Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1Esta obra resume la visita pastoral realizada entre 1768 y 1770 por el arzobispo Pedro Cortés y Larraz a su diócesis, que entonces comprendía a Guatemala y El Salvador. Además de las observaciones personales del prelado, los dos volú­menes también incluyen extractos de las respuestas que le dieron los párrocos al cuestio­nario que el Arzobispo hizo circular antes de efectuar su visita. La descripción de Cortés y Larraz es rica en datos, pero aún más ricas son las respuestas indivi­duales de los sacerdotes de las parroquias, la mayor parte de las cuales perma­necen inéditas en el Archivo General de Indias. Segundo Montes Mozo, uno de los cinco jesuitas asesinados en San Salvador en noviembre de 1989, publicó las respuestas relacionadas con El Salvador bajo el título de Etnohistoria de El Salvador: El Guachival Centroamericano (San Salvador: Ministerio de Educación, 1977).

2Cortés y Larraz le prestó mucha atención a las cifras de población, espe­cialmente al número de familias, las cuales se desglosan frecuentemente en subtotales de indígenas, ladinos y españoles por pueblo y por parroquia. También se registran las distancias entre poblados, por lo general en el tono de fastidio del Arzobispo. Además de los datos de las cabeceras y anexos (sedes parroquiales y comunidades circundantes, respectivamente) se presenta información acerca de las haciendas de españoles y valles, estos últimos asentamientos “no oficiales” de diversos tamaños y composición demográfica que se ubicaban a cierta distancia de los pueblos “oficiales”. Cortés y Larraz incluye comentarios acerca de estas comunidades informales cada vez que tiene oportunidad, principalmente porque casi nunca contaban con capilla ni iglesia. Estos lugares, por lo tanto, estaban fuera del control de la Iglesia, lo que causa gran preocupación al Arzobispo. La naturaleza curiosa de Cortés y Larraz también capta detalles fragmentarios, aunque no siempre cifras sólidas, de jornaleros emigrantes y sus familias, quienes trabajaban en diferentes haciendas, pero que no estaban radicados en ningún pueblo en especial.

3¿Qué tan exactos son los datos que recogió el Arzobispo? Por un lado, se podría argumentar que las cifras demográficas de Cortés y Larraz son tan buenas en la medida que lo sean las respuestas de sus sacerdotes, las cuales varían marcadamente en calidad y detalle. Por otro lado, Cortés y Larraz no vacila en señalar cuando tuvo alguna sospecha de que, por alguna razón, los párrocos le enviaron datos incompletos o imprecisos. Esta tendencia le permite al investi­gador evaluar las cifras de población con más cuidado y tomar medidas correc­tivas cuando sea justificable (véase, por ejemplo, Lutz 1982a).

4El uso más comprensivo y cuidadoso de esta fuente lo hace Jesús María García Añoveros (1987); además, el texto del Arzobispo le proporcionó a Francisco de Solano (1974) gran cantidad de los datos que utiliza para realizar su estudio sobre la sociedad guatemalteca durante el régimen borbónico. Una edición más reciente de la obra de Cortés y Larraz es la de Julio Martín Blasco y Jesús María García Añoveros (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001).