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AFEHC : transcripciones : Sermón por el R. P. M. Dr. Fr. José Antonio Goicoechea, Ex. Provincial de S. Francisco : Sermón por el R. P. M. Dr. Fr. José Antonio Goicoechea, Ex. Provincial de S. Francisco

Ficha n° 4274

Creada: 24 mayo 2016
Editada: 24 mayo 2016
Modificada: 24 mayo 2016

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Sermón por el R. P. M. Dr. Fr. José Antonio Goicoechea, Ex. Provincial de S. Francisco

El fraile José Antonio Goicoechea publicó este sermón en una fecha que ignoramos con precisión aunque se menciona la crisis política del 2 de mayo de 1808 y sabemos que el fraile murió en 1814. En este sermón el fraile asume un discurso tradicional poniendose en defensa de los patriotas que caen en España ante las tropas de Napoleón. Aunque el fraile Goicoechea es bastante conocido por el papel que jugo en la difusión de la Ilustración en el Reino de Guatemala, se conoce poco este sermón conservado en la colección Valenzuela de la Biblioteca Nacional de Guatemala, sermón cuyas letras demuestran su plena adhesión al sistema colonial español.
Palabras claves :
Sermón, Predicación, Napoleón
Autor:
José Antonio Goicoechea
Fecha:
1808-1814
Paginas:
9 folios
Texto íntegral:

1SERMON por el R. P. M. Dr. Fr. José Antonio Goicoechea, Ex. Provincial de S. Francisco

2Judas Macabeo envió a Jerusalem doce mil dracmas de plata, para celebrar un sacrificio por los pecados de los muertos en la guerra: por que consideraba que entre ellos habría mucho que hubiesen acabado la vida con sentimientos de piedad, dejando un repuesto de gracia, y merecimiento. Palabras del libro 2 de los Macabeos, al capitulo 12.

3Ya veis, Señores, el juicio y solidez con que la Sagrada Escritura nos enseña a elogiar el merito de los difuntos militares. No dice que celebremos el santo sacrificio, y ocupemos la tribuna para elogiar el valor, la intrepidez, y la constancia con que los valientes guerreros arrolaron, y deshicieron a los enemigos de la Nacion; sino para que ponderemos con dignidad y criterio los rectos fines é intenciones que los llevaron a derramar la sangre, y despreciar su vida. Señores venerados mios, la bravura, la resolución, y la firmeza en el acto de la pelea, son cosas muy naturales a un corazón noble y magnánimo. La dificultad misma que se le opone, le comunica brios, y le sirve de aguijon: como se halla en el palenque, y que de su fondo lo ha de sacar todo, se llena de si mismo, y aun ama ciegamente su peligroso destino. Como para cobrar fama de valiente solo necesita sostener por unas pocas horas, para estas se apuntala, recopila todas sus fuerzas, y las arriesga de una vez, embidando con todo el resto. Y si no entremos con tiento [sic], y pausa por los desvanes interiores de la imaginación de un soldado, traseguemos los huevos departamentos de aquella cabeza, y examinemos con cuidado [fol. 1] propio lo que ennoblece sus acciones. Sin esto no me veríais pronunciado sus honras en la catedra de la verdad; y si lo hago con gusto es porque puedo con un Escritor sagrado asentar por argumento de mi oración, Que nuestros difuntos españoles acabaron por su carrera gloriosa exercitando la piedad azia la patria1 considerahat quod hi qui cum pietate dormitionem acceperant optinam haherent repostam gratiam. En promover este asunto llevo tres ventajas apreciable. Primera, que estáis mas enterados que yo en los por menores de nuestra guerra: segunda que me escuchareis con gusto por que la justicia me obliga a elogiar nuestros españoles: y tercera, que me vais a ayudar a implorar la gracia que necesito para el acierto por medio de Maria Señora nuestra.

4AVE MARIA

5Se me censuraría con razón, si para hablar de la piedad con qué y por qué murieron españoles, no dixese antes que cosa es la piedad. Debe ser muy noble y hermosa esta virtud, quando la encontraron digna nuestros finados de tan costoso, y sangriento sacrificio. Es en efecto la piedad una virtud la mas apreciable de que se pueden gloriar los séres racionales: como consiste esta virtud en dar a nuestra patria, y padres pruebas de nuestro agradecimiento, por lo grande del objeto se reconoce su nobleza. Es la patria aquella madre amorosa, que vela sobre nosotros desde antes de nacer, que nacidos nos recibe con aprecio en sus regazos, y que allí nos fomenta, y nos consuela. La patria nos ha puesto un Rey, Magistrados, y muchos brazos siempre prontos, y con espada en mano para defendernos de quien nos quiera hacer mal, para castigar a quien nos lo hace, para asegurar casas, familias, bienes y propiedades, y para conservarnos en esta dicho libertad en que vivimos sin temor, y sin recelo, [fol. 2] comiendo cada hijo de su madre a la sombra de su parra, o de su higuera; por valerme de la expresión de la Escritura hablando de la patria de los hijos de Jacob en los felices tiempos de Salomon2: absque timore ullo, unusquisque subpite sua sub ficu sua3 Santo Tomas no duda comparar la virtud de la piedad azia la patria con la nobilísima virtud de la religión. Porque asi como esta nos debemos dirigir a Dios con los tres actos de fe, esperanza, y amor, asi por la virtud de la piedad debemos obsequiar la patria con otros tres actos, que son amarla, servirla, y defenderla.

6Señores, si hay muchísimos que no se acuerdan de la patria, que no la aman, ni le tributan las efusiones de su reconocimiento, consiste en que nos hemos aconstumbrado a dejarnos servir de la patria para nuestras hermosas caras: es decir que no reparamos en los infinitos inapreciables beneficios que de ella recibimos. Quiero reprender la crasa ignorancia en que viven los mas, de que la piedad y amor a la patria es una especial virtud, es una obligación tan fuerte como pagar lo que debemos: es un contrato perfecto, y honeroso, de que resulten obligaciones a las dos partes contratantes, que somos nosotros por una parte, y por la otra la patria que nos mantiene: y finalmente es un derecho natural y divino que todos debemos reconocer. Yo creo que de la misma suerte que al común de los hombres rara vez les ocurre agradecer a Dios el aire que respiramos, el agua que bebemos, el fuego que nos calienta, la tierra que nos sufre, y la variedad de frutos, y carnes con que nos nutre; de la misma suerte acontece esta indiferencia fría con que vivimos en una patria, sin la cual andaríamos como bestias regados por esos montes, y acosados del hambre andaríamos disputándole a un tigre la presa de una ternera que tiene entre las uñas.

7Este descuide resulta mas culpable a los españoles, que no cumplen con una piedad común, y un amor regular azia a su patria. La debemos obsequiar con amor distinguido, y de prelación al que profesan a sus patrias todas las demás naciones. [fol. 3] Nuestra patria es cristiana, es católica, es religiosa; no permite mezcla de cismas, heregias, y errore que perturban, inficionan y escandalizan las demás naciones: nuestra patria en lo eclesiástico, y secular nos provee de Ministros llenos de sabiduría, prudencia y caridad, partidas que confiesen a nuestra patria sus mismos adversarios; nuestra patria… voy a deciros lo mas grande, y admirable que tiene nuestra patria ha colocado la venerable religión de Jesu-cristo al lado derecho de nuestros Reyes, para que nos aligere el peso de su cetro, para que le quite la fuerza a los rayos, que despide su trono, para que endulce la severidad de sus providencias, para que ayude al Rey a sostener la vigilancia, é integridad de sus Ministros, Gobernadores y Oficiales, y para estar perennemente infundiéndole al corazón los sentimientos mas tiernos de amor azia los que somos sus hijos y vasallos.

8Tal es nuestra patria, y si me he dilatado en decir sus perfecciones no juzgareis que por esto me he estraviado un punto de mi argumento principal. Lo que ofreci demostrar es, que mis encomendados murieron gloriosamente por la piedad azia la patria, y yo me he entretenido en demostrar que la piedad es una obligación, es una virtud, es una ley divina, es un contrato perfecto, y un derecho natural; para que de aquí saqueis una fácil y barata consecuencia, que es la confirmación mas grave de mi asunto: la consecuencia es esta: luego nuestros finados españoles, muriendo por la piedad, acabaron exercitanto la virtud, y cumpliendo la ley de Dios: luego nuestros finados han llegado al ultimo y supremo grado de heroicidad, a que llegan pocos con las obras, por que los mas solo llegamos con deseos y palabras de buena crianza. Ellos han probado su piedad a la patria luchando con Atletas a pie firme por defenderla de los enemigos; quando nosotros, por grande que sea nuestra piedad, solo la hemos manifestado como mirones celosos, dando palmadas y aplausos desde las barreras.

9Nadie podrá rebajarles la grandeza de su acción, ni podrá suponer en sus almas motivo alguno grosero, vil e indecente. La prueba palmaria es que los mismos enemigos [fol. 4] en medio de su furor y rabia, ya que no han podido negar la heroica lealtad de nuestros guerreros, echan mano del mas miserable recurso que tiene la negra envidia, cual es decir que los españoles esta vez se dejaron arrebatar del espíritu revoltoso, y de sedición que los caracteriza. Es tan fría, boba, improbable, y desgracia esta impostura, que no merece la gracia de que seriamente la refutemos: no vaya a ser que añadan que la defensa y apología del Orador es por igual espíritu de rebelión y sedicioso.

10A estos injustos señores mios, les presentaría una imagen verdadera del carácter español, que es la misma que al instante voy a mostraros. Esta en una proclama de Judas Macabeo, tan semejante a los españoles, que parecen estas un traslado fiel de aquella: oidla, y cotejedla. “Fieles, y leales hijos de nuestro Patriarca Jacob (decía aquel santo y valiente General ardiendo en vivo fuego) sabed que por nuestros pecados ha permitido Dios al infierno que aborte en el Emperador Antioco el monstruo mas horrendo de irreligión, de perfidia y de crueldad: despues de haber desolado, a la manera de un torrente impetuoso, los Reynos mas florecientes, se arroja ahora sobre nosotros con todo el peso de su poder para oprimirnos: ya sus tropas ocupan nuestras fortalezas y posesiones: ya Filipo ha entrado, y se ha hecho obedecer en nuestra Corte y príncipe ciudad Jerusalem, por orden del tirano Antioco4? Reliquit Hierosolimis philipum: Veis lo cruel de antiocho? Pues Filipo aun es mas cruel que el mismo que lo envió. Philipum crudeliorem cuipso a quo constitus est. Tan seguros vienen de avasallarnos, que antes de llegar nos tienen vendidos: priusquam comitus veniret verdiderat. No olvidéis este insultante menosprecio: antes de conocernos y tratarnos, ya nos han dado otro dueño. Pero no es esta la mas sensible y dolorosa de nuestras humiliaciones: es el escenario que hacen de nuestra Religion, de nuestros templos, sacrificios, y devociones: la risa y mofa [fol. 5] con que miran nuestra gran corte de Sion, y la seriedad que tratan de abolir las leyes, usos, y costumbres de nuestros mayores5: ante oculos habentes contumeliam,quae loes [sic] santo ab eis injuste esset illa. Itempque e ludibrio habitae civitatis injuriam adluic etiam veterum statuta convulsa. En una palaba, la temeridad y el insulto han llegado a lo sumo. Y que? Nos acorbardaremos? Doblaremos la cerviz, para que nos acomoden sobre ella el yugo de hierro mas infame y pesado? No lo puedo imaginar de una Nacion, a quien nadie ha disputado la grandeza de alma, y la gloria militar. Antioco esta confiado en la pericia de sus tropas, en sus armas, y en su audacia6: illi quidem armis confident simul, adnatia pero estamos sostenidos de aquel omnipotente brazo que puede con un solo amago volver todo el mundo a la nada de donde fue sacado7 nos autem in omnipotente Domino, qui potest universum mundum uno nutu delere y si no, tened presentes los socorros oportunos que recibieron del cielo nuestros antepasados en semejantes aflicciones8 admonuit autem eos de auxiliis, que facta sunt erga parentes Finalmente conoced que este es castigo de Dios: son unos azotes que merecemos; pero azotes de un padre amoroso que aunque nos escarmienta, no nos desamparara9 corripiens in adversis populum suum non dereliquet

11Esta es la celebre proclama de los Macabeos y la he dado con las mismas expresiones latinas de nuestra Vulgata para que se conozca en ellas el carácter religioso, el espíritu constante, y la piedad heroica de nuestros españoles. Se hallan tan bien retratados, que allí mismo se expresa la prontitud, la intrepidez y resolución de morir por sus leyes y por su patria: constantes efecto sunt e pro legibus patria muri parati. Los no pueden ser mas iguales, Antiocho es un Napoleon en la perversidad: entrambos afligen los dos pueblos mas fieles, y queridos que ha tenido el Criador en la ley escrita y en la de gracia: entrambos se apoderan de las fuerzas, y de las cortes principales de Jerusalem, y Madrid: entrambos han vendido a las dos Naciones; [fol. 6] con la diferencia que los hijos de Jacob fueron subastados en publica almoneda a noventa cabezas por un talento: promitens se nonaginta mancipia talento distracturum: pero a los españoles los entregaron al pilon, dándolos de valde a un amanuense aventurero de Corcega. Los hijos de Jacob vieron saqueadas sus casas, profanado su templo, y robados sus preciosos muebles, y los españoles vieron entrar en sus Iglesias una tropa de bandidos, que alcen [sic] los sagrarios, roban los copones y demás vasos sagrados; violan la clausura de las religiosas consagradas a Dios: las matronas mas honestas, las doncellas mas castas… Pero doblemos esta hoja, porque la sola simple relación de tan nefandos hechos contrista, horroriza, y ofende a la modestia cristiana: dejemos que concluyan el cotejo nuestras lagrimas, acordándonos que Dios esta muy enojado con nosotros, quando ha querido abrir de par en par las puertas del abismo, y que salgan las furias infernales a despojarnos del todo, metiendo sus manos atrevidas en lo mas precioso que la Nacion: manum suam misit hostis ad omnia deisderabilia ejus.

12Nos debe si consolar infinito el ver que estos mismos tristes acasos han hecho resplandecer la piedad de nuestros españoles: su lealtad, su firmeza, serenidad, y constancia tienen asombrado a todo el mundo. Con la ocasión de defender su religión, su patria, y leyes han sido una nueva nación de redentores y protectores generales de todos los demás reynos: servirán de hacer conocer al universo hasta donde llegan las fuerzas humanas sostenidas de la Religion y lealtad.

13Ya oistes, Señores, los ultimos acentos de nuestras victimas, antes de morir: que dulces: que tiernos: que devotos: que sublimes! Parece que Dios esta ocasión quisa derramar todas sus gracias en los lavios de los defensores de la piedad, y del dogma. Que cosa mas grande que esta expresión: no queremos que nuestros enemigos experimenten otras fuerzas que las que nos comunica la lealtad, el amor a la patria, y a la religión! Que cosa mas energica y piadosa que aquella expresión de nuestro general Palafox: nada encuentro mas precioso que la sangre derramada en los muros de Zaragoza: en aquel suelo se unira con la de los inumerables [fol. 7] Martires españoles que desde la primitiva Iglesia son testigos perennes de la firmeza con que esta la religión arraigada en nuestras almas! Que laconismo tan admirable el de dos sevillanos: vamos a morir por la patria y la religión, que asi multiplicaremos tantas victimas a Dios, como victorias a nuestras armas! No cansemos: estas piadosas, sublimes y cristianas voces, las he recogido de la boca de mis encomendados, y las he recogido de la boca de mis encomendados, y las he recogido al tiempo mismo en que sus almas estaban despidiéndose de sus labios. Soy yo capaz de daros prueba mas incontestable de la piedad con que murieron? Un Cristiano, Señores, al tiempo de morir recoge todas sus facultades para asegurar aquel punto en que se va a decidir de la suerte immutable, y de un paradero eterno.

14Si para subir a este lugar no hubiera traido este seguro, tampoco hubiera tenido el atrevimiento de elogiar a mis Mecenas en un Templo dedicado exclusivamente á las alabanzas de Dios y de sus santos: pero he hablado sin recelo de censura, por que he hablado de quienes pelearon contra aquellos que convirtieron nuestras Iglesias, en caballerizas, cloacas, y cuevas de ladrones: si los he elogiado en el lugar donde por sus almas se ha celebrado el venerable sacrificio del altar, es porque ellos han bañado con sus lagrimas, y cubierto con su sangre aquella tierra bendita donde arrojaron y hollaron el cuerpo consagrado de Cristo, los sacrílegos, los libertinos, los atheistas. Los he alabado con San Pablo, porque murieron por la piedad, y por la fe10 juxta fidem defuncti sunt omnes isti

15Los alabare eternamente, por que han defendido la causa de la patria, de su religión, de su Rey, y de sus leyes. Los alabare, por agradecimiento, porque han sido el escudo, la protección, y la defensa de todos los que vivimos; y pagarles con este acto de gratitud es cumplir una obligación de justicia.

16No haré esto solamente, sino que tomando en las manos un canasto de nuestras rosas, y comenzando por las victimas Madrileñas del dia dos de Mayo, que fueron las primicias que la Nacion embió a Dios para su rescate [fol. 8], seguiré regando mis flores por los campos de Montiel y Andujar, por los femos [sic] de Murcia y Medina de Rioseco, por las Eras de Zaragoza, Valencia, Cataluña, Galicia, Victoria, y en una palabra, por donde quiera que oiga cantar victoria, que será señal cierta de que allí hai sangre española derramada. Haré un viage exprofeso a buscar al Señor Obispo de Santander llevando una guirnalda de flores que ponerle en su bendita cabeza que meditó la manera de unir los brazos eclesiásticos al secular, le basaré las manos que consagraron el motivo de nuestras armas; y le basré también los pies para que dirigieron con San Pedro Apostol, las armas eclesiásticas, para confundir a los Ananias, y los Simones Magos embusteros, y tramposos. Mientras hago estos oficios, iré cantando aquel antiquísimo y celebre himno que no conservado la antigua edad. Dice asi:

17O Virtud, digno objeto de los trabajos de los hombres, y el bien mas apreciable que ellos pueden adquirir sobre la tierra! Solo tu incomparable belleza puede obligar a un corazón sensible a despreciar los peligros, y la muerte: el alma que os llega a poseer logra una dicha que es de mas valor que el oro, y mas dulce que el sueño al hombre trabajado en una freca mañana. El amor que inspiráis ha sostenido a Job en sus desgracias, y ha excitado a los leales hijos de Jacob en las hazañas más heroicas ; el venerable anciano, y tembloso Edenzaro, y los valientes Macabeos, por amaros han dejado de vivir. La hermosa aurora madrugara todos los días a vantar los alabanzas de los que dedican sus días y sus reciones [sic]: y las almas agradecidas enbiaran perpetuamente al cielo el perfume agradable de sus sacificios y oraciones, para que el juez inexorable de los vivos y los muertos se digne aflojar aquellas taduras de la humana flaqueza que puedan impedir, y detener a los héroes que cultivan vuesta amistad, a fin de que libres y expeditos puedan volver a recibir el guardian eterno.

Notas de pie de páginas

181 2. Mae. 12

192 3. Reg. C.

203 S. Thom. 2. 2 q. Cl.. Art. 3

214 2. Macaber. C. II

225 Ma. C. 5 Ibi

236 2; Mac. C. 8 ibi.

247 Ibi.

258 Ibi.

269 Ibi.

2710 Ad Hebr. 11

Fuentes :

Biblioteca Nacional de Guatemala, Colección Valenzuela