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AFEHC : diccionario : VALLES DE QUEJO, Pedro : VALLES DE QUEJO, Pedro

Ficha n° 2311

Creada: 14 febrero 2010
Editada: 14 febrero 2010
Modificada: 14 febrero 2010

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Autor de la ficha:

Rodolfo HERNANDEZ MENDEZ

Editor de la ficha:

Rodolfo HERNANDEZ MENDEZ

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

VALLES DE QUEJO, Pedro

La vida de un escribano real en Santiago Guatemala que, según su testimonio, estuvo marcada por una cierta miseria económica.
Cargo o principal ocupación:
Escribano real y comerciante
Casó:

1Catalina López de Villalan, hija de Alonso López de Villalan.

Nació:
Entre 1540 y 1545 en la Ciudad de Guatemala.
Murió:
Entre 1602 y 1606.
Padres:

1Andrés López de Angulo Tenorio e Isabel Lorenzo Ruiz de Cabrera.

Resumen:

1En dos ocasiones documentadas, Pedro Valles de Quejo solicitó a la Audiencia de Guatemala la concesión de una encomienda, un cargo de funcionario real o cualquier merced que le permitiera obtener ingresos para la manutención de su familia. El 2 de diciembre de 1576 presentó varios testigos que dieron fe de los méritos y servicios de él y su mujer. En esta fecha manifestó ser vecino de Santiago de Guatemala, hijo legítimo de Andrés de Angulo e Isabel Lorenzo. Estaba casado con Catalina López de Villalan, hija de Juan de Villalan, de los primeros conquistadores de estas provincias, que murió en servicio de Su Majestad, sin ser de ello gratificado. Andrés López de Angulo y su mujer procrearon varios hijos legítimos: Pedro Valles de Quejo, Andrés Tenorio, Úrsula Núñez de Prado y Francisca Ruiz de Cabrera. De los varones el primogénito fue Pedro Valles de Quejo, que era mayor de treinta años y el menor, Andrés Tenorio, mayor de veinte y cinco años.

2Hacía más de 40 años que sus padres llegaron de Castilla, casados y con dos hijos, varón y mujer, con muchos criados, esclavos y otras compañías, y trajeron muchos bienes suyos de los Reinos de Castilla; se asentaron y avecindaron en la ciudad de Santiago de Guatemala. Había en ella muy pocos españoles y, en muchas partes, los indios se rebelaban y mataban a los españoles y frailes. De tal manera que muy pocos españoles osaban servir los corregimientos. A pesar de este peligro su padre sirvió, muchos años, los corregimientos de Atitlán, Tecpán Atitan y Tecocistlán y sus anexos, que eran pueblos de importancia y belicosos. Su padre murió «muy pobre» y sin tener alguna encomienda, por lo que su madre y sus hermanos quedaron con «mucha necesidad», a lo que contribuyó la gran “carestía de la tierra y poco acomodada” para obtener beneficio de las haciendas de campo y venta de sus frutos, o cría de ganados. Además, los salarios y ayudas de costa que se daban a los corregidores y otros cargos eran de poca monta. Su madre siempre había vivido en compañía de dos hijas doncellas, mujeres casaderas, una de treinta y cinco años y la otra de más de veinte y cuatro años, teniendo en su compañía al dicho Andrés Tenorio.

3Pedro Valles de Quejo tenía casa propia donde vivía con su mujer, en la ciudad de Santiago de Guatemala, con muchos criados, caballos y armas, tal y como todo hidalgo y noble solía poseer. Era “buen escribano y contador hábil y suficiente y de toda confianza, fiel y legal”, con capacidad de servir al rey en tiempo de guerra o de paz “y en cualesquier cargos y oficios de honra y confianza y corregimientos”. Había servido en la Real Audiencia los oficios de escribano receptor del número de ella, y en varias ocasiones había ejercido funciones del todavía no creado cargo de contador de cuentas reales, que se solicitaba anualmente para hacer las cuentas del real fisco, y otros cargos, los cuales, según él, desempeñó bien y fielmente. El 17 de octubre de 1596, Valles de Quejo, con más de 50 años de edad, volvió a solicitar a la Audiencia la concesión de alguna merced. Agregó algunos datos sobre los méritos de sus padres. Para esa fecha su madre tenía más de cien años y de ser viuda, más de cuarenta, vivía en la casa de su padre con una hermana suya, legítima, de más de cincuenta y seis años, doncella. Reiteró la pobreza y necesidad que sufría él y su familia, las pocas oportunidades que existían para progresar económicamente, su mala suerte y el corto estipendio de su oficio de escribano real. “Todos padecemos mucha pobreza, así por no tener renta alguna como porque la fortuna adversa nos ha consumido y ser las granjerías de esta tierra cortas; y aunque soy escribano real, el oficio es de poca cantidad respecto de que los oficios de escribanías se venden y yo no tengo con qué comprar alguno.” Presentó las pruebas de sus méritos y servicios porque habían “algunas encomiendas vacas” que la Audiencia “podría hacer merced”, para poder alimentar a su madre y hermana, “y pudiese proseguir en su real servicio, sustentándome para ello”.

4A pesar de las limitaciones económicas que manifestó tuvo prestigio social, pues el 23 de enero de 1579, Isabel Ruiz viuda de Felipe González, le otorgó poder para que pudiera hacer cobros y arrendar unas casas que Ruiz tenía en el barrio de la Merced. También, en dos ocasiones fue padrino de bautismo de dos niños, en 27 de noviembre de 1581 y el 10 de septiembre de 1587, en la parroquia de El Sagrario. Y, el 28 de febrero de 1599, Juan Bautista Bartolomé lo requirió por testigo en el pleito entre Bartolomé y Cristóbal Aceituno de Guzmán, por el cargo de escribano público de la ciudad de Guatemala.

5Los pleitos civiles que tuvo con un ex presidente y un fiscal de la Audiencia de Guatemala ponen de manifiesto sus conocimientos de la legislación de la época. El 15 de enero de 1593, Valles de Quejo se quejó de que para la ampliación de la capilla, la sacristía y la construcción de unos corrales de la iglesia de San Sebastián se tomó del terreno de su casa “cierto suelo y materiales e hicieron algunos daños”. Los valuadores y alarifes Francisco Tirado, nombrado por Valles de Quejo, y Blas de la Cruz, por la iglesia de San Sebastián, tasaron y valuaron la casa. En su informe dijeron que midieron y vieron lo que se le había tomado a Valles de Quejo y a una entenada suya. Tasaron en 150 tostones lo que se tomó de la casa, pero no evaluaron los daños. El 16 de febrero de 1594 el Lic. Pedro Mallen de Rueda mandó a los oficiales reales de la caja de Guatemala que, de los tributos vacos, se pagara a Valles de Quejo los 150 tostones, 80 para él y 70 para la entenada. No conforme, Valles de Quejo entabló demanda por los daños contra el Lic. Pedro Mallen de Rueda. A raíz de esta demanda, Valles de Quejo se enfrentó legalmente al fiscal de la Audiencia, Lic. Tomás Espinoza de la Plaza y perdió el caso cuando el 23 de octubre de 1597 la Audiencia ya había determinado que la causa se daba por conclusa.

6Como consecuencia de sus actividades de mercader contrajo deudas y prisión por ellas. El 9 de octubre de 1595, Andrés Muñoz Garrido solicitó mandamiento de ejecución contra Valles de Quejo, quien le debía 367 tostones y 2 reales, el cual le fue extendido. La deuda estaba consignada en la escritura de obligación por mercaderías con un monto de 367 tostones y 2 reales, los cuales Valles de Quejo se obligó a pagar en el mes de agosto de 1595. A raíz de esta causa aparecieron otros acreedores de Valles de Quejo. Fernando de Morales Merlo, escribano de Chiquimula, se opuso a la ejecución que le entabló Muñoz Garrido a Valles de Quejo, pues éste le debía 1,494 tostones, 2½ reales. El 16 de noviembre de 1595, Juan de Santiago Chávez también se opuso a la ejecución contra Valles de Quejo por la deuda de éste de mil tostones más costas, que gastó Chávez en el pago a Cristóbal Dávila Monroy, vecino y regidor de la ciudad, por el valor de varias mercaderías que el mismo Chávez compró para dárselas a Valles de Quejo. El día siguiente, Valles de Quejo desde la prisión solicitó que le fuera revocado el auto de ejecución, porque Muñoz faltó a su palabra pues le había dicho que no lo ejecutaría hasta esperar las cosechas de trigo y maíz de la labor de Valles de Quejo, que comúnmente se recolectaba en los meses de enero y febrero. Además, por cédula real estaba proveído que a los labradores no se les hiciera ejecución durante el beneficio de sus labores, la cual protestó. También argumentó que su persona no podía ni debía ser presa por deuda ni causa civil, porque era hidalgo “notorio, de casa y solar conocido”. Por último, dijo que del privilegio de la caballería debían gozar los vecinos de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Santiago de los Caballeros de la provincia de Guatemala, por especial y expresa merced y privilegio de Su Majestad, pues nombró e hizo merced a esta ciudad el dicho título y privilegio, lo cual era cosa notoria, pues la ciudad son los vecinos de ella. Por todo lo anterior solicitó la reposición revocación del mandamiento de ejecución y lo que procedía inmediatamente era que fuera libertado de la prisión en que se encontraba, y que se condenara en costas a la parte contraria.
Las casas de Valles de Quejo, situadas en el barrio de San Sebastián, junto a la iglesia, fueron rematadas en Sebastián Gudiel, quien dio traspaso a Muñoz Garrido. Sin embargo, a instancias de Muñoz, el alcalde ordinario Juan de Cueto extendió un mandamiento de lanzamiento, el 23 de enero de 1596, porque Valles de Quejo todavía vivía en la casa rematada, no quería salir de ella ni pagar la deuda. En 1597 Valles de Quejo debía 85 tostones, de réditos, de unos solares que Diego de Paz Quiñones le había arrendado.

7El argumento que en aquella época usaban los “conquistadores” y sus descendientes de “estar pobres y necesitados” para pedir alguna merced, era relativo. No se refería exactamente a que no tuvieran medios y posibilidades económicas para subsistir, sino que la cuantía de sus ingresos la consideraban insuficiente o limitada para mantener su estatuto social de “nobleza”. Esto se comprueba con la compra de una esclava negra que hizo Valles de Quejo, el 6 de julio de 1583, por 330 tostones y 3½ reales. Además, el 3 de agosto de 1606, su viuda hizo un codicilo a su testamento y reformó las cláusulas relacionadas con una capellanía que había fundado, y nombró a sus albaceas.

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