma que Hidalgo “escribió a finales del siglo XVIII un apólogo titulado ‘Los animales se quejan a Iriarte’, de anécdota muy similar a la de ‘El fabulista y sus críticos’ (una de las obras de fábula más populares de la época). Noguerol recabó esta referencia en la monografía sobre la literatura guatemalteca en el período de la colonia de Agustín Mencos Franco (1862-1902), poeta y ensayista nacido en Mixco, quien, según él mismo afirma, era pariente de José Domingo por el lado materno. No deja de sorprender el hecho de que Hidalgo, aparentemente sin formación académica alguna y por tanto sólo en base a su propio esfuerzo y considerable talento, haya logrado producir una obra literaria con méritos suficientes como para ser considerada aún hoy en día como pionera de las letras hispanoamericanas.

13 No menos relevante fue la actuación de Hidalgo en la esfera política de Quetzaltenango. Como miembro prominente de la comunidad hispana del pueblo, Hidalgo jugó papel activo, a partir de 1805, en el proyecto de la élite española encaminado a obtener su propio ayuntamiento. Hidalgo elaboró peticiones a nombre del ambicioso grupo de patricios y participó en las numerosas discusiones y reuniones secretas que se efectuaron para dicho propósito. Estas actividades acabaron por precipitar un áspero conflicto entre Hidalgo y el corregidor Francisco Chamorro, quien había sucedido a Cozar, y quien veía a los líderes de tal proyecto como parvenues ambiciosos e irrespetuosos del representante de la autoridad real. Chamorro acusó a Hidalgo de instigar el desacato a su autoridad entre la población hispana, refiriéndose a Hidalgo en varias representaciones a la audiencia en tono despectivo como ‘el llamado genio’ o ‘el fino’. De todas maneras, el proyecto de los patricios apoyado por Hidalgo logró eventualmente su cometido a inicios de 1806 con el establecimiento del primer ayuntamiento de españoles en Quetzaltenango.

14 Al igual que otros miembros de la élite española, Hidalgo procuró aumentar su capital social y económico mediante la concertación de ventajosas alianzas matrimoniales con mujeres de prestante posición social y económica. De ahí que luego del fallecimiento de su primera esposa, Hidalgo contrajo segundas nupcias hacia 1810 con Josefa Catalina Gutiérrez, la hija mayor del acaudalado comerciante peninsular Domingo Gutiérrez y Encarnación Güello. La pareja tuvo dos hijos: Inés y Manuel de Jesús. Y al fallecer Josefa en 1812, Hidalgo se casó de nuevo, esta vez con Ignacia López, la viuda de Juan José Franco, uno de los terratenientes más ricos de Quetzaltenango.

15En las postrimeras del período colonial Hidalgo participó asimismo activamente en los procesos reformistas de las cortes de Cádiz, actuando como elector de diputados y alcalde constitucional de Quetzaltenango en 1814. En la documentación de la época, llama la atención el hecho de que José Domingo abandonara el apellido Hidalgo y comenzara a utilizar en su lugar el apellido materno, Franco. Sin duda esto lo hizo con la idea de evitar la percepción entre los vecinos de que existía alguna relación familiar con Miguel Hidalgo, el líder popular del levantamiento mexicano de 1810. Hidalgo falleció al poco tiempo de testar hacia finales de 1817.

16Vivió Hidalgo durante uno de los más transcendentales períodos de la historia moderna del mundo occidental, años de revoluciones en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria, la política y la cultura en general, la llamada época de la ilustración o de las luces. En el contexto del imperio español, fueron esos años un período de reforma administrativa, fiscal, militar y económica bajo el gobierno de los Borbones. Fueron también años de cambio en las prácticas culturales, de innovación en los campos de la ciencia y las letras, al menos entre los grupos de élite más cosmopolitas, al tanto de las nuevas corrientes europeas de la época. Por su evidente interés en la utilización del método y conocimiento científicos con miras a una más eficaz administración política y mejora de la calidad de vida de la comunidad humana, Hidalgo se nos revela como una figura a la vez pionera y representativa de la época de la ilustración. En este sentido, jugó papel clave en la implementación de las políticas reformistas de los monarcas borbónicos de la segunda mitad del siglo XVIII, actuando como médico, ingeniero, arquitecto y literato—pese a su falta de formación académica formal—en estrecha colaboración con el corregidor Prudencio Cozar—el más decidido promotor del reformismo ilustrado en la región de Quetzaltenango.

17En un escrito acerca de la época colonial guatemalteca que se encuentra en el sitio de internet del Instituto Cervantes hallamos la siguiente observación que nos resulta muy pertinente: “Seguir un cierto orden en la manera de ver aquella sociedad permite, además, advertir detalles de miseria, pero también espacios respetables, dignos de admiración, y figuras de una hondura no menos fascinante.” José Domingo Hidalgo Franco, en nuestra opinión, debe sin duda ser considerado como una de tales figuras.

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