Ficha n° 369

Creada: 02 marzo 2006
Editada: 02 marzo 2006
Modificada: 12 agosto 2007

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Autor de la ficha:

Sergio Nicolás GUTIÉRREZ CRUZ

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Notas preliminares acerca de una familia de la epoca colonial en la región zoque : Los esponda y Olaechea (1750-1821)

En el presente escrito se hace referencia a la familia de los Esponda y Olaechea, que se establecieron en la provincia de Chiapas, propiamente en el partido de zoques, en el siglo XVIII. Se menciona así al fundador de la familia, Sebastián de Olaechea, llegado en la década de 1730. Se refiere su matrimonio con Micaela de Michelena, de ascendencia vasconavarra como él, y los hijos habidos de la unión. Dos de ellos serán destinados al clero, uno será militar y las dos hijas habrán de desposarse de acuerdo con las conveniencias familiares. Sus nombres: Esteban Vital, Manuel, Basilio Antonio, María Gertrudis y Josefa Antonia. Dedicados a la compra de haciendas y a la explotación de las mismas a través del trabajo indígena, los Olaechea incursionan en el comercio con la Nueva España, vía Tabasco y Oaxaca. También controlan el abasto de carnes en el pueblo de Tuxtla –gracias a sus haciendas de ganado mayor en Cintalapa y Jiquipilas- y fundan capellanías. En sus relaciones con el resto de la población llegan a obtener ciertas ventajas gracias a los préstamos que otorgan, vía por la cual se hacen de propiedades cuando los dueños se declaran insolventes. Como acción estratégica, Sebastián Olaechea desposa a su hija María Gertrudis con su sobrino venido de España, Salvador Esponda, y compromete al alcalde mayor Juan de Oliver a contraer futuras nupcias con su hija Josefa, y de esta manera surge una sociedad entre los tres que saca provecho de las haciendas cacaoteras de la región de Ixtacomitán. En otro orden, tienen lugar disputas por propiedades y herencias. En la tercera generación de la familia, encontramos la figura del abogado Sebastián Esponda, cuya ascendente carrera le condujo a ser nombrado diputado chiapaneco ante las Cortes de Cádiz, cargo que no ejerció por haber muerto apenas embarcado en Veracruz. El recuerdo de María Gertrudis sobrevive el día de hoy entre los descendientes de los antiguos zoques a través de la imagen de la Virgen de Olaechea –donada, según la tradición oral, por María Gertrudis-, una de las tres imágenes de las llamadas Vírgenes de Copoya, que descienden dos veces al año a Tuxtla y son veneradas en casas particulares. En síntesis, el artículo muestra sucintamente la movilidad de la familia a lo largo de tres generaciones, cuyos descendientes siguen siendo parte del Chiapas de nuestros días.
Autor(es):
Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz
Fecha:
Marzo de 2006
Texto íntegral:

1(Texto publicado en Dolores Aramoni, Thomas A. Lee, Miguel Lisbona (coords.), Cultura y etnicidad zoque, Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas y Universidad Autónoma de Chiapas, Talleres Gráficos del Estado, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México,1998, pp. 104-114)

2En la presente intervención deseo hacer referencia a una familia de ascendencia española que se asentó en la región zoque, la de los Esponda y Olaechea, que contaron con haciendas en Ixtacomitán, Tuxtla, Chiapa, Jiquipilas, Cintalapa y Tonalá. Forman, consecuentemente, un grupo ladino de importancia entre los zoques de la época colonial, por cuanto que sostuvieron una relación directa con los indígenas, al emplearlos como mozos en las haciendas de la familia. Su recuerdo logró perdurar, en cierto modo, en la conciencia colectiva de los zoques hasta la época actual a través de la Virgen de Olaechea, venerada en Copoya, al sur de Tuxtla. A continuación proporcionaré algunos datos sobre esta familia.

Los inicios

3La historia comienza con la llegada a la provincia chiapaneca de Sebastián Olaechea y Garaycoechea , originario de Navarra. Sus dos apellidos remiten a su ascendencia vasca, vinculación genealógica que se refuerza cuando contrae matrimonio con Micaela de Michelena, cuyo apellido es igualmente de origen vasco. De este enlace habrían de nacer cinco hijos: mencionemos primeramente al bachiller y presbítero Esteban Vital; en segundo lugar, a Basilio Antonio, futuro coronel de milicias, gobernador interino de Soconusco y alcalde mayor de Verapaz en Guatemala; después, a Manuel, fraile mercedario; enseguida, en cuarto lugar, hemos de nombrar a una mujer, María Gertrudis, quien heredará mucho del poder económico de la familia; y por último, tenemos a otra mujer, Josefa Antonia, casada con Juan de Oliver , primer alcalde mayor de Tuxtla1.

4 Sebastián de Olaechea destaca en la escena chiapaneca como un comerciante que sabe hacer negocios y afianzarlos. Para finales de la década de 1760 posee propiedades en Ixtacomitán y consigue que un sobrino suyo, Salvador Esponda, le represente en Ixtacomitán y despose a su hija María Gertrudis. Con este matrimonio, Olaechea da un paso más en la consolidación de su fortuna, la que logra redondear al establecer una sociedad no únicamente con Esponda, sino también con Juan de Oliver, primer alcalde mayor de Tuxtla a partir de 1769, y que casa con la otra hija de Olaechea, Josefa Antonia. Así es como surge toda una empresa familiar que obtendrá enormes ganancias a costa del trabajo de los zoques tributarios.

5 La explotación a la que fueron sometidos los indígenas es bien conocida a través de un documento de 1771 que relata las condiciones de penuria sufridas por éstos2. Años más tarde, el obispo Francisco Polanco volverá a referir esta situación extrema3. Las haciendas de la familia se dedicaban a la cría de ganado mayor y de la grana cochinilla, pero también se cultivaban añil, cacao y algodón. El buen entendimiento con la autoridad civil parece haber sido siempre esencial para Sebastián de Olaechea, quien además de atraer al alcalde mayor Juan de Oliver como socio y yerno, también buscó un acuerdo con el sucesor de Oliver, Luis de Engrava y Ovalle, en compromiso firmado en marzo de 1778, por el cual se establecía un equilibrio de prerrogativas políticas. Engrava mantenía su carácter de alcalde mayor y gobernante militar, pero permitiría que Olaechea nombrara un teniente que le satisficiera cumplidamente en el comercio de cacao. Además, Olaechea dispondría de diez mil pesos para los repartimientos en los restantes pueblos de la alcaldía mayor, relativos a “algodones, para hilados, y mantas, nagua, petates, grana, pataste, sombreros y machetes”. Al igual que el cacao ixtacomiteco, las ganancias se dividirían entre Engrava y Olaechea, y éste podría colocar un administrador de justicia en Tecpatán, así como en Jiquipilas y, en caso de ser preciso, también en Jitotol. Esta sociedad se mantendría por cinco años, y en caso de fallecer Olaechea, el compromiso seguiría vigente con sus herederos. Engrava se obligaba a procurar que los naturales de los pueblos dedicados a la grana incrementaran la siembra del nopal en lo posible, y para ello debería actuar “con todo rigor4”.

Los hermanos Esteban Vital y María Gertrudis de Olaechea

6 Seis días después de firmar este compromiso con Engrava, Sebastián de Olaechea fallecía, pero alcanzaba a testar en favor de sus hijos. Como primer albacea nombró a su hijo, el presbítero Esteban Vital, y como segundo y tercer albaceas a sus yernos, Salvador Esponda y Juan de Oliver, respectivamente5. En los siguientes cuatro años Esteban Vital manejó parte de los bienes familiares. Su investidura de clérigo le colocaba en ocasiones en posición ventajosa ante determinadas situaciones como ocurrió en diciembre de 1778, cuando sostuvo hipoteca, en cuanto capellán de los bienes de María de Michelena, sobre la hacienda Llano Grande en Jiquipilas, perteneciente a Juan José Rincón. En 1781 terminó por adquirirla de Joaquín Rincón, hijo de Juan José. Un año más tarde formalizó Rincón la venta con la hermana del presbítero, María Gertrudis, heredera de sus derechos al fallecer éste en agosto de 17826. Con todo, no parece ser que la propiedad haya permanecido mucho tiempo en poder de María Gertrudis, pues en enero de 1790 los albaceas testamentarios de Miguel Garaycoechea, Domingo Ignacio Esponda y Manuel Zebadúa, vendían la hacienda a María Gertrudis por disponerlo así el testador. Debe indicarse que Llano Grande venía a colindar por el lado norte con la hacienda de San Antonio, propiedad de los Olaechea, con lo cual éstos ensanchaban sus propiedades7.

7 Fijémonos ahora en María Gertrudis. Viuda ya para julio de 1780, dispone su testamento en La Candelaria, hacienda situada en el partido de Ixtacomitán. Nombra así como herederos universales a sus tres hijos: Manuel, Sebastián y Salvador. Además, expresa su voluntad de que se oficien dos mil misas por su alma: quinientas en Oaxaca, quinientas en Guatemala y las mil restantes en el Obispado de Chiapa8. Lo anterior demuestra la riqueza inmensa acumulada por los Esponda y los Olaechea en los años precedentes y la gran influencia que ejercieron en el ámbito eclesiástico. Si bien es cierto que en ello intervino el que dos Olaechea fueran sacerdotes, lo que se deja ver es que esta relación de privilegio se mantuvo aun cuando fray Manuel falleció pronto, seguido de su hermano Esteban Vital en 1782. En efecto, en los días del obispo Ambrosio Llano, ya en los primeros años del siglo XIX, esta relación aparece muy firme9.

8 La figura de María Gertrudis de Olaechea es en particular interesante. En ella se reunió mucho del poder económico, pues no únicamente heredó las ganancias del padre y del esposo, sino que además fue heredera de sus hermanos Esteban Vital y Basilio Antonio. Por otra parte, María Gertrudis se interesó en aumentar la fortuna que había recibido, como lo demuestra la adquisición de la hacienda de ganado mayor, San José Tamasulapa, por compra hecha a Agustín de Aquino y Ventura y a su esposa, María de Salazar, en octubre de 1784. Esta compraventa suscitó la protesta de José Antonio Pimentel, vecino de Tuxtla, por no haberse tomado en cuenta su derecho de preferencia en la transacción, pues sus tierras colindaban con las de San José Tamasulapa. A principios de noviembre, María de Salazar, viuda de Agustín de Aquino, inició gestiones conducentes a la anulación de la venta hecha en favor de María Gertrudis10. Aunque no podemos seguir por el momento el litigio para conocer cómo se fue desarrollando, lo cierto es que en 1805 San José Tamasulapa era propiedad de Domingo Ignacio Esponda, sobrino de doña María Gertrudis11. Ello demostraría que la familia logró conservar la propiedad, a despecho de los obstáculos que se presentaron.

9 Además de Oaxaca y Guatemala, doña María Gertrudis mantenía conexiones en Yucatán, como lo demuestra la carta poder que extendió en Ixtacomitán en diciembre de 1791, cuando otorgó su representación al contador de la factoría general de la Provincia de Yucatán, Antonio María de Solís, o en caso de no ser posible al capitán Fausto Zizero, para recibir quince mil pesos a censo redimible por término de cuatro años. Se obligaba la poderdante a cubrir los réditos a razón de un 5 %, para lo cual hipotecaba las haciendas de cacao y obrajes de añiles llamadas Rosario y San Antonio, situadas en las afueras de Ixtacomitán12.

10 La fortuna de doña María Gertrudis le confería capacidad para aparecer, además, como fiadora. Al respecto, dos casos ilustran bien esta situación. El primero se refiere a José Buenaventura Zedillo, vecino de Tuxtla, quien encargaba en su testamento a doña María Gertrudis el pago de las deudas que tuviera con la Cofradía de las Benditas Animas, al igual que de los “alcances que puedan contra mí resultar, en los dos ramos de la Real Hacienda, que han sido y son a mi cargo y de que la expresada señora es fiadora13”. El segundo está relacionado con Manuel Zebadúa, vecino de Ixtacomitán, quien otorgaba escritura de fianza en diciembre de 1782 al alcalde mayor interino Miguel del Pino, por la cantidad de 2,000 pesos sobre sus bienes, por lo cual doña María Gertrudis se obligaba a pagar en caso de que Zebadúa no alcanzase a cubrir tal cantidad14.

11 En otros asuntos de distinta índole, vemos también moverse a doña María Gertrudis. Al respecto, sirve de referente el pleito que sostenía en febrero de 1792 por la donación de 15,000 pesos hecha por su difunto hermano, el presbítero Esteban Vital, de quien era albacea y heredera, a los cinco hijos de Marta Grajales. La Audiencia de Guatemala había resuelto el 15 de octubre de 1791 que doña María Gertrudis pagara 12,000 pesos de sus réditos corrientes desde el día en que falleciera el presbítero, o sea, el 24 de agosto de 178215. Doña María Gertrudis no podía menos que manifestar su desacuerdo con tal resolución. Como haya sido resuelto el litigio, en todo caso su buena estrella brillaba todavía en marzo de 1797, cuando uno de los hijos de Marta Grajales, Julián, dispuso en Tuxtla su testamento. Declaraba Grajales que doña María Gertrudis estaba en posesión de tres mil pesos que le pertenecían a él y que tal cantidad, “entre otras iguales, que pertenecen a mis hermanos”, estaba “fincada a usura pupilar en la Hacienda de ganado mayor nombrada San Antonio, sita en el Valle de Xiquipilas”. Deseaba Grajales que de sus bienes se fundara una capellanía, de la cual habría de gozar en calidad de capellán un hijo de su cuñado Ignacio Madariaga. En su defecto, “el pariente más próximo”, y en caso de no ser así, su madre se encargaría de nombrar el capellán. Nombraba a ésta heredera única y universal, además de albacea junto con su cuñado. Meses más tarde, en agosto, María Gertrudis de Olaechea se dirigía por carta desde el rancho Trinidad a Marta Grajales, tratándola de comadre, para decirle que no le podía devolver los tres mil pesos que le pedía, pero le sugería “una amigable transacción” (sic), la cual podría arreglar con su hijo Sebastián. El 23 de febrero de 1798 Marta Grajales expresaba en carta al obispo fechada en Ciudad Real, su disposición a avenirse a la transacción propuesta por doña María Gertrudis, pero condicionada a que perdieran “a prorrata la capellanía y demás legados”. El 3 de marzo el promotor fiscal del obispado rechazaba la solicitud de Marta Grajales y cuatro días después el obispo confirmaba la resolución del promotor16.

12 La figura de doña María Gertrudis se puede vincular, con todo, también a acciones de carácter social. En diciembre de 1791 se hacía constar que había tomado a censo sobre su hacienda de El Rosario 2,000 pesos con que el obispo había dotado la escuela de niñas de Ciudad Real, por lo cual Juan Escandón, apoderado de la Olaechea, debería pagar el derecho de alcabala17.

El comercio

13 La mercancía de la época colonial quedaba comprendida en tres rubros: los llamados géneros de Castilla (los venidos de España), los géneros de China (procedentes de Filipinas) y los de la tierra (producidos en las colonias), donde estaban los productos naturales, como el añil, la grana cochinilla, el cacao y el algodón. Desde sus inicios, con Sebastián Olaechea y Salvador Esponda, la fortuna familiar se fundamentó en el comercio. No podemos por ahora ofrecer un cuadro más preciso al respecto, con la debida comparación de los productos de la provincia en determinado periodo y el porcentaje correspondiente a los Esponda y Olaechea entre los demás comerciantes. Bástenos aquí unos cuantos datos, muy sueltos, tan sólo para obtener una idea demasiado general de cómo se realizaban las transacciones comerciales.

14 En 1768 Sebastián Olaechea era receptor de los derechos de alcabala y barlovento en el partido de Tuxtla y con tal carácter remitía a la administración general de Guatemala la cuenta y relación jurada de los efectos que habían sido enviados a la Nueva España. En el libro respectivo aparece él mismo como comerciante que envía constantemente zurrones de cacao al Virreinato, en ocasiones junto a Salvador Esponda. El 30 de enero de ese año, Olaechea consignaba haber despachado únicamente él 56 zurrones de cacao, por los que pagó 28 pesos del impuesto de barlovento. Cuatro días más tarde pagaba 21 pesos 4 reales por Salvador Esponda de 43 zurrones de cacao. Un mes después Olaechea enviaba 28 zurrones de grana silvestre y uno de cacao, y en la misma fecha Salvador Esponda hacía lo propio con 11 zurrones de grana. A la semana Olaechea registraba 13 zurrones de tinta que había remitido en los primeros días de febrero y que había olvidado anotar. Ocho días después sólo enviaba 8 zurrones de cacao patastle, pero el 28 de abril consignaba 50 zurrones de grana silvestre. Días antes, el 19 de ese mes, había pagado el derecho de entrada de 14 cajones de jabón y un terciecito de ropa de la tierra con 101 arrobas netas. El 21 de junio pagaba Olaechea por Esponda 14 pesos 4 reales de barlovento por 29 zurrones de cacao. En la misma fecha Olaechea despachaba 12 zurrones de cacao, 3 de grana silvestre y 40 sobornales de cacao18.

15 Además de pagar por Esponda, Olaechea también lo hacía por otros comerciantes, como por ejemplo Vicente Fuentes por quien pagó el 30 de junio 1 peso 4 reales de barlovento por 4 sobornales de cacao, y el 12 de julio volvía a hacerlo por Manuel Maldonado la cantidad de 7 pesos 2 y medio reales de la alcabala al 3 % de 244 pesos en que se valuó un envoltorio con peso de 3 arrobas 15 libras de géneros de Castilla y de la tierra que remitiera éste desde Guatemala. Volvía a pagar el 3 de agosto, esta vez por José Chacón, 4 zurrones y 2 sobornales de cacao. El día 23 Esponda pagaba 17 pesos de barlovento por 34 zurrones de cacao y Olaechea cubría 5 pesos por 10 zurrones también de cacao. Al mes, el 27 de septiembre, éste pagaba por 26 sobornales de cacao y a los trece días saldaba por el derecho de entrada de 3 y medio cajones de sombreros, dos de machetes y trompetas, así como 4 cajones de géneros de la tierra y un tercio de cordobanes todos con peso de 65 arrobas. El 4 de noviembre pagaba Olaechea por 34 sobornales de cacao y también por 150 pesos que vendiera de sal. Por último, tres semanas más tarde cubría por Isidro Rodríguez y Juan María la alcabala al 3 % de 150 pesos que dijeron habían vendido de sal y cacao19.

16 Si se compara, los envíos de grana y cacao con los de otros comerciantes en este año de 1768, se nota fácilmente que muy pocos llegaron a exceder fuertes cantidades. Los más consignaban, como Pedro Sánchez, 64 sobornales de cacao (febrero 11), Esmeregildo Candía 65 (marzo 1º), Gaspar Toledo 40 (junio 20) y 46 (diciembre 31), Juan Pimentel 62 (octubre 13), Francisco Lascano 40 (julio 14), José Tirado 37 (julio 20), Manuel Caraballido 35 y medio sobornales de cacao, además de 27 arrobas de grana silvestre y 16 arrobas de patastle (julio 20) [20].

17 Por otra parte, Sebastián de Olaechea habría de abastecer en los años siguientes el abasto de carnes del pueblo de Tuxtla, con el beneplácito de su yerno y socio, el alcalde mayor Juan de Oliver. Tras su muerte se habría de encargar de ello su hijo, el bachiller Esteban Vital. En cuanto eclesiástico, Esteban Vital gozaba del privilegio de no pagar derechos por los productos de sus haciendas. En 1781 los hermanos Olaechea, Esteban Vital, Basilio Antonio y María Gertrudis, aparecen en las guías de alcabalas como remitentes de cacao, algodón, añil, ropa y otros artículos. Por ejemplo, vemos que Esteban enviaba en el mes de mayo 4 zurrones de tinta añil a Puebla con escala en Tehuantepec, y meses más tarde, en diciembre, pagaba alcabala de 41 reses más 4 arrobas de sebo, productos de las haciendas que administraba, propias de su hermano Basilio. Las reses se destinaban a la hacienda de Bochil21.

18 En ocasiones era el mozo el encargado de pagar la alcabala, como lo indica el que Manuel Zambrano, vecino de Tuxtla, cubriera lo concerniente a la panela producida en el trapiche a cargo del bachiller Esteban en los límites del pueblo y perteneciente a doña María Gertrudis. Se mencionaban además 10 arrobas de tinta añil que constituían la “reventa originaria de los ranchos de Tonalá aforada a 6 reales libra para vender en tienda de este Pueblo donde el citado Zambrano puso a revender 15 varas de jerga a 2 reales”. El receptor de alcabalas de Tuxtla, Simón Cabrera, informaba asimismo que había escrito al bachiller Esteban a Ocozocoautla, para notificarle al respecto. Este le había declarado a su vez que no adeudaban alcabala los efectos de diezmos de la Provincia que administraba por su cuñado Juan de Oliver22.

19En partida aparte, se mencionaba que el presbítero Esteban Vital había usado en la fiesta de la Purificación de Cintalapa –donde había sido mayordomo- una marqueta de cera, de Cádiz, por lo cual se descontaba este artículo de la lista de mercancías procedentes de Oaxaca23.

20Por otro lado, cabe comentar que en ocasiones los envíos podían ir conjuntados. Por ejemplo, doña María Gertrudis remitía en septiembre de 1781 a Francisca Xaviera Larráinzar, vecina de la ciudad de Oaxaca, 47 zurrones de cacao Tabasco, mientras el padre Esteban Vital enviaba sólo 3, lo cual daba un total de 50 zurrones24. Debe considerarse aquí que los Olaechea, aunque poseían haciendas cacaoteras en Ixtacomitán, no dudaban en comprar cacao en Tabasco para enviarlo a la Nueva España vía Oaxaca. En cuanto a la comercialización de los productos en Tuxtla, ésta se daba a través de una tienda de géneros de Castilla y de la tierra administrada por un español, Francisco del Agua y Culebro. La tienda había pertenecido a Juan de Oliver y Salvador Esponda inicialmente, por sociedad establecida en enero de 1776, con duración de cinco años25. Con la muerte de Esponda, su viuda, doña María Gertrudis, continuó la sociedad al lado de Oliver.

Las capellanías de la familia

21Sin embargo, para entender las proporciones de la riqueza de los Esponda y Olaechea, se ha de considerar además su participación en capellanías. El primer antecedente que conocemos es la capellanía que fundara en 1749 la esposa del capitán Martín de Michelena, Francisca Muñoz, suegros ambos de Sebastián Olaechea. Este habría de heredar la capellanía por la muerte de sus concuños, Juan de Villanueva y José de Roxas. Su capital inicial fue de 2,175 pesos, reconocidos por Olaechea “sobre varias fincas de su pertenencia26”.

22En 1780 el presbítero Esteban Vital presentaba la fundación de una capellanía instituida por su padre, Sebastián Olaechea, a favor del alma del bachiller Antonio de Villatoro, con capital de 2,000 pesos fincados en la persona y bienes de Joosé de Roxas. Su capital inicial fue de 2,175 pesos, reconocidos por Olaechea “sobre varias fincas de su pertenencia26â€