Ficha n°122

ALONSO CORTÉS Y ARTUNDUAGA, Antonio



Cargo: Canónigo, Comisario del Santo Oficio en la Ciudad de Guatemala.

Nació: 18 de noviembre de 1726 en Santiago Guatemala.

Murió: 29 de diciembre de 1796 en la Ciudad de Guatemala.

Padres: Capitán don Antonio Alonso Cortés (¿- 1735) y Ana María Artunduaga hija legítima del General Dionisio López de Artunduaga y María Fernández de los Ríos Rivera.

Resumen: Al fallecer este clérigo, disponía de un caudal que superaba los 18000 pesos, incluyendo una casa grande evaluada en 8000 pesos. Su biblioteca contaba cerca de 800 libros. Estos dos datos nos informan desde luego sobre algunos aspectos importantes de su posición social y económica y de su cultura. Fue un sacerdote capaz de gestionar la parte de la fortuna que heredó de sus padres, y no era de aquellos que respondía a las llamadas de las sirenas hacia la vida fácil y ostentatoria de las élites de la ciudad de Guatemala. Más allá, era un hombre muy apegado a la literatura pues las bibliotecas de esta índole eran relativamente pocas en esta época. Seguramente que parte de su fortuna provenía de lo que recibió de su padre, quien fue Contador de la Real Caja de Guatemala de 1720 hasta la fecha de su fallecimiento. Ignoramos si su padre era español, aunque es muy posible que fuera así, si se tienen en cuenta las responsabilidades que le incumbían. Además los padrinos de nacimiento que aceptaron la tarea de instruir en el catolicismo a sus hijos eran mayoritariamente oficiales reales de origen español. Por ejemplo Joseph Rafael y Juan Bernardo, quienes nacieron respectivamente en octubre de 1727 y en septiembre de 1729, fueron sacados de la pila por el oidor de la Real Audiencia Joseph Rodesno. Francisca fue apadrinada por la esposa del Capitán General Antonio Pedro de Echevers y Subiza. Esta madrina de Francisca era hermana de Ana María de Artunduaga.
Antonio Alonso Cortés fue bautizado por el arcediano Juan Feliciano Arrivillaga y fue su padrino el bachiller José de la Vega y Balboena, el cual tenía una relación privilegiada con la familia Alonso Cortés, ya que había aceptado el parentezco espiritual para otros dos hijos, Cayetano Ignacio y María Rosalía. Sus estudios se hicieron en la Universidad San Carlos de Guatemala. Obtuvo en 1746 su bachiller en Filosofía, y en 1755 el mismo diploma en teología. En 1758 era cura de la parroquia de San Sebastián del Tejar, con una renta de 1500 pesos. Dejó el cargo de alma en 1768, cuando obtuvo el puesto de canónigo en el cabildo eclesiástico de la ciudad de Guatemala, un beneficio eclesiástico mucho más lucrativo y honorífico. Había sido llevado a este cargo por el arzobispo Francisco Figueredo y Vitoria quien le hacia una total confianza. Se encargaba entonces de cantar un oficio cada día y de rezar para la diócesis. Parece que esta actividad no bastaba para ocuparlo plenamente, ya que lo encontramos cuatro años más tarde –cuando aparece por primera vez su firma, pero pudo haber sido nombrado antes – ejerciendo la prestigiosa responsabilidad de Comisario General del Santo Oficio de la Inquisición de Guatemala. Ocupó este puesto hasta el final de su vida, una actividad relativamente subalterna dentro del aparato administrativo del Santo Oficio. Tenía que recoger las delaciones, citar a las personas sospechosas, pedir a la autoridad civil el encarcelamiento de los individuos llamados a juicio por la justicia eclesiástica, interrogar a los presos y torturarlos si lo estimaba conveniente. No recibía sueldo del Santo Oficio, pero su cargo le aseguraba ingresos importantes, puesto que podía hacer que le pagaran sus servicios cuando por ejemplo una persona necesitaba una certificación de limpieza de sangre. Además tenía la responsabilidad de gestionar los bienes embargados a los reos. Todo esto explica también la extensión de su fortuna personal al fallecer.
Pero los mencionados hasta aquí no eran los únicos ingresos de los que gozaba Antonio Alonso Cortés, puesto que alcanzó en el cabildo eclesiástico las dignidades de tesorero en 1773, de chantre en 1780 y de arcediano tres años después. Vemos pues que era una persona que podía asegurar una protección eficaz a los niños de la élite, y por eso aparece muchas veces su nombre como padrino de nacimiento: en 1786 lo era de María Ignacia Francisca Yzaguirre y Ferrer, hija de Francisca Ferrer y del pudiente comerciante Ricardo Yzaguirre; en 1794 fue padrino de María Josefa Llano hija de don Manuel de Llano, Tesorero Oficial Real jubilado de las Cajas reales de esta ciudad, y en ese momento alcalde ordinario y corregidor y también fue padrino de doña Francisca Xaviera de Nájera y Mencos.
Un tiempo después de su fallecimiento, el contador de Cuentas Reales Don Tomás Wading fue comisionado para la subastación de sus bienes. Encontró una lista muy copiosa de libros. El canónigo Isidro Sicilia fue el encargado de cumplir con sus últimas voluntades. En su testamento Cortés mencionaba que él mismo crió a Jacinta Solís, que la sirvió durante 28 años y le dió 700 pesos para comprarse una casa. Pagaba a su criada Justa Pastora Arisandieta y Mencos 4 pesos al mes. Este mismo documento revela también una relación muy estrecha con la familia Nájera, puesto que fue su voluntad que doña Gertrudis Nájera con sus tres hijos y doña Josefa Nájera también con sus hijos, usufructuaran la casa de su morada por el tiempo de sus vidas; al final de estas tendrían que fundar con la casa dos capellanías para los descendientes de las dos familias. Según el testimonio de don Manuel Antonio Bousas, Antonio Alonso Cortés murió el 29 de octubre de 1796 después de 26 días muy penosos. Fue sepultado en la Iglesia de Santa Rosa, y es posible que su cuerpo haya sido trasladado después a la cripta de la Catedral de Nueva Guatemala.



Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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