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AFEHC : diccionario : MARGIL DE JESÚS, Antonio : MARGIL DE JESÚS, Antonio

Ficha n° 3131

Creada: 18 septiembre 2012
Editada: 18 septiembre 2012
Modificada: 20 septiembre 2012

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Autor de la ficha:

Juan Carlos SOLÓRZANO

Editor de la ficha:

Stephen WEBRE

Información:

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

MARGIL DE JESÚS, Antonio

Biografía corta de uno de los misioneros y predicadores de la región de Talamanca en la provincia de Costa Rica, la frontera chol de Guatemala, así como regiones norteñas de México y suroccidentales de lo que hoy es Estados Unidos.
Palabras claves :
Misionero, Predicador, Canonización
Cargo o principal ocupación:
Misionero y predicador
Nació:
El 18 de agosto de 1657 en Valencia, España.
Murió:
El 6 de agosto de 1726 en la Ciudad de México.
Padres:

1Juan Margil y Esperanza Ros

Resumen:

1Antonio Margil de Jesús se incorporó en 1673 a la orden franciscana y en 1682, a la edad de 25 años fue ordenado sacerdote, partiendo al año siguiente hacia la Nueva España, donde llegó a Veracruz el 6 de junio de 1683. Allí formó parte de los que, bajo la dirección del padre Antonio Llinaz de Jesús María, fundaron el convento de la Santa Cruz de los Milagros de Querétaro.

2 Posteriormente, Margil fue enviado a predicar en Guatemala y Nicaragua antes de ingresar a la región de Talamanca en la provincia de Costa Rica.
A fines de la década de 1680, Antonio Margil de Jesús, acompañado del fraile Melchor López ingresaron al “partido de Urinama”, ubicado en el alto Telire, territorio fronterizo de Talamanca, habitado por indígenas de la etnia cabécar, en la región del Caribe sur de la provincia de Costa Rica. A partir de Urinama procedieron a ingresar a Talamanca, donde, según Eduardo Enrique Ríos en:

bq. “un radio de un día de jornada a partir de Urinama, erigieron iglesias y reunieron a los indígenas en comunidades. También empezaron a abrir caminos, puesto que los senderos que conducían hacia el interior habían sido cubiertos por una maleza tan espesa que parecía como si tales caminos nunca hubiesen existido”.

3 Luego pasaron a San Mateo de Chirripó, donde se encontraba una pequeña guarnición de soldados. Aquí dejaron a otro fraile, Sebastián de las Alas, en tanto Margil y López, acompañados por una escolta de soldados, se internaron en territorio talamanqueño. Los frailes habían traído algunos ejemplares de ganado vacuno y porcino que, distribuyeron a los indígenas, junto con machetes, telas y otras mercancías. De esta manera lograron ganarse momentáneamente su confianza.

4 Poco a poco, según Mario H. Ruz, los frailes lograron que los indígenas que habitaban “los empinados riscos en que tenían formados palenques” empezaron a descender hacia “ las llanuras de aquellos valles”, donde se comenzaron a establecer los nuevos pueblos de reducción.

5 En una carta escrita en 1690 por fray Melchor López y fray Antonio Margil, dirigida al presidente de la Audiencia de Guatemala, ambos informan haber levantado nueve iglesias y estar prestos a construir otras entre los cabécares, los hujobor y los térrabas. Es probable que el optimismo de los frailes, tenía la intención de convencer a las autoridades de Guatemala de apoyar financieramente sus proyectos, pues en otra parte de su informe dicen que los indígenas que les servían de traductores, habían huido al propagarse el rumor de que se preparaba un ataque por parte de los indígenas hostiles a los frailes y que se daría muerte tanto a los frailes como a sus intérpretes. Los frailes indican que los indios empleados como intérpretes eran urinamas, es decir, de la etnia que desde más de una década atrás era empleada como mano de obra en las haciendas de cacao de Matina.

6 En 1691, el fraile misionero Margil declaraba haber establecido doce iglesias de techo y paja y haber bautizado a diez mil indios. Sin duda una exageración, acorde con la necesidad de resaltar la importancia de la labor misional, a fin de obtener apoyo financiero de la administración colonial. Igualmente daban cuenta de cómo la iglesia instalada en el pueblo de San José, entre Cabécar y Ujambor, había sido quemada por indígenas habitantes de las montañas, en donde vivían en ranchos rodeados de estacadas. Poco después, los frailes intentaron ascender a esos lugares, pero los indígenas los echaron a golpes.

7 Convencidos de no poder continuar su labor en Talamanca, los frailes cruzaron la cordillera, hacia la región del Pacífico Sur. Su intención era trasladar algunos de los teribes que vivían en la vertiente del Caribe. Desde Cartago, los frailes trajeron varias decenas de cabezas de ganado vacuno, para repartirlas entre los indígenas congregados en el pueblo de Boruca, así como llevar algunas hacia las montañas, con la intención de ganarse la confianza de los autóctonos.
A partir de Boruca, los frailes decidieron marchar hacia las montañas de Talamanca, guiados por indígenas exploradores. Planeaban ingresar en los fortificados palenques que se hallaban en las partes altas de las montañas. A los frailes Margil y López se les unió el padre Sebastián de las Alas, quien se encontraba en San Mateo de Chirripó. Los frailes primero entraron en Urinama para de allí dirigirse hacia lo que llamaban “los más apartados lugares” ubicados en las cumbres montañosas, donde se refugiaban los indígenas que se oponían rotundamente a cualquier tipo de colaboración con los españoles. Allí disponían de empalizadas, que los españoles llamaban “estacadas”.

8En 1691, según Stephen Webre, un grupo de indígenas rebeldes quemó la iglesia y expulsó a los frailes de uno de los pueblos. En septiembre del mismo año, Margil y López se declararon convencidos de que en Talamanca ya no había indígenas paganos. En ese momento recibieron órdenes de trasladarse hacia Querétaro. Sin embargo, cuando llegaron a Santiago de Guatemala, recibieron contraorden. Fue en ese momento cuando el obispo de Guatemala, fray Andrés de las Navas y Quevedo intervino para que no regresaran a Talamanca, como tenían pensado y les solicitó que se dirigieran a la frontera chol, en el Petén.

9 Aunque teóricamente este territorio estaba asignado a la orden dominica, los franciscanos aceptaron, trasladándose hacia Cajabón en la Verapaz, donde establecieron su base de operaciones en el Convento de Santo Domingo.
Los frailes Melchor López y Antonio Margil pasaron los años de 1692 a 1694 en la selva guatemalteca, convirtiéndose en una fuente importante de informaciones y consejos para las autoridades civiles encargadas del desarrollo de una política efectiva para la reducción de los grupos indígenas de la región. Algunos investigadores como Jan de Vos han planteado que, luego de fracasar en su intento de reducción pacífica de los indígenas, Margil se haya decidido a favorecer la guerra como medio de conquista, interpretación que ha sido cuestionada por el historiador Stephen Webre. En enero de 1695, Margil regresó al área chol, esta vez como capellán de la expedición militar capitaneada por el presidente y capitán general de la audiencia de Guatemala, don Jacinto de Barrios Leal (1688-1695). Dicha entrada no dio resultado. Habiéndose enfermado, Barrios Leal abandonó el campo y a los misioneros para regresar a la ciudad de Santiago, donde poco después falleció.

10 Nombrado guardián del colegio de Querétaro, Margil volvió a esa ciudad en 1697, pero por el año de 1701 estuvo de nuevo en Centroamérica, donde se gestionaba, según Pedro Pérez Valenzuela, la fundación de un colegio de misioneros en la ciudad de Santiago de Guatemala. Posteriormente regresó a Talamanca, pero en 1706 abandonó la región para trasladarse nuevamente al Colegio de Santa Cruz de Querétaro.

11 A comienzos de 1707 fue enviado hacia Zacatecas donde fundó y presidió el Colegio de Nuestra Señora de Zacatecas. A partir de ese momento, jugó un papel importante en la evangelización de la frontera norte de la Nueva España, y muy particularmente de la provincia de Texas, por cuyo motivo es venerado hoy por la población católica del suroeste de los Estados Unidos.

12 En 1716 acompañó la expedición de Domingo Ramón encargado de establecer las misiones franciscanas en el este de Texas. Debido a una enfermedad que lo postró no llegó allí hasta julio de 1716, cuando ya se habían establecido cuatro misiones en la región. El fraile Margil supervisó la fundación de las misiones de Nuestra Señora de los Dolores y de San Miguel de los Adaes, cerca de la frontera con la colonia francesa de Luisiana, con lo que se completaron las misiones franciscanas bajo control del Colegio de Zacatecas. Luego de una retirada de los españoles de la región del este de Texas en 1719, al año siguiente Margil logró fundar la misión más exitosa de Texas, la de San José y San Miguel de Aguayo, conjunto monumental arquitectónico que se conserva hoy como unidad histórica y turística del Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos.

13 En 1722 Margil fue llamado de nuevo a México para servir de guardián del Colegio que había fundado. Al final de tres años de servicio (1722-25) Margil reasumió su trabajo de misionero, pero murió al año siguiente en la Ciudad de México, el 6 de agosto de 1726.

14 Desde hace más de dos siglos se introdujo en Roma su causa de santidad, por lo que como afirma Stephen Webre, la documentación sobre la vida de Margil es abundante y relativamente accesible. De acuerdo con Webre, existe en inglés, con el título de Nothingness Itself: Selected Writings of Ven. Fr. Antonio Margil, 1690-1724, traducido por Benedict Leutenegger, O.F.M., un compendio de sus escritos. Este libro, según Webre es una fuente provechosa para los especialistas en historia centroamericana como los que se dedican al estudio de la frontera sudoccidental de los Estados Unidos, aunque contiene errores y las traducciones no son siempre fiables. Según este investigador también, existe una serie de colecciones de microcopias y traslados mecanografiados en varios lugares, notablemente en la Colección France V. Scholes (CFSV) de la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad Tulane, Nueva Orléans, y en la Old Spanish Missions Historical Research Collection (OSMHC), la cual se conserva en la biblioteca de la Universidad Our Lady of the Lake, San Antonio, Tex. También existe una colección de materiales margilianos en la Biblioteca Benson de la Universidad de Texas, cuyos fondos parecen relacionarse exclusivamente con las últimas décadas de la vida de fray Antonio.

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