Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1Este libro, una colección interdisciplinaria de siete ensayos, como todo libro, puede leerse con distintos ojos, sensibilidades y más. Esta colección de ensayos reúne a autores que incluyen dos historiadores natos (Luis Pedro Taracena y Jose Cal), un geógrafo-historiador (Aaron Pollack ), una filósofa, con énfasis en letras (Aida Toledo), y tres ensayistas catalogados en un apartado al final del libro como investigadores que transitan entre variadas tradiciones de las Ciencias Sociales contemporáneas: estudios latinoamericanos y la historia de las mujeres (Ana Lorena Carrillo), antropología social (Edgar Esquit) y la sociología (Edgar Ruano Najarro). La portada del libro esta bellamente diseñada por Julio Broca, diseñador grafico mexicano residente en Puebla. La portada representa un hombre maya, sentado, piernas medias cruzadas, con el puño en alto que, según Roca, “no habla de sumisión ni arrodillamiento.”

2A esa diversidad los autores traen cierta homogeneidad nacioetnica, con la excepción de Pollack, quien es identificado en el texto mismo como, “estadounidense.” Los otros son identificados como dos guatemaltecos (Taracena, Najarro y Toledo), un guatemalteco-español (Cal), una guatemalteca-mexicana (Carrillo) y un Kaqchikel (Esquit). A nivel individual, esa variedad disciplinaria representa una fortaleza de la colección. Sin embargo, en su conjunto, dado los propósitos de la colección, esa variedad simultáneamente representa una debilidad estructural, problemática que de alguna manera solventa el muy lúcido ensayo de Presentación de apenas 13 paginas redactado por Taracena; a lo mismo contribuye el ensayo de Carrillo, cuyo subtítulo es, “a manera de Introducción”. De hecho, uno de los aportes de los ensayos de Cal y Carrillo reside en las ricas Bibliografías que nutren sus trabajos. No obstante, es el ensayo de Taracena que le permite al lector encontrar una coherencia global a la colección en sí.

3Al reseñar un libro, siempre debe tomarse en cuenta el o los propósitos explícitos y fundamentales del mismo, en este caso, tomar en serio el subtítulo, “perspectivas historiográficas” sobre motines y rebeliones indígenas en Guatemala en general y simultáneamente las magnas obras de Severo Martinez Peláez, La Patria del Criollo y Motines de Indios, en sus distintas ediciones desde 1970 y 1985. Este libro se puede reseñar bajo marcos conceptuales y tradiciones historiográficas distintas, entre aquellas en que se ubica el libro mismo según la ejecutora editorial, la centroamericana y en particular la guatemalteca, y/o se puede situar dentro de historiografías latinoamericanas, norteamericanas y europeas más ampliamente. Por lo tanto el cometido del reseñador en este caso debe partir desde la nocion de “perspectivas historiográficas”.

4La historiografía es una rama de las ciencias históricas (quizás peque por tradicionalista) cuyo objetivo fundamental es analizar la investigación, y argumentación del pasado o un pasado dado, evaluar sus recursos evidénciales y las presunciones teóricas que fundamentan alguna indagación histórica. Ello se puede concentrar en un suceso particular, sea este el caso la matanza en Tacaná en 1937, en el Departamento de San Marcos en Guatemala (el ensayo de Najarro) o San Andrés- Patcizia en 1944 el Departamento de Chimaltenango (el ensayo de Toledo) o, sucesos en un largo plazo, motines y rebeliones en Guatemala desde la colonia hasta el siglo XX.

5En esta colección esta última modalidad es representada por en el ensayo de Pollack. Este cubre, en 37 paginas, motines y rebeliones en Guatemala entre 1700-1840, minuciosamente y orgánicamente dialogando con la historiografía por y sobre Martinez Peláez tal como se aborda en los aportes por Cal y Carrillo. Desde la perspectiva del título del libro, y lo que comprendemos por “historiografía”, el ensayo de Pollack en esta colección cumple su cometido cabalmente; tambien lo hacen los trabajos de Cal y Carrillo. El resto de los ensayos, aquellos escritos por Najarro, Esquit y Toledo, lo logran en mucho menor grado; Esquit sí le dedica ocho páginas críticas a la historiografía de motines y rebeliones como tal (págs. 132-141), pero representa poco texto de casi 40 páginas. El texto de Toledo es una valorización sobre una novela “histórica” titulada El Misterio de San Andres publicada en 1996, obra del guatemalteca Dante Liano. La misa “alude a un tabú de la conciencia nacional guatemalteca, la masacre de Patzicia,” (pág. 204), y se limita más a un análisis literario que concentrarse en una valorización historiográfica en sí.

6Por su parte, Najarro, cuyo minucioso ensayo sobre Tacaná en 1937, de 40 páginas, ofrece quizás el más novedoso aporte desde el punto de vista de su documentación archivística y su recurso evidenciario original. Sin embargo, Najarro es quien menos dialoga con la historiografía sobre motines y rebeliones en Guatemala y no digamos más allá, aquella resumida y detallada en los aportes por Taracena, Carrillo y Toledo. El texto dedicado a su “Bibliografía” (pág. 201) no registra casi ninguna referencia historiográfica, teórica, o metodológica resaltada, en su variedad de debates, por Taracena, Carrillo o Cal sobre Martinez Peláez; Najarro sí registra las dos magnas obras Peláez, La Patria del Criollo y Motines de Indios, pero su aporte es más detallar y documentar lo sucedido en Tacaná en 1937. Los nexos con la problemática historiografía se hubiese nutrido con más texto dedicado al legado de 1937 sobre la vida política de Miguel Ydígoras Fuentes, en particular su presidencia entre 1958 y 1963, y sus políticas ante las relaciones inter-etnicas en esa coyuntura.

7A manera de conclusión….Aunque de manera implícita, ya hemos resumido los logros y contrariedades de esta colección de ensayos. Cada ensayo en si goza de importante valor y aporta a la problemática de motines y rebeliones en Guatemala, tomando como punto de partida las obras más importantes de Severo Martinez Peláez. Sin embargo, la colección en sí carece de organicidad y dialogo explicito entre sí; a veces este lector percibe que si bien los trabajos se originan en diálogos en el marco de la “Catedra libre Severo Martinez Peláez,”, FLACSO-Guatemala, los aportes publicados evaden registrar los resultados y retroalimentaciones de las conversaciones. Se carece de un hilo conductor reiterativo e explícito, sobre todo entre los ensayos de Pollack, Esquit, Najarro y Toledo. Esta problemática de alguna manera se matiza un tanto por dos razones: primero, la coherencia temática y contextos historiográficos que rescata e impone Taracena a todos los ensayos en su “Presentación,” y segundo, “El Acercamiento” que conjuntamente representan los trabajos de Carrillo y Cal al comienzo de la colección tambien colaboran en ese sentido.

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