Ficha n°138

ANGEL DE TOLEDO, Mariano



Cargo: Administrador de los fondos del convento de Santa Catalina .

Nació: El 5 de mayo de 1765 en Totonicapán, Guatemala.

Murió: El 14 de enero de 1816 en la Ciudad de Guatemala .

Padres: Don Tiburcio Angel de Toledo, natural de Cádiz (1717- 1777) y de doña María Manuela Gutierres y Gonzalez de Andia-Xerón hija de don Alonso de Gutierres. El padre es hijo de Don Bernabe Angel de Toledo y de Doña Fulgencia Del Valle. .

Resumen: Mariano Angel de Toledo nació en 1765, cuando su padre Tiburcio Angel de Toledo era alcalde mayor de la provincia de Totonicapán. Se trata de una familia acomodada, pues el matrimonio en 1742 con María Manuela Gutierres y González de Andia-Xerón (1722-?) aseguró al padre una buena integración en los grupos de poder que dominaban la vida colonial. Su padre terminó su carrera ocupando el cargo de Director General de la Renta de tabacos, entre 1768 y la fecha de su fallecimiento.
Durante su juventud, Mariano tuvo que sufrir las consecuencias de la decisión real de expulsión de los Jesuitas en junio de 1767. Su hermano José Angel de Toledo, era entonces estudiante en Puebla y tuvo que salir exiliado hacia Roma.
Mariano ingresó como colegial becado del Seminario tridentino el 11 de febrero de 1778, y salió el 3 de octubre de 1786, siendo entonces doctor en cánones. A finales del año de 1791, el arzobispo Cayetano Francos y Monroy le confió la adminisitración del curato de Amatitlán por enfermedad del párroco Manuel Escobar y Valenzuela. En 1795 se graduó de Doctor en teología. Como solía ocurrir con los presbíteros que residían en la ciudad de Guatemala, el cura salvadoreño Vicente Aguilar le otorgó un poder general. Aunque la escritura notarial no revela el fin del poder, es factible que el padre Aguilar haya pensado que aquel padre era la persona ideonea para defender sus intereses ante las autoridades eclesiásticas y reales.
La vida del padre Mariano Angel de Toledo tomó un giro particular en 1801. En esa época el señor Marqués de Aycinena le otorgó una fianza para garantizar su gestión de los fondos del convento de Santa Catalina. Se trataba de una responsabilidad importante, puesto que las obras pías del monasterio sumaban un total de 165.190 pesos en 1806 (suma que incluye alguna parte de capitales entorpecidos). Su sueldo de adminisitrador era de 600 pesos. Teniendo en cuenta las relaciones de poder, el cargo de administrador sólo podía ser asumido por un hombre con relaciones sociales bien establecidas con las religiosas y el poder diocesano. El individuo encargado de esta actividad debía además tener conocimiento de las capacidades financieras de los grupos de poder de la capital para poder evaluar los riegos en el momento de prestar dinero. De hecho los archivos notariales revelan una impresionante red de amigos y de clientes directamente vinculados con su persona mediante escrituras de poder general o específicas. Entre otros corespondientes aparecen Manuel Antonio de Molina en San Vicente, Don Joaquín Palacios en San Miguel, Manuel Antonio de la Cerda en Nicaragua o el licenciado José Ignacio Palomo residente de Antigua Guatemala. En la mayoría de los casos se trataba de un poder para cobrar o para seguir un juicio. El manejo de los fondos que pertenecían a las monjas le dio un cierto grado de reconocimiento profesional, por lo que la curia lo nombró en la década de 1800 su cobrador de la cuarta episcopal, tarea que lo llevó, por ejemplo, a entablar un juicio contra el padre Tomás Calderón, quien no la había pagado durante más de 4 años!
Por otra parte, era dueño de un impresionante capital de capellanías. Por ejemplo recibía los intereses de una capellanía de 1100 pesos fundada por don Domingo de Ayarza sobre su hacienda, llamada el potrero de Ayarza, en la zona rural de Mataquesquintla, que estaba en 1805 en posesión de don Ventura Delgado de Nájera. Otro ejemplo: tenía una capellania de 1000 pesos fundada por don Fernando Gallardo. Los capitales de capellanías que le rendían intereses ascendían a un total de 10.000 pesos.
En una carta del Capitán Bustamente al Rey con fecha del 17 de enero de 1812, consideraba a los eclesiásticos dignos de obtener canongias. Figuraba además la siguiente mención sobre su personalidad: “secretario del cabildo eclesiástico, rector de la universidad, muy bien opinado por su patriotismo y por la obra de la Iglesia del monasterio de Santa Catalina levantado a esfuerzos de un singular zelo”. Gozaba entonces de toda la confianza del arzobispo Ramón Casaus y Torres, y su actuación financiera a favor de las monjas de Santa Catalina era reconocida. Era propietario de una casa de teja – “cita en la calle del correo que va para la plazuela del santuario de Guadalupe (...), linda por el oriente con la del presbítero Manuel Torribio de Meza, por el sur con el Rancho de Ventura Estrada y enfrenta por el norte con una de las casas pertenecientes al presbítero Pablo José Jauregui dicha calle de por medio y otros linderos notorios”- que había comprado en 1798 por 600 pesos libres de alcabala.
Tenía poco más de 50 años cuando sintió la necesidad de redactar su testamento. Estaba enfermo. Pidió ser sepultado en la Iglesia de la Merced sin pompa ni música. Nombraba como herederos a su hermana política Juana del Camino, viuda de su hermano Antonio, y a su hijo legítimo, sobrino suyo, José León Angel de Toledo quien tenía 14 años. Quisó que su hermana Gertrudis junto con el presbítero Juaquin Fernández de Castro y Mariano de Herrarte, fuesen sus albaceas, y que cumpliesen con lo que él les pedía en una memoria que debía quedar secreta.

Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

El campo "fuentes" esta en acceso restringido e reservado a los colaboradores del diccionario biográfico centroamericano Para colaborar contactar los editores