Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1En 1930, el recién formado Instituto Hispano-Cubano de Historia de América con sede en Sevilla publicó los dos primeros tomos de una serie de catálogos de documentos de protocolos relativos a las Américas. Todos los documentos fueron localizados en el Archivo de Protocolos de Sevilla, fuente auxiliar del mejor conocido Archivo General de Indias para los los historiadores del período colonial. Otros tres tomos salieron a luz entre 1932 y 1938, ampliados por dos volúmenes nuevos preparados para el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a las Américas en 1992. Desde el 2000, los archivistas del Instituto han estado preparando los próximos Tomos VIII a XI, basando su material en las notas de los coordinadores del proyecto de los años 30. También han añadido signaturas para la localización de los documentos después de su traslado del Archivo de Protocolos hacia el actual Archivo Histórico Provincial de Sevilla.

2 Como explicó el entonces director del lnstituto en 1930, el proyecto estaría guiado por los compiladores, quienes para las primeras publicaciones seleccionarían documentos que según su juicio debieran “contar con mayores posibilidades de que la investigación arroje un resultado positivo” (T.I, 8). Así que cada uno de los primeros tres volúmenes cubrió casi la totalidad del siglo 16: Tomo I de 1493 a 1577, Tomo II de 1505 a 1580, y Tomo III de 1509 a 1600. Cada uno de los tres primeros tomos también incluyó un apéndice con documentos transcritos, característica que hace falta en las publicaciones más recientes.

3 En contraste, los Tomos VIII a XI son mucho más exhaustivos en su contenido. Cada uno se limita a una parte del siglo XVI. El Tomo VIII se extiende sólo de 1480 a 1526. El Tomo IX corre de 1526 a 1531; El Tomo X de 1531 a 1537; y el Tomo XI de 1537 a 1545. Todos estos nuevos volúmenes están basados en la labor del equipo original, dentro del cual se debe notar especialmente la presencia de Antonio Muro Orejón y José Hernández Díaz. El equipo actual, de María José Luna Muñoz y Dolores Romero Delgado, ha revisado los asientos redactados por Muro Orejón y Hernández Díaz para averiguar “si siguen existiendo y el legajo en que se encuentran, incorporar la signatura actual y subsanar posibles errores en la catalogación” (T. VIII, 7). El objetivo parece ser cumplir con el trabajo iniciado por Muro Orejón y Hernández Díaz, de manera sistemática y útil para todo tipo de investigador.

4 Los tomos recientes siguen un estricto órden cronológico, con la excepción de 42 asientos añadidos al Tomo IX que debían corresponder al tomo anterior. Todo esto queda explicado claramente en los prólogos. Además de la pérdida de las transcripciones, también hay unas pequeñas modificaciones en los índices. Igual que en los tomos originales, aparecen índices de materias, personas, y lugares. Lo que anteriormente salió como una ‘lista de naos’ ahora aparece como índice pero con materiales idénticos. La tabla de escribanías original se ha expandido para incluir una tabla de escribanías organizada por sus números de oficio, además de un índice alfabético de escribanías públicas por nombre, lo que permite la correlación de escribanos particulares con sus números de oficio. Finalmente, en los Tomos IX-XI hay una tabla de escribanías de los tomos anteriores, que indica donde aparecerían los libros de protocolos correspondientes a fechas particulares en los tomos ya publicados. Algo muy útil para la utilización de los primeros tomos; por ejemplo, parece que 1516 fue un año muy ocupado para el Oficio No. 1, Alonso de la Barrera, cuyos escritos de aquel año se localizan en los tomos I, III, IV, y VII.

5 No hay que convencer a los historiadores de la utilidad de los libros de protocolos, que permiten una vista de los arreglos cotidianos y particulares que, reunidos, resultaron en la colonización de un continente. Se ven las idas y vueltas de personas, redes de comunicación por el atlántico, y una economía colonial emergente. Para los centroamericanistas aparecen muchas figuras de interés, incluyendo famosos europeos involucrados en la colonización de la región como Pedro de Alvarado, Beatriz de la Cueva, Pedro Puertocarrero, Diego Álvarez (obispo electo de Nicaragua en 1537), [f@665@Francisco Marroquín], Pascual de Andagoya (lugarteniente del gobernador de la ciudad de Panamá en 1535), y Francisco Camacho (mercader activo en el Golfo de Higueras en 1524). Igual que en los libros de protocolos de las ciudades coloniales, se encuentran también mujeres, esclavos, artesanos, criados, y otros que apenas aparecen en otros tipos de documentación. Se nota, sin embargo, la ausencia de la población indígena en estos libros de protocolos generados en España.