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AFEHC : bibliografia : Memorias rebeldes contra el olvido. Paasantzila Txumb'al Ti' Sotzeb'al K'ul : Memorias rebeldes contra el olvido. Paasantzila Txumb'al Ti' Sotzeb'al K'ul

Ficha n° 2537

Creada: 18 diciembre 2010
Editada: 18 diciembre 2010
Modificada: 15 enero 2011

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Autor de la ficha:

Olga L. GONZÁLEZ

Editor de la ficha:

Emilie MENDONCA

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Memorias rebeldes contra el olvido. Paasantzila Txumb'al Ti' Sotzeb'al K'ul

El libro da la palabra a las mujeres involucradas en la guerrilla guatemalteca, con testimonios y nuevos enfoques sobre el conflicto y el posconflicto.
Palabras claves :
Guerrilla, Conflicto, Guatemala, Mujeres, Testimonio
Categoria:
Libro
Autor:

Rosalinda Hernández Alarcón, Andrea Carrillo Samayoa, Jacqueline Torres Urízar y Ana López Molina

Editorial:
Avancso, La Cuerda, Plataforma Agraria
Fecha:
2008
Reseña:

1« Queremos hablar para que no se olvide todo lo que nosotras vivimos »: las 28 mujeres1 que le dan voz a este libro anteponen el coraje al « txitzi’n » (dolor profundo). Las autoras de esta obra colectiva, Ligia Peláez, Rosalinda Hernández Alarcón, Andrea Carrillo Samayoa, Jacqueline Torres Urízar y Ana López Molina, insisten repetidas veces en que este libro no lo escriben ellas, sino estas mujeres, todas indígenas, Ixil2 en su mayoría, que han sido guerrilleras del frente Ho Chi Minh, del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), a su vez parte de la URNG3. Son las otroras niñas y adolescentes que se alzaron a los 10, 11 años para escapar al ejército y al hambre, y que lucharon con las armas en la mano en el famoso Triángulo Ixil, en la sierra de los Cuchumatanes (norte del Quiché y selvas del Ixcán y del Petén).

2El conflicto ya había sido documentado desde adentro, primero con el libro de un hombre mestizo, Mario Payeras4, uno de los fundadores del EGP, ganador del premio de la Casa de las Américas en 1981, luego mucho después, en el 1998, con el de Yolanda Colom5, mestiza de origen urbano, de quien Payeras fue el compañero político y sentimental. Significativamente, los dos libros son tan diferentes que difícilmente podría creerse que fueron escritos sobre la misma lucha —tan cierto que es que el género condiciona fuertemente la mirada, pero también la forma de participar.

3Sobre la guerra en Guatemala, cabe mencionar el considerable trabajo de la Comisión para el esclarecimiento histórico del 1999 (y el asesinato aún impune de Monseñor Juan Gerardi en 1998, después de presentar el informe “Guatemala, nunca más”), y de la Fundación Guillermo Torrielo, creada especialmente para ayudar a la reintegración de l@s combatientes a la vida civil. Ya existían también libros sobre las guerrilleras urbanas, fundamentalmente las ladinas (en especial Aura Marina Arriola6, Chiqui Ramírez7 y Norma Stoltz Chinchilla8, que también da la palabra a varias mujeres Mayas).

4Pero este libro es diferente: por primera vez y por fin, hablan las mujeres Mayas rurales, y hablan colectivamente — tal vez se trate del mayor grupo de mujeres indígenas ex combatientes cuyas experiencias han sido recogidas hasta el día de hoy9.

5Esta tardía e importante iniciativa surge de ellas mismas: en el 2006, haciendo un balance de los diez años de los Acuerdos de Paz, manifestaron su descontento por haber sido, como otras muchas personas, “olvidadas” por la URNG en el momento de entregar sus listas de ex combatientes. Se integraron en la asociación Kumool (compañero-compañera), que trabaja con quienes lucharon, sobrevivieron y se hallan casi tan deprovist@s en la paz, como antes de la guerra. Kumool luego se articuló con varias organizaciones, entre las cuales la Plataforma Agraria, para seguir peleando por los derechos y la justicia. Después de tantos años en el proyecto revolucionario, y pese a que no obtuvieron casi nada para ellas mismas y pocos cambios socio-políticos, al menos estas mujeres “perdieron el miedo”. A la vez que afirman que “una parte de mí está muerta” por la barbarie de la represión, de la tortura10 y por los sufrimientos que pasaron, siguen convencidas de que es necesario luchar y quieren seguir organizadas.

6Así las encontraron las cinco mujeres mestizas del colectivo feminista laCuerda, de Avancso y de la Plataforma Agraria que redactaron el libro. Tuvieron que valerse de una metodología especial, feminista y participativa, para trabajar con las mujeres Mayas y no sobre ellas, con base en su pedido. Para conocerlas un poco más de cerca, viajaron cinco veces a sus comunidades por caminos empinados y enlodados que las ex guerrilleras recorrieron muchas veces de noche, descalzas y con hambre, y que siguen recorriendo a pie, y seguramente más de una vez, con hambre, hoy. Así construyeron, dicen las mestizas, un “nos-otras” que lejos de ser académico, se organiza en torno a la rebeldía y quiere hacer memoria, homenaje a las compañeras caídas y esperanza para el futuro.

7Después de una introducción sobre cómo trabajaron juntas y una presentación histórico-política de la región ixil, el libro se organiza en tres capítulos: “Desde la intimidad del cuerpo”, “Lo que dice nuestro corazón”, “Deseos y prácticas de cambio”. Incluye una sección impactante de fotos de las protagonistas, con un cuadro sintético que nos recuerda su edad (entre 31 y 61 años en 2008), el número de hijas e hijos que han tenido y educado (tan sólo una mujer no tuvo ninguno, mientras que doce han tenido entre seis y ocho), y finalmente, cuántos años pasaron en la guerrilla, que fueron muchos11.

8Al igual que ha sido documentado en la región, el libro nos muestra que las mujeres del campo entraron a la lucha por motivos poco ideológicos, más bien prácticos (“huir de la represión”, “nada que perder menos el hambre”), y que al incorporarse, “abr[iero]n los ojos”. El ingreso a la guerrilla significó aprender castilla (aunque no para todas, hay 6 ex combatientes que sólo hablan Ixil), a leer y escribir, y muchas otras cosas que como mujeres, como Mayas, como pobres, estaban destinadas a no aprender: “Un día un vecino que era guerrillero me dijo que con ellos podría aprender a hablar castilla y otras cosas; tenía once años cuando me alcé y me fui contenta, si no me voy no aprendo nada”. Hicieron de todo: transmisión, inteligencia, salud, combate armado, capacitación política… La experiencia fue una inversión cabal de su mundo anterior: “Ahí se manda como si fueras papá”, cuenta una mujer que se incorporó a los 12 años.

9Recibieron educación reproductiva: “Ya en la montaña en primer lugar me mandaron a capacitar en salud, tenía 12 años. A los 16, cuando bajó mi menstruación, ya tengo idea de eso porque estoy capacitada y soy de servicios médicos”. También tuvieron que acatar las órdenes respecto a su sexualidad, reproducción y relaciones afectivas: “Nos explican cómo es el respeto”, dice una, “Cuando la relación sexual, los mandos nos orientan”, recuerda otra, “[Nos] metían aparato por la vagina” recuerda una tercera. En algunos casos, el embarazo les permitía salir de los frentes de trabajo, pero otras lo evitaban porque los mandos les repetían que “no había tiempo para esto”.

10Aunque el libro se aparte de un tono “victimizante”[12], no pretenda ser edificante y tampoco sea polémico, da coraje. Coraje por tanto sufrimiento que pasaron — el hambre incesante, el agotamiento de estas niñas cargando armas demasiado pesadas, las noches de caminata, el dormir mojadas, que hasta el día de hoy las deja con problemas de salud. Coraje por el olvido en que las dejó la URNG: “Nos utilizaron como escalera”, dice una. Coraje más fuerte aún, por la forma como las sigue tratando el Estado guatemalteco, mestizo y dirigido por varones.

11Dice Feliciana: “Nosotras pensamos que si fuimos a luchar y sufrimos mucho, cómo nos vamos a quedar así, por eso nos juntamos otra vez en Kumool”. Allí, intentan resistir a los proyectos de los vencedores: para la región ixil el “modelo de desarrollo” de hoy promueve las “agroaldeas” y el turismo (para esto construyen carreteras, igual que en Chiapas, y como parte del mismo proyecto de la “Ruta Maya” que a su vez entra en los planes neoliberales tipo Plan Puebla Panamá). “En el área Ixil han asentado a 800 familias en fincas compradas con fondos privados” -anota la investigación que realizó el colectivo laCuerda. Ha habido “conflictos debido a reasentamientos no consultados [y] denuncias de corrupción”.

12Al cerrar este libro, hay que subrayar varias cosas: bien vale la pena que las mujeres mestizas sigan trabajando con las mujeres Mayas, aprendiendo de ellas y organizándose de la forma más igualitaria posible. El racismo es fuerte y hay que saludar este intento y esperar que haya muchos más. Superar las barreras de clase y la separación campo-ciudad también es necesario y provechoso, pues la resistencia al modelo neoliberal necesita alianzas, en Guatemala y en muchas partes del mundo.

13Finalmente, como mujeres, hay que seguir siendo muy enérgicas y muy astutas, pues son muchos los frentes de lucha –y son permanentes las trampas. Un ejemplo de ello es cómo desde el año 2000, con la resolución 1325 de la ONU, las mujeres han sido puestas en el centro de los procesos de pacificación después de las guerras. ¿Por qué lo que parece una victoria puede encerrar una trampa? Primero, porque a las mujeres no sólo se les carga con el peso del “dolor invisible de la guerra” (Garraízabal, 199413), también se les pide reconstruir los países destruidos por los hombres en armas. Segundo, porque si bien permite empezar a romper el silencio en torno a las violencias específicas que les fueron infligidas durante las guerras por ser mujeres, en especial la violencia sexual14, existe el riesgo de volver a victimizarlas, y sobre todo, de reducirlas a las violaciones que vivieron, borrando su coraje, su valor y sus estrategias de sobrevivencia y de lucha. Sobre todo, distrae la mirada del gran conjunto de dificultades sociales, económicas y políticas que enfrentan al terminar la guerra: es que las cosas, más bien, empeoraron con la embestida neoliberal.

14Olga L. González , Universidad Paris Diderot, equipo URMIS
Jules Falquet , Universidad Paris Diderot, equipo CEDREF

15Notas de pie de página

161 De las 38 ex guerrilleras que se volvieron a asentar en la región.

172 Grupo lingüístico maya que participó ampliamente en el proyecto revolucionario y que fue ferozmente reprimido: bajo el régimen de Ríos Montt murió una sexta parte de la población Ixil, registrándose al menos 72 masacres en la región. Unos huyeron a Chiapas, mientras que otros buscaron refugio en el monte, conformando las CPR (Comunidades de Poblaciones en Resistencia).

183 La lucha se inicia en 1960 con el levantamiento de un grupo de militares. La URNG, que federaba cuatro grupos (PGT-ND, FAR, EGP y ORPA), surgió en 1982. Según datos de las mismas organizaciones, en la URNG había un 25% de mujeres, mientras que en el EGP, donde el 80% de la membresía era indígena, había un 15% de mujeres. En el acto de desmovilización del 16 de febrero 1997 se registraron 400 mujeres indígenas.

194 Mario Payeras, Los días de la Selva, Relatos sobre la implantación de las guerrillas populares en el Norte del Quiché, 1972-1976 ( La Habana: Casa de las Américas, 1981).
fn5. Yolanda Colom, Mujeres en la alborada (Guatemala: Artemis y Edinter, 1998).

206 Aura Marina Arriola, Ese obstinado sobrevivir. Auto etnografía de una mujer guatemalteca (Guatemala: Ediciones del Pensativo, 2000).

217 Chiqui Ramírez, La guerra de los 36 años vista con ojos de mujer de izquierda (Guatemala: Editorial Oscar de León Palacios, 2001).

228 Norma Stotz Chinchilla, Agrupación de mujeres Tierra Viva, Nuestras utopías. Mujeres guatemaltecas del siglo XX ( Guatemala: Magna Tierra Editores, 1998).

239 En los países de la región se han recogido y publicado varios libros conocidos de testimonios de mujeres ex combatientes, en especial en Nicaragua y El Salvador. Sobre Perú : Camille Boutron, Genre et conflit armé : la trajectoire des femmes combattantes du conflit armé interne péruvien (1980-2000) et leur réintégration à la société civile comme éléments d’interprétation de la réconciliation nationale, tesis bajo la dirección de Marie-Eugénie Cosio (2009). Sobre el EZLN en México y en especial las mujeres indígenas, ver Nellys Palomo y Sara Lovera (coordinadoras), Las alzadas (México : CIM, Convergencia socialista. 1997) ; Rosalba Aída Hernández, La Otra Palabra. Mujeres Y Violencia en Chiapas antes y después de Acteal (México: Iwgia, 2007) ; Rosa Rojas (compilación y edición), Chiapas: ¿y las mujeres qué? Tomo 1 y 2 (México : Ediciones la Correa feminista-CICAM, colección del dicho al hecho, 1994 y 1995) ; Guiomar Rovira, Mujeres de maíz, la voz de las indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista (Barcelona : Virus editorial, 1996). En francés, cabe mencionar una entrevista colectiva con siete comandantes zapatistas, realizada en 1996 por una decena de feministas de varios comités de solidaridad europeos, y publicada en la revista del CSPCL, ¡Más mujeres! (París: roneo, 1996). Finalmente, sobre la participación política revolucionaria de mujeres indígenas en México (más allá de Chiapas): Yolanda Castro Apreza, Susana Aguilar Pintor, Luis Abarca González, María de la Luz Morales Márquez (compiladores), Caminos e historias. Voces y testimonios de mujeres del FNLS (México: Editorial FNLS, 2008).

2410 “La Comisión de Esclarecimiento Histórico registró 1 465 hechos de violación sexual, sobre todo entre 1980 y 1983. 88,7% fueron mujeres mayas. Las violaciones sexuales como parte de las operaciones de tierra arrasada fueron realizadas antes de las masacres. Separaban a las niñas, adolescentes, adultas y ancianas y los primeros en violarlas eran los oficiales del ejército, luego los soldados y por último los patrulleros”. Ver el trabajo de Magíster de Ofelia Chirix, Desenmascarando experiencias de racismo y sexismo en la vida cotidiana de las mujeres mayas q’eqchi’es de Cahabón, Alta Verapaz, Guatemala (Santiago: Universidad de Chile, octubre de 2007).

2511 Cinco mujeres pasaron entre 10 y 20 años en la lucha armada, once pasaron entre 6 y 10 años.

2612 Ver por ejemplo Karine Vanthuyne, « Guatemala : se souvenir de la guerre, devenir une victime? » en Problèmes d’Amérique latine, n° 68 (primavera 2008), págs. 81-100.

2713 C. Garaízabal, N. Vásquez, El dolor invisible de la guerra. Una experiencia de grupos de auto-apoyo con mujeres salvadoreñas (Madrid: Talasa, 1994).

2814 En el caso de Guatemala, hay que señalar el trabajo del consorcio formado en 2003, Actoras de cambio, el encuentro realizado en noviembre 2008 en Huehuetenango “Sobreviví, estoy aquí, estoy viva”, y la reciente publicación: Tejidos que lleva el alma. Memoria de las mujeres mayas sobrevivientes de violación sexual durante el conflicto armado (Guatemala: Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP) Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG), 2009).

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