Ficha n° 2248

Creada: 21 septiembre 2009
Editada: 21 septiembre 2009
Modificada: 10 octubre 2009

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Autor de la ficha:

Susy SANCHEZ RODRIGUEZ

Editor de la ficha:

Felipe ANGULO

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Autobiografía y reconstrucción histórica en Sueños del corazón de Violeta Chamorro

Este artículo analiza la auto-bio-grafía de la primera presidenta electa de América Latina, Violeta Barrios de Chamorro. Una autobiografía oficial que, cumpliendo el papel de monumento textual, buscó perennizar su presencia en la historia nicaragüense. En la tarea de de-construir el discurso autobiográfico, hacemos uso de las nociones de genealogía, esgrimida por Foucault, así como el concepto de rizoma propuesto por Gilles Deleuze y Felix Guattari. Si la “voz oficial” cuidadosamente enhebrada en Sueños del Corazón sugiere una continuidad bien estructurada a través del tiempo, así como un árbol genealógico personal y familiar prestigioso, una metódica visualización de la misma desmonta esta narrativa oficial, apareciendo la emergencia de rizomas, ya sean degenerados o subversivos.
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Autor(es):
Susy Sánchez
Fecha:
Septiembre de 2009
Texto íntegral:

1

introducción

2Este trabajo analiza la auto-bio-grafía de la primera presidenta electa de América Latina. En la Nicaragua de 1990 la oposición política a los Sandinistas liderada por una mujer, la reconocida viuda de Pedro Joaquín Chamorro, Violeta Barrios de Chamorro, triunfó en las elecciones. Casi al concluir su mandato presidencial, la gobernante decidió publicar sus memorias. Una autobiografía oficial que, cumpliendo el papel de monumento textual, perennizara su presencia en la historia nicaragüense. Como ella misma lo señaló: “Para el pueblo de Nicaragua he escrito este libro1”. El texto en general es un terreno fértil para un análisis histórico y literario. Es una narrativa que recopila y presenta un “texto autobiográfico” en el cual la vida es ficcionalizada, pero donde la ficción parte de lo real. Así se produce la ficcionalización de la biografía y la historización de la experiencia personal2.

3Nuestro análisis parte de la premisa según la cual la ficcionalización y la historización son dos procesos que pueden tener existencia propia, pero que hay circunstancias construidas en las que ambas convergen. En este proceso interactivo, un elemento esencial es la memoria. La memoria es discontinua, incompleta, múltiple y contradictoria3. Entones se entiende que la reconstrucción de un pasado atraviesa por un constante trajinar entre el ser y su posición en el universo, entre retóricas disquisiciones y el rescate de los más profundos avatares existenciales. La memoria en sí es un campo de batalla donde el presente se enfrenta al pasado, pero a su vez donde el pasado es utilizado para construir un modo de soñar el futuro4.

4Esta idea de memoria como elemento esencial en la (re) construcción auto-bio-gráfica guarda estrecha vinculación con el concepto de genealogía de Michel Foucault. Foucault en sus reflexiones sobre el concepto nietzschiano de genealogía, distinguió dos perspectivas definitorias. Estos son el Herkunft (el origen) y Enstehung (la emergencia). Foucault entendió por Herkunft la articulación del cuerpo con la historia: es decir la procedencia, el legado que se hereda. Mientras que Enstehung, por el contrario, denota el surgimiento o el ingreso de otras fuerzas en la escena histórica. En síntesis es una irrupción o erupción5. Foucault destaca “el tono grisáceo” de la genealogía, enfatizando “el ambiente de pergaminos enredados y confusos dentro del cual se desarrolla, y finalmente destaca el carácter palimpséstico de este discurso histórico-familiar6”.

5Por lo tanto, la noción de genealogía que seguimos en el análisis autobiográfico de Violeta Barrios de Chamorro, tiene un carácter transgresivo, enfatizando la discontinuidad y la subversión. Así la “voz oficial” cuidadosamente enhebrada sugiere una continuidad bien estructurada a través del tiempo. Sin embargo, una metódica visualización de la misma demuestra que la auto-bio-grafía es un palimpsesto. Siguiendo esta idea y asumiendo al mismo tiempo la autobiografía como metaforización de la historia personal-familiar, hallamos una estrecha conexión entre autobiografía-genealogía y rizoma. El paradigma rizomático planteado por Gilles Deleuze y Felix Guattari, propugna un conocimiento contestatario al paradigma arborescente. El rizoma subvierte el orden trazado por la metáfora arbórea, rompiendo la jerarquía pre-establecida. Como modelo interpretativo destaca la inexistencia de líneas de subordinación jerárquica, en el que cualquier otro elemento puede afectar o ejercer influencia. El rizoma carece de centro y ejerce resistencia contra el modelo jerárquico. El paradigma rizomático está regido por principios básicos como conexión, heterogeneidad, multiplicidad y ruptura a-significante7.

6Pretendiendo fusionar los conceptos esgrimidos, tales como autobiografía, genealogía y rizoma, este trabajo plantea que la autobiografía de Violeta Barrios de Chamorro patentiza el deseo por representar en círculos concéntricos la historia personal, familiar y nacional bajo el paradigma tradicional del “árbol genealógico”. No obstante, como se verá, a pesar de los esfuerzos desplegados por la narrativa de la protagonista en construir con precisión histórica un discurso genealógico, éste se diluye. Una lectura transversal del texto de-construye la genealogía tradicional preestablecida. Esta lectura demuestra que la narrativa “genealógica tradicional” en esencia es rizomática, presentándose pliegues y erupciones. Sueños del corazón pretende trazar una genealogía armónica, pero en realidad ésta es múltiple, contaminada y subversiva. Nuestro trabajo se inicia estableciendo la relación entre autobiografía y reconstrucción histórica, luego, teniendo como hilo conductor “el líquido sanguíneo”, presenta la invención de un árbol genealógico tradicional. Posteriormente, examina los pliegues de la arquitectura genealógica simbolizada en la casa familiar. Finalmente, nuestro trabajo concluye proponiendo una explicación de la emergencia de la realidad rizomática en la auto-bio-grafía a partir de la emergencia de un rizoma degenerado y otro subversivo.

Auto-bio-grafía y reconstrucción histórica

7María Soledad Fernández Utrera, al analizar los paradigmas de hibridación en el arte y la narrativa de la vanguardia española, señaló que “el yo viviente que reconstruye la memoria, la escritura, es un yo “polimorfo”; vegetal como un árbol infinitamente ramificable y complejo8”. En efecto, en Sueños del corazón, a través de los “reconocimientos” se visualiza la constitución de un árbol textual. Si bien la autobiografía presenta la autoridad de una voz, de forma explícita se anuncia que la escritura del libro es el resultado de la negociación de varias escrituras. La protagonista menciona a los artífices en la “fabricación del texto”:

8También deseo dar las gracias a Guido Fernández y Sonia por ayudarme a expresar mis sentimientos en palabras. Guido elaboró un primer borrador manuscrito en español, que fue ampliado por Sonia, quien a su vez proporcionó el contexto histórico para el libro con la ayuda de Cristiana. Luego, Sonia redactó en ingles y lo repasó conmigo, con Cristiana y Bob Bender jefe de edición de Simon &Schuster;9.

9Este fragmento devela una hilvanada textualidad auto-bio-gráfica. Constatamos la multiplicidad de protagonistas cobijados en la sombra del árbol que tiene como figura protagónica a Violeta Barrios de Chamorro. Es la historia de una persona, pero que ha sido elaborada, escrita y traducida por otros autores. Los verbos que denotarían una escritura genealógica de carácter palimpséstico serían: producir, aumentar y traducir/escribir. La versión en español fue “producida,” es decir, fue dictada en español y luego editada. Posteriormente, esta primera ficción sufrió añadidos significativos, ya que “fue aumentada” y nutrida con la inclusión del “contexto histórico”. Se impone un proceso de reconstrucción histórica obligada, que puede ser tipificado como una prótesis fabricada, que se intercepta con la historia original. La vida personal que fue dictada y recreada, fue unida a la historia nacional rescatada de los archivos. No importaba solo narrar la historia de Violeta Barrios de Chamorro, o de la familia Chamorro; era necesario “reencontrar” e inscribir la vida personal en la historia de Nicaragua. El “contexto histórico” fue localizado en los archivos del periódico La Prensa, propiedad de la familia Chamorro desde 192610. Se entiende que la acumulación de evidencias fácticas otorgaría validez y legitimidad a la autobiografía. Posteriormente, la fabricación de la auto-bio-grafía significó el añadido de otro “parche,” cuando ésta fue traducida al inglés. Paradójicamente esta versión fue la que apareció primero, un año antes de la versión en español11. Por lo tanto, podemos argumentar que la autobiografía es un palimpsesto textual y un palimpsesto de memoria.

10Violeta Barrios de Chamorro es el resultado de un proceso de metamorfosis identitario en el cual la protagonista que “narra” su historia, sufre una serie de mutaciones y transformaciones, como ella misma lo asume y traza:

11Mi metamorfosis, de madre y esposa a viuda del líder sacrificado de la oposición, y finalmente, en febrero de 1990, a presidenta democráticamente elegida de un país, fue el resultado último de más de veinticinco años de lucha tenaz y desafiante contra una dictadura militar12.

12Ella tuvo una cadena amalgamada de identidades, en la que aparece el poder definitorio de las figuras patriarcales:

13Durante toda mi infancia y adolescencia, la gente solía decir que yo era una Barrios en todos los sentidos de la palabra, alta como mi padre, y con sus mismos ojos y pelo oscuros. Ahora que tengo ya casi setenta y siete años, y con mi pelo blanco, mis hijos me dicen que mi aspecto es exactamente igual al de mi madre13.

14Posteriormente, como consecuencia de su enlace nupcial con Pedro Joaquín Chamorro, periodista y prominente líder opositor de la dinastía somocista, Violeta Barrios experimentó una mutación radical que la marcó eternamente, como ella lo expresó:

15De este modo es como llegué a formar parte del intenso y refinado clan de los Chamorro, (….) Había entre ellos un aire de orgullo casi imperial y una obsesión por la política que parecía consumir a toda la familia. Todo eso contrastaba claramente con mi inocencia rural y la forma sencilla y espontánea con la que había vivido hasta entonces. (…) Fue entonces cuando dejé de ser Violeta Barrios, o, dicho más formalmente: Violeta Barrios Torres Sacasa Hurtado, y me convertí en Violeta Barrios de Chamorro14.

16Estos fragmentos presentan una genealogía personal que se reescribe. Primero ella es solamente Barrios, pero antes de ser incorporada al clan Chamorro, hay una afirmación hiperbólica de la familia. Ella menciona cuatro apellidos, cuando antes sólo mencionaba uno. Esta apropiación aristocrática de los apellidos de sus padres, sugiere la mimetización del apellido Sacasa. Tanto su madre como ella también eran parte del clan de los Sacasa, quienes a su vez estaban emparentados con los Somoza a través del matrimonio Somoza-Debayle. La esposa del dicatdor Anastasio Somoza García era Salvadora Debayle Sacasa. Indudablemente, esta mimetización del apellido Sacasa resultaba lógica, ya que los Chamorro Cardenal eran los principales enemigos políticos del régimen somocista. Posteriormente, a consecuencia del asesinato de su esposo ocurrido en 1978, la protagonista en parte recuperó una identidad “momificada” y fue reconocida como Violeta Barrios de Chamorro. Esta identidad que implica trazos genealógicos presenta a un sujeto que se va construyendo en el proceso mismo de la escritura, ya que la vida narrada es siempre una interpretación de la experiencia personal, un sistema de significación sobre el que se monta la estructura narrativa.

17En 1990, el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro se auto-proclamó como el gobierno de la reconciliación nacional en Nicaragua. La autobiografía como monumento textual buscaba perennizar la reconciliación política experimentada durante su gobierno (1990-1997). Por lo tanto, la autobiografía tenía la misión de demostrar que Violeta Barrios de Chamorro estaba destinada a ser lo que fue. Tanto su historia personal y familiar la habían preparado para liderar el desafío que tuvo que enfrentar. Ella encarnaba un legado, un linaje bio-político. Por ello el texto autobiográfico presenta paréntesis históricos de la vida personal de la protagonista que son usados para puntualizar la capacidad reconciliadora de la Presidenta. El clímax de esta predestinación genealógica y bio-política lo constituye la celebración de su matrimonio con Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, acontecido en 1950:

18En cierto sentido, mi boda constituyó algo así como un acontecimiento social. Se podría afirmar que fue un encuentro de reconciliación, porque en la misma mesa se sentaron granadinos y leoneses, los dos bandos opuestos en las guerras civiles que habían ensangrentado el país desde la independencia. Pudieron brindar por la felicidad de Pedro y por la mía propia sin terminar a golpes unos con otros ni restregándose las heridas15.

19Este fragmento demuestra cómo la autobiografía en tanto ficción y escritura incorpora a la historia como imaginación. La protagonista construye una alianza simbólica entre el gobierno de reconciliación nacional que lideró a partir de 1990 y su enlace nupcial ocurrido 40 años antes. A todas luces su unión con Pedro Joaquín Chamorro es convertida en evento histórico nacional. La autora construye una geografía imaginaria de armonía y paz social. No obstante, se perciben las disputas y rivalidades entre la Conservadora Granada y el León Liberal. Si bien la autora ficcionalizó el matrimonio como símbolo de la primera reconciliación nacional ocurrida en Nicaragua, la alusión a las guerras sangrientas entre Conservadores y Liberales no es una metáfora inventada. Está ampliamente documentado que desde los primeros años de la vida nacional Nicaragua vivió en una secuencia incesante de conflictos entre conservadores y liberales. Por lo tanto para mediados del siglo XX, tiempo en el cual Violeta Barrios contrajo matrimonio, ambos partidos habían protagonizado luchas encarnizadas por el poder, con caudillos autoritarios que no dudaban en derrocar al partido en el gobierno. Para 1950, Nicaragua era gobernada por Anastasio Somoza García, quien tenía el mando supremo desde 1936. Los Somoza así como parte de los Sacasa y los Zelaya eran liberales. En contraste, los Chamorro y los Cardenal representaban las familias más selectas del conservadurismo en Nicaragua. De no haber sido por la dictadura somocista, Pedro Joaquín Chamorro, esposo de Violeta Barrios de Chamorro, hubiera sido Presidente de Nicaragua. Ya otros Chamorro habían ocupado el sillón presidencial en el siglo XIX. En 1950 Violeta Barrios, desde este momento Violeta de Chamorro, pasaba a integrar las filas del Partido Conservador, no tanto por militancia política, sino por matrimonio.

20Asimismo, como la protagonista lo admite, casarse con Pedro Joaquín Chamorro redefinió su concepto de familia. Desde ese momento y secundando los ideales políticos de su esposo, llegó a considerar “como mi gran familia” a todos los nicaragüenses. En este contexto ella emerge como la madre de Nicaragua16. En términos de Ana Patricia Rodríguez, esta auto-representación amplificada de la protagonista sería una estrategia memográfica para inscribirse en la historia, un Yo que lucha por autorizarse y transforma la escritura autobiográfica en una práctica política, porque no sólo es una persona o un personaje político, en términos simbólicos y subliminales, ahora la protagonista asume y se auto-representa como la encarnación de la nación17. Ya Lorraine Bayard de Volo ha enfatizado la proyección de una imagen maternal de Violeta Chamorro capaz de lograr la paz para Nicaragua a través de las páginas de La Prensa. El ser una gran madre y haber experimentado en carne propia el sacrificio le configuraban un aura de superioridad política18. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la auto-representación de la protagonista como la madre de Nicaragua, hace posible circunscribir este texto autobiográfico como un intento de convertirse en ícono textual fundacional, ya que busca un enlace simbólico con las generaciones futuras. La protagonista debía construir, concatenar y revelar una genealogía que la legitimara en el presente pero que en especial redimensionara su figura hacia el futuro.

La sangre como destino manifiesto: la invención de un árbol genealógico

21En esta parte del trabajo nos apropiamos del proyecto político norteamericano conocido como “el destino manifiesto” en el siglo XIX, con la finalidad de explicar el proceso de invención de un árbol genealógico en Sueños del corazón. Foucault señala que el Herkunft es el equivalente a la filiación ancestral a un grupo, basado en lazos de sangre, tradición o clases sociales, incluyendo asimismo la raza. En efecto, en el discurso de Violeta Barrios de Chamorro se identifica la importancia simbólica de la sangre, del linaje. Una sección que muestra el paradigma “arbóreo” usado en el texto autobiográfico es la dedicatoria que dice:

22A mi difunto esposo,
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal,
y a mi nieto Marcos Tolentino, quienes
me enseñaron una lección de amor y coraje que
no olvidaré jamás, y a mis nietos,
Valentina, Sexto Pedro Joaquín, Sergio Antonio, María Andrea,
Violeta Margarita, Fadrique Damián, Mateo Cayetano,
Cristiana María, y Antonio Ignacio, Luciana Fernanda,
Andrés Eugenio, para que algún día se sientan
inclinados a contribuir, en la medida que sea, a ayudar
a Nicaragua a ser tan libre y hermosa como sus abuelos
desearon que fuera.

23 El texto citado amalgama el pasado y el futuro. El árbol genealógico comienza por el patriarca asesinado, Pedro Joaquín Chamorro, el cual está unido con otro héroe familiar, el nieto que murió de cáncer, llamado Marcos Tolentino. Ambos son los eslabones iniciales en la narración de la vida oficial de la primera presidenta de Nicaragua. Pero inmediatamente, hay un viraje trascendental. El texto se refiere a los nietos. Formalmente hay un quiebre generacional. La protagonista no menciona con nombre propio a sus cuatro hijos en este momento. A continuación se inicia el desfile de los nietos. Sin embargo, cabe indicar que la ubicación de los mismos en el árbol genealógico está en función al estricto orden de los hijos. Los hijos constituyen una generación que es eludida, pero que a la vez se convierten en mediadores de una nueva generación futura. Los primeros nietos mencionados son la progenie del hijo mayor Quinto Pedro Joaquín, luego los de Claudia Lucía Cayetana, después los de Cristiana y finalmente los de Carlos Fernando, el menor de los Chamorro Barrios. La única hija directamente mencionada es Cristiana María y el esposo de ésta, Antonio Lacayo.

24 Los momentos narrativos más trascendentales que reflejan el afán por la construcción de un árbol genealógico están plasmados en el primer capítulo del libro. Aquí, se enfatiza y valoriza el simbolismo de la sangre como encarnación del linaje, un proceso que tiene claras connotaciones eugenésicas, pretendiendo remarcar la herencia hispana de la familia Chamorro Barrios, tal como lo revela el siguiente fragmento:

25Tanto Pedro como yo somos descendientes de hombres que ocuparon los escalones más altos de la estructura social de Nicaragua, que todavía subsistía cuando yo nací el 18 de Octubre de 1929. La nuestra era una clase dominante de criollos de origen europeo (hijos de españoles nacidos en América) en la que el nacimiento determinaba el estatus. Éramos terratenientes y generales, los patrones de los labradores ladinos; es decir mestizos, de blanco e indio, la mayoría de los cuales procedían de las tribus indias Nahualt o Chorotega19.

26La autora enfatiza su ascendencia europea y la hegemonía económica y social de su familia. En forma paralela, ella construye una barrera étnica y social infranqueable. Si bien la autobiografía reconoce el pasado indígena de Nicaragua, representado por los chorotegas y los nahualt, a quienes incluso llegó a distinguir como civilizados a los primeros y a los nahualt como dictatoriales, la autora destaca la diferencia entre los indígenas y la sangre española que ella encarna. No hay posibilidad de hibridez, en un país en el que la mayoría de la población se ve y se asume como mestiza20. La presidenta de la reconciliación de Nicaragua es blanca y procede de una familia que siempre tuvo un rol hegemónico sobre los ladinos, es decir los mestizos. Violeta Barrios era descendiente de Francisco Sacasa, un español que llegó a Nicaragua a mediados del siglo XVIII. De acuerdo a los relatos familiares de la protagonista, Sacasa tuvo una participación estratégica en la defensa de Nicaragua contra los piratas ingleses, viviendo posteriormente en Granada. Sin embargo, el bisabuelo de la protagonista, Francisco Sacasa y Méndez, decidió alejarse de los conflictos bélicos e instalarse en la ciudad de Rivas. Del hermano de éste, Juan Bautista Sacasa, su hijo y su nieto también llegaron a convertirse en presidentes de Nicaragua21. Posteriormente, se anuncia con claridad el destino manifiesto de Violeta Barrios de Chamorro. Ella encarna una simbiosis biológica, política y social que la predispusieron para liderar un proceso de transformación en el país de Rubén Darío, construyendo una legitimidad histórica entre la independencia política de Nicaragua, sus lazos familiares y su futuro político:

27(...) nací en el seno de una familia de hombres que habían dirigido los movimientos secesionistas de 1811 contra la Corona española y combatido en la guerra de Independencia de 1821: estaba llamada a cumplir los sueños republicanos de mis antepasados. El día que conocí a Pedro, un apasionado de