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AFEHC : diccionario : URBINA, José Ignacio de : URBINA, José Ignacio de

Ficha n° 2049

Creada: 20 octubre 2008
Editada: 20 octubre 2008
Modificada: 22 febrero 2012

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Autor de la ficha:

Jorge H GONZALEZ ALZATE

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

URBINA, José Ignacio de

Se trata de la vida de un hacendado y comerciante así como oficial de milicias y magistrado real en el altiplano occidental de Guatemala (Los Altos de Guatemala).
Palabras claves :
Comerciante, Negocios, Bienes, Fortuna, Quezaltenango
Cargo o principal ocupación:
Magistrado real, Hacendado y comerciante
Casó:

1Ana María de León Cardona

Nació:
Alrededor de 1700 en Santiago de Guatemala.
Murió:
El 9 de mayo de 1782 en Quezaltenango.
Padres:

1No se conocen

Resumen:

1Nació en Santiago de Guatemala alrededor de 1700 y falleció en Quetzaltenango en 1782, a donde se trasladó aproximadamente en 1725. Aunque no se cuenta con datos acerca de los orígenes sociales de su familia, no cabe duda que debió haber sido relativamente acomodada y prominente. Esto se comprueba con el hecho de que Urbina siempre aparece en la documentación con el título honorífico de “don”, el cual por lo regular se reservaba para individuos de distinguida calidad. Y en un texto de 1754 Urbina es descrito como “persona notoriamente conocida en su limpieza no solo en todos estos Altos sino en la ciudad de Guatemala de donde es nativo.”

2Al igual que muchos vecinos españoles de la época, el jóven Urbina debió haber juzgado sus posibilidades de superación personal en Santiago de Guatemala bastante limitadas. De ahí, que haya decidido muy temprano salir a buscar fortuna en la región de Los Altos de Guatemala. Porque la realidad era que en la década de 1720, Santiago apenas comenzaba a emerger de un largo periodo de depresión económica. Al mismo tiempo, la capital todavía se encontraba en el lento proceso de recuperación del desastroso terremoto de Septiembre de 1717 . Según el historiador José Pardo, en 1723 en muchas de las calles de la ciudad aun se veían numerosas edificaciones provisionales que habían sido construídas luego del desastre. Además, en ese mismo año, la ciudad y sus a alrededores se vio azotada por una serie de desastres naturales: una letal epidemia de viruelas acompañada por una invasión de langostas a lo que se siguió en 1724 una gran escasez de víveres y hambruna en los barrios populares. No sorprende entonces que el jóven Urbina decidiera trasladarse a Quetzaltenango, la principal cabecera de Los Altos, una región de clima salubre y tierras fértiles la cual por esos años ya brindaba tambien crecientes oportunidades sobre todo en el trato con artículos de primera necesidad en gran demanda en los centros urbanos del reino, especialmente en Santiago.

3Ambicioso y dinámico, una vez instalado en Quetzaltenango, Urbina procedió diligentemente a cultivar las relaciones comerciales, sociales y políticas que le ayudarían a realizar sus deseos de enriquecimiento personal. Aprovechándose de su calidad de español, así como de su educación y talento para los negocios, Urbina pronto conquistó un puesto como asistente personal del corregidor de turno, el peninsular Juan Francisco Real (1724-1729), oficial veterano del ejército español. (Protocolo 1728). Negociando con los productos comerciales más importantes de Los Altos, trigo, maíz y ropas de la tierra, en los mercados más rentables como el de Ciudad Real, Santiago de Guatemala, San Salvador y las zonas costeras del pacífico, Urbina rápidamente acumuló capital económico, llegando pronto a convertirse en uno de los vecinos españoles más opulentos de Quetzaltenango. Con el respaldo de los corregidores de la provincia, Urbina asimismo obtuvo los puestos de teniente de corregidor, capitán de milicias y más tarde Sargento Mayor, lo cual le confirió influencia política y prestigio social al tiempo que oportunidades adicionales de enriquecimiento.

4A mediados de la década de 1730, Urbina contrajo matrimonio con la criolla quetzalteca Ana María de León Cardona, descendiente del conquistador y encomendero español Juan de León Cardona, lo cual reforzó aun más su ascendiente posición social en Quetzaltenango. La pareja tuvo seis hijos: Rafael, José Ignacio, María Jacinta, Antonio, María Ignacia y Guadalupe. De estos, fallecieron de tierna edad Antonio y Guadalupe; Rafael y José Ignacio murieron mayores de 25 años de edad; y María Jacinta tomó estado de religiosa en el convento de Santa Catalina de Santiago de Guatemala.

5Una buena parte de las ganancias que Urbina granjeó de sus actividades comerciales, las invirtió en la adquisición de numerosas propiedades urbanas y rurales, incluyendo cinco casas, cada una con su tienda, ubicadas en la plaza principal del pueblo. De su socio comercial, el corregidor Francisco Ignacio Barrutia, Urbina adquirió dos molinos para procesar harina de trigo junto con dos casas de campo situadas en las afueras de Quetzaltenango. Urbina asimismo adquirió de otros propietarios españoles e indígenas cuatro extensiones adicionales de tierra ubicadas al este de Quetzaltenango, entre los pueblos de Salcajá y Cantel.

6En 1760 Urbina dotó a su hija María Ignacia con la considerable cantidad de 12.000 pesos, con el fin de que contrajera matrimonio con el oficial del ejército español y comerciante Manuel de Gregorio y Pinillos. Este último invirtió dicho capital en el rentable comercio de géneros europeos, los cuales los revendía en las tiendas de Urbina en Quetzaltenango. La pareja tuvo dos hijos, Francisco y Petrona. Ya para entonces, Urbina se había convertido en el hacendado y comerciante más rico, no sólo de Quetzaltenango, sino de toda la región de Los Altos. Sus propiedades de campo las consolidó en una enorme hacienda conocida como la “Labor de Urbina”, un total de 39 caballerías, en la que trabajaban más de cien jornaleros indígenas y ladinos. En la crónica de su visita en 1770, el Arzobispo Pedro Cortés y Larraz observó que “la hacienda de Urbina es la de más frutos que se conoce y con grandísimo exceso a todas; pues anualmente las fanegas de trigo y maíces que produce se cuentan por muchos miles”. En 1772, Urbina decidió traspasar el control administrativo de sus negocios y propiedades a Nicolás Franco, un comerciante de Santiago de Guatemala que se había radicado en Quetzaltenango en 1762. Una década más tarde, Franco había desempeñado su misión de manera tan honesta y exitosa que Urbina decidió renovar el arreglo. Ya para entonces, Urbina se encontraba en la etapa final de su vida. Falleció el 9 de Mayo de 1782. Su hija María Ignacia había muerto en Abril del mismo año y su yerno Manuel Pinillos había muerto casi diez años antes en 1773. En consecuencia, Urbina legó su fortuna a sus únicos descendientes, sus nietos Francisco y Petrona Pinillos. Para su hija religiosa, María Jacinta, dispuso que dichos herederos le proporcionaran una pensión anual de 500 pesos. El total de los bienes acumulados por Urbina se valoraron en más de 100.000 pesos, suma que constituía la fortuna más importante de la época colonial en la región de Los Altos. Nicolás Franco continuó al frente de la administración de la herencia de Urbina hasta su propia muerte en 1801. A partir de entonces el control de dichos bienes pasó a manos del nieto Francisco Pinillos, quien procuró aumentarlos pero con poco éxito. Por un lado, éste se vio enfrascado en un prolongado y costoso pleito con los indígenas del pueblo de Cantel quienes desde la muerte de Urbina demandaron que se les completaran sus ejidos con tierras pertenecientes a la labor. A finales de 1801, la Audiencia ordenó a Pinillos ceder a dichos indígenas la porción de tierras que reclamaban. Por otro lado, Pinillos asumió control de la propiedad familiar justamente en el momento que la región Altense, junto con el resto de Centroamérica, entraba en un periodo de prolongada contracción económica. Por esta razón, Pinillos se vió forzado a vender porciones adicionales de la hacienda y arrendar el resto. No obstante, pese a dichos reveses, Pinillos llegó a ocupar posiciones de liderazgo comercial, social y político en Quetzaltenango, incluyendo el puesto de primer alcalde español de Quetzaltenango en 1806 y luego en 1814. Falleció en Quetzaltenango en 1817. Su hijo, Juan Pinillos Rojel, así como su nieto Gabriel Pinillos Alfaro, llegaron también a jugar papeles destacados en la vida social y política de Quetzaltenango en el siglo XIX.

7Por su parte, la hermana de Francisco, Petrona Pinillos, contrajo matrimonio con el comerciante guatemalteco José Esteban de Ayerdi, quien con el considerable capital aportado por Petrona, se convirtió en uno de los más acaudalados y dinámicos comerciantes de la provincia de Guatemala hasta su muerte en 1801. Varios de sus nueve hijos figuraron también en los círculos dirigentes de la sociedad Quetzalteca durante el siglo XIX.

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