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AFEHC : transcripciones : Oración funebre pronunciada en la capilla del seminario de la ciudad de Leon de la provincia de Nicaragua el dia 26. de Noviembre de 1804. en la tarde. : Oración funebre pronunciada en la capilla del seminario de la ciudad de Leon de la provincia de Nicaragua el dia 26. de Noviembre de 1804. en la tarde.

Ficha n° 2331

Creada: 24 febrero 2010
Editada: 24 febrero 2010
Modificada: 24 febrero 2010

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Oración funebre pronunciada en la capilla del seminario de la ciudad de Leon de la provincia de Nicaragua el dia 26. de Noviembre de 1804. en la tarde.

El presbítero Florencio Castillo lamenta la pérdida del fraile Juan Gómez, de la orden de San Juan de Dios, dando los elementos que hacían de este fraile de origen humilde un ciudadano util y beneficio en la ciudad de León.
Autor:
Presbítero D. Florencio Castillo
Fecha:
1805
Texto íntegral:

1Oración funebre pronunciada en la capilla del seminario de la ciudad de Leon de la provincia de Nicaragua el dia 26. de Noviembre de 1804. en la tarde.
Por el Presbítero D. Florencio Castillo en las Honras Funerales del R. P. Fr. Juan Gomez, Religioso de San Juan de Dios.
A expensas de un Amigo fiel, que desea eternizar la memoria de este buen Religioso.
CON LICENCIA+
En la N. Guatemala por D. Manuel Arevalo. Año de 1805.

2Este ultimo testimonio, con que se honra la memoria de un hombre que se hizo amar por sus beneficios, y respetar por sus virtudes, es un obsequio que se hace unicamente á su merito y virtud.
Si este funebre aparato suele servir muchas veces para fomentar la vanidad de los grandes y poderosos,no es al presente, si no un tributo que exige de los corazones nobles el amor, la amistad y la gratitud. Es un justo desahogo que se permite al dolor y sentimiento en la perdida del mas fiel amigo, del ciudadano mas util, y del mas gene roso bienechor el R. P. Fr. Juan Gomez. En las honras de los ricos y de los grandes puede influir el interes y la vanidad; para lisonjear á los parientes se exagera hasta lo sumo el merito del defunto, y tal vez se hace pasar por una heroicidad la accion mas indiferente.
Pero por fortuna en la presente ocasion estamos libres de estos peligros: yo++ no conozco ningunos grandes parientes del Finado á quienes se pudiera adular, para merecer su proteccion: tampoco se que dejase algunas riquezas que apetecer, ni era el Padre Gomez de aquellos que solamente el haver tenido una cuna muy ilustre o el haver obtenido un gran puesto, es suficiente motivo para honrar su memoria, y elogiar sus acciones. No es un cumplimiento de politica, o de la moda el que os imponen la razon de la religion, el que hà dirigido vuestros pasos. Vosotros, Cuidadanos Leoneses, haveis concurrido de acuerdo a dar la mas verdadera preuba de la sincera y tierna amistad que profesasteis al finado Fr. Juan, y de la estimaticion y aprecio que haceis de sus virtudes. Nobles y pleveyos, ricos y pobres, Eclesiasticos y seculares: el Pueblo Leonés en una palabra, publica sus beneficios, lamenta su pèrdida como irreparable, y en tanta amargura no encuentra otro lenitivo que la memoria de sus virtuades, que son el presagio mas seguro de su eterna felicidad. En efecto havia encontrado el P. Gomez el secreto de hacerse amar de todo genero de personas: compasivo siempre á las miserias de los pobres, no miraba con indiferencia los ricos, y à toda clase de personas conservaba sus derechos. Semejante conducta no podia ser inspi++rada, si! no por un zelo ilustrado, y rectificado con las maxímas de la Religion, que nos hacen mirar à todos los hombres como hijos de un mismo padre, dotados de unas mismas facultades, y nacidos para un mismo fin. Una voluntad dispuesta siempre à servir à sus proximos sin accepcion de personas, un corazon que penetrado de los mas vivos sentimientos de amor y respecto acia la Divinidad, se sacrifica en servicio de su Criador, forman el caracter del Sujeto que merece hoy nuestras atenciones. Con bastante fundamento podemos pues decir, que el P. Gomez al mismo tiempo que se captó vuestras voluntades, se hizo acredor á vuestra veneracion y respecto: vino á ser las delicias de este Pueblo, aquel cuya conducta religiosa hizo respetarse de los que le trataron. Por esta razon hablarè primerammente de aquellas virtudes que la constituyeron un verdadero Religioso, digno hijo de San Juan de Dios, y en segunda hablarémos de aquellas, por las que vino à ser un Cuidadano util y benefico. Impelido de celestial vocacion abrazó un instituto, à donde no podian convidarle ni la esperanza de los honores, ni el deseo de comodidades temporales, ni alguna otra humana satisfaccion. Y à la verdad ?______ como algun fin torcido pudo hacerie profesar en una Religion,en que continuamente se presentan à la++ vista de los objectos mas tristes y mas prpios para conocer la miseria del hombre? Aquella caridad del proximo, de que vivio siempre penetrado, fue indudablemente la que le obligo à militar vajo las vanderas de aquel gran Caudillo, que fué infatigable en procurar el bien espiritual, y temporal de sus hermanos. A imitacion pues de su Santo Patriaca, trabajaba este buen Religioso en la salvacion de sus proximos: aunque el Cielo no le havia destinado para predicar, el instruía con su buen exemplo, y con sus conversaciones familiares. Su corazon, que no perdia un punto de vista las miserias de sus hermanos, subministraba à su lenga las materias que havia de tratar con sus amigos: à todos procuraba inspirar sentimientos de la misericordia con los pobres, y hacerles conocer que en la practica de esta virtud consiste la mayor parte de la perfeccion de un christiano, de forma que el amor ++del proximo era el comun asunto de sus conversciones. Tenia tambien la bondad de repartir el catecismo à los pobres, para que se instruyesen en la doctrina christiana, y aun entre su pobre espolio se le encontraron muchos quardenos que seguramente havia solicitudo para distribuirlos graciosamente. Yo halto en esto una perfecta imitacion de la conducta de su Patriarca, quando estando en Granada empleaba sus jornales en comprar libros piadosos para regalarlos á los que llegaban à su tiendecilla, haciedose Apostol en traje de mercader. Pero esta caridad, que de tantas maneras visteis brillar en el P. Gomez, estaba apoyada en su humilidad. Esta virtud Señores, que es caracteristica a qualquier estado Religioso, la poseia Fr. Juan Gomez en un grado nada comun: su modestia, su trato dulce y afable, aun con los mas infelices, los oficios tan humildes en que se exercitaba, son una prueba nada equivoca de esta verdad. Vosotros le visteis presentarse siempre con aquella honestidad y mesura, que hace amab++le la presencia de un Religioso, y nunca observasteis que se pintasen en su semblante la fiereza, el orgullo, ni alguna de aquellas pasiones, que tienen su origen en nuestro amor desordenado; pero ni era facil que un hombre que se acostubro siempre a palpar los efectos de nuestra miseria, a oir continuamente los lamentos de los afligidos, a ver convertirse todos los dias la hermosura mas aplaudida en deformidad espantosa, y la robustéz mas firme combatida y debilitada por las enfermedades no era facil que su corazon se dejase apodear de la vanidad ó de la hinchazon, haciendo de si mismo un demasiado aprecio.
¿Le visteis alguna vez desdeñarse de tratar con los pobres, ó de visitar sus mas humildes chozas, sin embargo la estimación y aprecio que hacian los Grandes de su merito? ¿Huvo algun exercicio [fol. 6], aun de aquellos de mayor humillacion y repugnancia a nuestro natural orgullo, en que Fr. Juan Gomez no se ocupase para consolar á sus hermanos en Jesu Christo? Aun quando e++staba rodeado de las personas de mayor distincion, nunca despidió con dureza á ninguno de aquellos infelices, que llegaban a implorar sus auxilios; antes bien a todos recibia con afabilidad, y con aquella misma dulzura con que los trataba quando solo Jesu Christo era testigo de su caridad benigna y universal. Vosotros lo visteis, Ciudados de Leon, que ahora llorais la falta de vuestro consolador.
Ah! Si me fuese licito referir una à una sus virtudes! Abusaria de la atencion con que me honrais, si en este dia tan lucido para mí os hablara de la pobreza que observo siémpre,segun su ínstituto, si os recordara la piedad con que tributaba el debido culto ã su Crïador, y si yo elogiara y realzara aquella prudencia que tanto le recomendaba, con que súpo manejarse christianamente, ya en el estrecho recinto de su claustro, ya tambien en la estencíon, basta, del sigo que admiro sus virtudes; pero yo señores, pasaré en silencio todas estas qualidades que fueron beneficas à nuestro Pueblo, por que con preferencia à ellas arrebata mi alma la pureza de su castidad.
Y desde luego ¿podrá alguno imputar á Fr. Juan Gomez el mas leve delito de impureza? En todo el tiempo++ que morò ya en Leon, ya en Granada oisteis decir, aun à las personas mas ligeras, que profanase su estado con algun afecto en esta materia? Ninguno se atreve à proferir semejante calumnia, contra un hombre, que lejos de dar ocacion à la mas pequeña sospecha , conservò siempre suma honestidad en su trato y conversacion. Si el P. Gomez huviera vivido sepultado continuamente en su Hospicio, sin trato, ni comunicación alguna con nuestro elogios,Pueblo, no seria tan digno de nuestros elogios, por que la conservacion de su abtraccion, que conspiraba con la gracia para defenderlo; pero asi como su Santo Patriarca fuè respetado de las llamas, quando entrò enmedio de ellas para tomar sobre sus espaldas los enfermos que peligraban, asi este hijo tan digno de aquel Padre , no recelò tratar en todo tiempo con todo genero de personas de uno y otro sexo, no vaciló para dejar su amado retiro, y correr por el siglo à enjugar las lagrimas de los afligidos; y como se expuso à estos peligros, no por el deseo de su propria comodidad, y por el atractivo de una ganancia sòrdida, si no por ++la gloria de su Señor, y por el amor de sus proximos, su inocencia nunca padeció ningun daño, y nunca el Cielo suspendiò los auxilios con que debia conservar la pureza de su corazon. Y ¿no es estos Señores, haver sido un verdadero exemplar de su Patriarca S. Juan de Dios ?
Pero si estas virtudes frmaron en èl un varon digno de los claustros, tambien lo santificaron en beneficio del Estado, y jnustamente puedo decir, que reunio en su alma las virtudes de Religioso, y de Ciuddano.
No intento probart que el P. Gomez fue diçgno de la Patria por la nobleza de su nacimiento; seria inutil ojear en la obscura antigüedad para encontrar en ellas las virtudes de sus Abuelos, las que poseyò este caritativo Religioso, me eximen de buscar y mendigar en sus acendientes unos adornos que no la harian recomendable?
El finado podria haveros hablado, si su modestia se lo permitiera entonce, con la misma libertad que aquel ilustre Romano dijo à los nobles de su Patria,, yo no puedo exponer al
,,publico los retratos de mis antepasados, ni sus triunfos, ni sus Consulados, pero puedo mostraros los premios militares cn que hge ++ del amor y ternura con que trataba à los enfermos que recibia en su hospital, del ciudado y vigilancia con que procuraba su curacion. Nada se le viò omitir de lo que conducia para alivio de las enfermedades de ellos, su mano caritativa, y santamente prodiga aplicaba la mas completa asistencia, y no de detenia quando los medicamentos eran muy costosos, para aplicarlos à qualquier infeliz que los necesitase.¡ +++++++++++++Que espectaculo tan tierno era el P. Gomez! El mismo curaba con sus propias manos las ùlceras mas fétidas, y no se dispensaba ni aun de aquellas operaciones que causan horror à nuestra naturaleza, si contribuian al bien de sus hermanos. De todas partes, aun las mas lejanas, venian à implorar los pobres enfermos su caridad y misericordia, y no encontraban en èl si no un padre amoroso, que los asistia y consolaba en sus aflicciones. Yo al observar que este hombre de caridad, apenas se levantaba por la mañana, quando ya estaba rodeado de un gran numero de enfermos, al ver que à cada uno de ellos prestaba benignamente sus oidos, para escuchar con paciencia la relación de sus enfermedades, y al contemplar que sufría inalterable sus impertinencias, que los consolaba y les daba graciosamente las medicinas; puedo decir de èl lo que dicen las Escrituras, quando hablan del Santo Job, que la misericordia crecio con èl desde la infancia, y que aun desde el vientre de su madre naciò adornado con esta virtud.
Cada uno de nosotros, al ver tan divididas las atyenciones de este Varon caritativo entre los enfermos de su Hopital, creeria que su actividad no podria ya extenderse á mas objetos, que aquellos á que le vinculaba la obligación de su instituto ; pero su alma estaba ilustrada de una moral sana, sabia muy bien que todos los hombres son acreedores à nuestros servicios, y que no hay instituto alguno que pueda eximirnos de cumplir con las sagradas leyes, que nos impone la Sociedad. Su caridad activa se conformaba muy bien con estas luces, que aumentaban la socitud de su corazón; y asi no le servia de remora su estado Religioso para salir diariamente de los claustros, su corazon sensible á las miserias de sus hermanos, le ponia frecuentemente en el siglo, le llevaba á los barrios, y en las alas de su zelo le hacia recorrer todas las calles de la Ciudad. Vosotros le visteis, no una ni otra vez, si no casi todos los dias, sufrir el rigor de la estacion para enjugar las lagrimas de los infelices curando sus enfermedades. Ah! ¿Quien podrá acordarse sin dolor de aquel amor y ternura con que consolaba á los enfermos, de la eficacia con que procuraba su salud, encargando la asistencia, como si fuera el mas immediato deudo de cada uno de los dolientes?
Pero excede á todo encarecimiento la afabilidad y dulzura con que tratab á los niños: para hacerlos tomar las medicinas se valia de todas las industrias que le sugeria su tierno corazon, informado de aquella caridad, que sabe amoldarse á todas las edades, los regalaba, les hacia muchos alagos, y se valia de pueriles artificios para inclinarlos. Semejante a una amorosa madre, que deseosa de la salud de su tierno hijo, frota con dulce, ó con licor suave los bordes de un vaso, para que engañado el niño con el inocente artificio de una sensación agradable, traguela bebida amarga que es el remedio de su mal. Si Señores, el P. Gomez tenia entrañas de madre para todos los que se hallaban aprimidos de alguna enfermdad.
Es verdad que los pobres tenian lugar preferente en su corazon, pero no era menos sensible á las calamidades de los ricos. Su alma, ilustrada con las luces practicas de la gracia, estaba persuadida de que la caridad, si prescribe orden para graduar las necesidades, à ninguna excluye quando necesita de su favor, especialmente en las enfermedades, en que todos los hombres son dignos de compasion. El P. Gomez à todos servia en sus dolencias, à todos procuraba complacer, y sabia tratar á todo genero de personas segun sus circunstancias. Por este medio se hizo el dueño de todos los corazones : los grandes le miraban como el mas fiel amigo los pleveyos como à su mas tierno padre , y todos lo amaban igualmente como á bienhechor, siempre dispuesto à servir à todos, sin distincion de clases ni personas.
¿ Y que fin Señores, pensais pudo dirigir esta conducta ?¿ Juzgais que algun interès seria el movil de semejantes operaciones ? Su corazon estaba muy distante de dejarse arrastrar del deseo de las riquezas; no es el oro, ni la plata el atractivo de las almas nobles, si no el placer de hacer bien á sus semejantes. ¿ Podrá alguno decir que Fr. Juan Gomez exigiò alguna recompensa por sus visitas? ¿ Esperarìa alguna recompensa por los servicios que hacia à unos infelices, cuyas necesidades le obligaron muchas veces à partir con ellos su pan para alimentarlos? Aun de aquellas personas de facultades, no quiso recibir sumas quantiosas, que con justo titulo pudo admitir ; y si algunas veces se halló obligado á aceptar algunas moderadas gratificaciones, las consumio todas en proveer completamenta su botica para el bien del public: y lo que es mas digno de alabanza, Fr. Juan no se valió de la confianza que merecia de los grandes para empeñar su poder y caudales en sus propios intereses. Y asi en unos tiempos tan corrompidos, en que la codicia parece que ha ahogado los sentimientos de la humanidad, vivia entre nosotros un hombre ocupado continuamente en utilidad del Estado, sin otro interes que la satisfaccion de cumplir con las obligaciones sociales. Felices los hombres, que gustan el placer de hacer bien. ¡ Que dichosas serían, las sociedades, si muchos hombres pensaran y obraran de esta manera! Desaparecian de la tierra muchos de los trabajos que nos rodean, no se derramarian tantas lagrimas, y auxiliandose mutuamente vivirian vcontentos, aun en medio de sus desgracias.
Yo no temeria poner las virtudes de este humilde Religioso, al lado de las victorias mas celebradas de qualquier conquistador, no recelaria digo, que la brillantez de estas obscureciese la humildad y simplicidad de aquellas. S i examinamos de cerca, y sin preocupacion la glooria de los guerreros, encontrarémos que tal vez no han tenido mas objeto que la ambicion , la codicia, y que su fin menos criminal ha sido la gloria de hacer immortales sus nombres, por el terror y espanto que introdujeron en el universo. Por el contrario la conducta de Fr. Juan Gome, aunque simple y enemiga de la obstentacion y vanidad, toda se ocupaba en el bien de sus hermanos, en aliviar sus dolores, y en redimirlos de la muerte. Los mas famosos generales no pueden atribuirse à si mismo toda la gloria de sus empresas, pendientes de mil circunstancias que deciden de su suerte en los combates; pero Fr. Juan no tiene necesidad de partir la gloria de sus acciones; de su corazon compasivo, y de su alma ilustrada pendiò toda la conducta loable, que tanto edificò y consoló á sus hermanos.
Si sabeis Señores, apreciar las virtudes sólidas y utiles à la Sociedad, si no os dejais deslumbrar de los falsos resplandores, conocereis quanto mas aprecio y estimacion debeis hacer de la vida pobre y humilde del Padre Gomez, que de aquelleas azañas ruidosas y admiradas por todo el mundo; ¿ Acaso se podrà decir que la simulacion tendria algun influxo en semejante conducta ? Pero si es cierto que solo Dios puede penetrar los corazones de los hombres , tambien lo ès que nada se puede fingir por mucho tiempo, sin que se descubra la falsedad. Vosotros haveis conocido á Fr. Juan Gome, no por poco dias ó mese, si no por muchos años, que para nuestro consuelo ha morado en esta provincia, y en tan dilatado tiempo ¿ no observasteis que permaneciò siempre constante y firme en este mismo genero de vida ?
Si Señores, el P. Gomez por exercer la misericordia contrajo la ultima enfermedad, que lo arrevato de nuestra vista: sabia muy bien que se dañaba su salud quando se le mojaba la ropa y no se mudaba inmediatamente; y à pesar de esta experiencia, prefirió el bien del proximo al propio, nho advirtiò que estaba empapado de sudor, para socorrer à un infeliz, y este heroismo fuè la ocasion funesta de aquel accidente cruel, que lo se
parò de nuestro compañia. ¡ o providencia amable de Dios ! en esta Ciudad, en este pequeño angulo del mundo vivimos, existiò un hombre, que negado à los echizos de las riquezas y de los honores, se ocupò en servir à sus semejantes, todo el tiempo que Dios quiso prolongar sus dias.
No es mi intencion vindicar al P. Gomez aun de aquelloos defectos, que son como frutos necesarios de nuestra naturaleza corrompida: sè muy bien que fuè hijo de Adan, y esto basta para que la miserable humanidad cobrase de él sus derechos. Lo que os suplico es, que si advertisteis en su conducta algun leve desliz, no valueis su demerito, sin traer à la vista todas sus virtudes, especialmente su caridad. Mas ¿ que testimonio mas honorifico á la memoria de este humilde Religioso, que aquellas lagrimas que se derramaron en su muerte, con tanta abundancia como justicia ?¿ Que mayor pmrueba de su merito, que este numeroso concurso, que viene à celebrar estas sencillas, pero afectuosas exéquias, no por ceremonia ni fausto mundano, si no para dar a sus inanimadas cenizas la prueba mas verdadera de su agradecimiento ? Dichosos aquellos que saben edificar, no en la tierra deleznable, si no en los corazones de los hombres.
Acordaos Señores, aunque se renueve vuestra llaga, de aquellos dias tristes en que se agravo la enfermedad del P. Gomez, quando se comenzò à decontar de su salud. ¡ O dulce violencia del agradecimiento! Toda la Ciudad gemía y clamaba al Cielo, para rescatar la vida de su bienhechor, mas aquel Dios de cuya voluntad penden las vidas de los hombres, aquel Señor que tiene poder para matar y vivificar, para herir y sanar, se resistiò à los ruegos de su Pueblo , ò para castigarnos, ò para premiar ya los trabajos de este Justo. Es muy corta, y está muy obscurecida la vista de los mortales, para acertar á pedir lo, que està decretado, por mas conveniente en los arcanos divinos. No queramos pues, escudriñar los juicios de Dios, besemos humildemente el azote paternal que nos hiere, adóremos las providencias divinas, que ya sean para premio, ó para castigo nuestro, siempre son dictadas por un amoroso Padre.

3 DISCURSO Que el muy ilustrisimo y venerable señor Dean Presbitero Beneficiado Don Francisco Quijano Pronuncio en la Santa Iglesia Catedral el día en que ingresó à esta ciudad El Ilmo y Rveerndisimo señor Doctor Don Bernardo Piñol y Aycinena, Dignésimo Sr. Obispop de esta Diocesis. ............................................................................................................................ Imprenta de la Esperanza C. De la P.N.9