Ficha n° 2309

Creada: 06 febrero 2010
Editada: 06 febrero 2010
Modificada: 05 marzo 2010

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Autor de la ficha:

Miguel Angel HERRERA C.

Editor de la ficha:

Justin WOLFE

Publicado en:

ISSN 1954-3891

DERROTERO DE LA CIVILIZACIÓN: La letra impresa en Nicaragua: tradición y modernidad

En los escribanos (amanuenses) o escribientes de periódicos y por tanto también lectores, sujetos representativos de la modernidad del siglo XIX, se encuentra el nuevo actor por excelencia, que marca la pauta en las orientaciones culturales e incide directamente en la conformación de una cultura política, muy marcada por el estrecho espacio que el Estado le permitió para desarrollarse. En las décadas de 1840-1860, el periódico representa el nuevo espacio en el que la cultura política ha de desarrollarse. Impresores, suscriptores y libreros, fueron factores importantes en la creación de una cultura protonacional con un marcado sesgo político partidarista que persiste aún hoy en día
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Autor(es):
Miguel Angel Herrera C.
Fecha:
Diciembre de 2009
Texto íntegral:

1

Introducción

2En los albores del siglo XX, el memorialista nicaragüense Francisco Ortega Arancibia a sus noventa años de edad hacía un recuento de su vida. Como si de una película se tratara, en su memoria iban pasando episodios y escenas de la tumultuosa vida política nicaragüense en el siglo XIX, y en uno de los cuadros de sus recuerdos se hacía presente la primer vez que vio una máquina de imprenta, ese sinónimo de progreso como un poco tiempo después habrían de serlo unos extraños artefactos que surcaban el lago de Nicaragua, los vapores cuyas calderas y torres habían sustituidos a las velas y que al igual del ferrocarril y el telégrafo, transformaron el paisaje de los territorios centroamericanos. Al evocar esta máquina de progreso, Ortega exclamaba:

3“Marchar …! La imprenta derrama luz que alumbra los ámbitos de la República, en cuyos los departamentos (sic) se editan periódicos que marcan a sus habitantes el derrotero de la civilización y de su verdadera felicidad1.”

4La imprenta en las primeras décadas del siglo XIX en Nicaragua, constituyó un jalón muy importante en el proceso de dotar a los nacientes Estados nacionales de una identidad, por medio de la difusión de sus leyes, reglamentos, normas y códigos. Como en toda América Latina del siglo XIX, la imprenta creó un nuevo espacio para las acciones políticas, sin embargo en la Nicaragua de la primera mitad del siglo XIX hubo de transcurrir un complejo proceso de transición entre la escritura privada (la de los manuscritos, las correspondencias familiares y las comerciales) y la escritura pública (periódicos, volantes, panfletos). En el presente artículo nos proponemos explorar el desarrollo de la escritura a través de la expansión del universo de la letra impresa en las sociedades nicaragüense y salvadoreña, sus relaciones con la imprenta y los periódicos, como espacio en los que se desarrolla el poder político, y las consecuencias que estos elementos tienen en la formación de los discursos literarios en Nicaragua y El Salvador en diferentes etapas del siglo XIX. En algunas prácticas de escrituras públicas como las desarrolladas en las sociedades urbanas del Virreinato de Nueva Granada, como Caracas y Bogotá, a finales del siglo XVII, el escribir tenía el significado de un acto civilizatorio o una confrontación abierta que los letrados usaban como instancia de autoridad2. En el Virreinato de Nueva España el publicista oxaqueño Carlos María de Bustamante desarrolló una escritura pública en las dos primeras décadas del siglo XIX, que tenía como finalidad la de “moralizar a la plebe3”. En Centroamérica la producción de impresos, desde los tiempos de la colonia, estuvo centralizada por Guatemala y en la temática de su producción predominó lo religioso, tal influencia prevaleció inclusive hasta en el siglo XIX, coexistiendo la palabra impresa del orden y la legitimidad con un sentido religioso, los sacerdotes muchas veces estaban al frente de las imprentas y periódicos. El consumo de la letra impresa tuvo un sentido sacralizado. Su radio de difusión trascendía los límites políticos-administrativos del estado, por ejemplo, no solamente se reproducían textos …:

5“Preceptos breves de Relijión, de moral y de virtud, escritos en verso de una manera clara y sencilla, acomodados a la capacidad de los pueblos, con el objeto de que queden impresos en la memoria, copiados de un periódico Mejicano (...) Aunque en el alcance al número 22 de este periódico se publicaron estos saludables consejos, son muy interesantes, y su importancia nos ha hecho repetirlos4.”

6La ciudad letrada era la principal destinataria de esta producción: curas, hombres dedicados a las profesiones liberales, funcionarios de la burocracia colonial, comerciantes; todos intermediarios o mediadores con el universo de la población que pertenecía a la cultura oral, aquellos para quienes la letra impresa no comunicaba nada y sin embargo tenían formas y medios propios de comunicación colectiva. En las sociedades centroamericanas, a partir de la tercera década del siglo XIX, y en particular en el Pacífico meridional centroamericano, la letra impresa sustituye a los actores políticos en el ejercicio de sus funciones públicas, cuando dibuja un nuevo esquema mediante la reproducción de los valores y conceptos amplificados por el poder que ella representa y las significaciones que le otorga a las leyes, normas y reglamentos que mayoritariamente difunde. La reproducción impresa de leyes y decretos en libros y periódicos delinea una nueva cartografía del poder. La elaboración de conceptos como deber, obligación, valor, autoridad, forman parte de la estructuración sobre la que se basan los organismos pre-políticos, que junto a los localismos, como los que persistieron en la sociedad del Pacífico nicaragüense en el siglo XIX, – por ejemplo – se constituyeron en un patrón de las estructuras de autoridad que otorgó identidad a las elites y cuyo poder, además de ser reproducido a través de imágenes por la letra impresa, fue legitimada por ésta. Existe un largo tránsito de la palabra impresa que legitima el poder político a la palabra creadora, cuyas prácticas encuentran el espacio necesario en los medios impresos y toman nuevas significaciones en los actos de lectura cotidiana que realiza la ciudad letrada, ésa que es organizada primero por el periódico y luego por el diario, contribuyendo a la secularización de nuestras sociedades. Política y palabra creadora se hacen presentes en el espacio público de la letra impresa, que representan los periódicos en Centroamérica, condicionándose debido a la expansión de la cultura impresa. En este sentido es necesario conocer los límites de la palabra impresa y su relación con el medio: la técnica que la produce y los lectores que, en tanto receptores, le otorgan nuevas significaciones por medio de su actuación pública. A través de la palabra impresa se reproduce el gusto literario y se difunden los primeros elementos de una estética creadora que ha de tener su punto culminante en el modernismo literario y que han de determinar a las modernidades en el istmo en el ocaso del siglo XIX. Una palabra impresa que transita de la gacetilla o nota periodística, retadora de poderes, a la crónica creadora de espejos e imágenes en el universo letrado que generan nuevas identidades.

7En esta primera etapa se asiste a la emergencia de un sujeto que sufre una extraña metamorfosis: los intelectuales religiosos se transforman en seculares en la medida en que asumen su papel de difusores de la letra impresa que dibuja el orden, ello les convierte en políticos, pero también son factores económicos que desde los periódicos construyen sus redes comerciales, y se convierten en miembros prominentes de la ciudad letrada que legitiman el poder político y construyen gustos literarios. De igual manera que en los albores de la Independencia, en la escritura de cartas se difundió una cultura literaria junto a la opinión política, a través de las redes de corresponsales que fueron creando factores de negocios como los comerciantes centroamericanos. Estos mantenían continua correspondencia entre sí, valiéndose del correo de posta o de las redes de transporte marítimo que a partir de la década de 1830 dinamizaron el comercio regional, incorporándose como un elemento decisivo en la difusión de la cultura impresa. Alan Touraine ha señalado que el actor en los tiempos modernos se define no por el lugar que ocupa en la organización social sino por la capacidad que tiene de modificar su entorno material y sobre todo social, influyendo en los modos de tomar decisiones, “en las relaciones de dominación y las orientaciones culturales5.”

8Este artículo se propone contribuir al debate de los estudios culturales centroamericanos, a través de una revisión crítica y problemática de la historia intelectual centroamericana en una de sus aristas más relevantes, el papel de la letra pública impresa en el desarrollo de nuevas significaciones políticas, el cual hasta el día de hoy ha sido estudiada teniendo como norte la búsqueda de su genealogía por medios cuantificables6.

La palabra impresa y el orden

9Algunos años después de finalizada la Guerra Antifilibustera, Salvador Sacasa, Prefecto de Granada, giraba una notificación a la Junta Municipal de Catarina, población situada a 22 kilómetros al oeste de Granada, la cual tenía por propósito ordenar la actividad ganadera, para ello exigía en primera instancia que presentaran la “relación jurada, libros y documentos que acreditan el cargo y la vara7”, como lo dispone el artículo 2o. del decreto de 9 de marzo de 1853. Dos elementos de la producción de ganado marcaron la identidad de las localidades y el sentimiento de pertenencia de los miembros de las comunidades populares. El primero es el decreto mediante el cual se organiza y reglamenta la legalización de la propiedad sobre ganado vacuno, caballar o mular, el cual debía ser certificado ante los Alcaldes. Se trataba de otorgarle identidad a la propiedad, entendiendo ésta como un hecho individual, toda vez que mandaba a garantizar “la propiedad de los individuos y el medio legal de adquisición8.” La ley indicaba que los alcaldes debían certificar las ventas y cumplir requisitos como: constatar señales, nombres de negociantes, fierros, etc. pero también regular el tráfico de ganado entre pueblos y los actos de ventas-compras en otros pueblos. El segundo elemento es el del régimen de propiedad de la tierra. La ley de 1852 establecía la concesión de tierras comunes o ejidos a los pueblos, sin embargo a pesar de la solemnidad con que la proclama expresaba este propósito: “Es de grande interés público el que todos los pueblos tengan tierras suficientes para pastos comunes y para la labranza9 (...)”, cabe preguntarse si las leyes ¿eran del conocimiento común de las gentes de pueblo?

10Cuando el “Gobierno Supremo” estableció, mediante decreto, la necesidad de legalizar a través de documento escrito toda actividad de compra-venta de ganado, estaba instaurando una nueva modalidad de adquisición no usual en el medio nicaragüense y estableciendo un nuevo tipo de relación, el anonimato de las relaciones contractuales, normal en toda relación mercantil, comenzaba a sustituir las vinculaciones personales; pero, ¿cómo eran vistos los asuntos legales por los sectores subalternos? En octubre de 1844, una rebelión de indígenas en Matagalpa cercó el asentamiento urbano y lo tomaron; entre muchas otras acciones destacan la mutilación de dedos que sufrió

11bq.“H. Gómez, Secretario vitalicio de los Alcaldes. Se los mutilaron los indios porque con ellos cogía la pluma para firmar lo que aquéllos creían contrario a sus intereses10 (...).”

12En el acto de escribir se encontraba el poder intangible que los letrados tenían sobre los demás miembros de la sociedad. En 1850, Francisco Castellón, jurista y caudillo político del Pacífico occidental en Nicaragua, desde su hacienda “Satoca”, anunciaba la renovación de su retiro de

13“los asuntos del foro” ante la Corte de Justicia, cumpliendo así con las leyes que lo demandaba, sin embargo no renunciaba a (…) la dulce satisfacción de poder ofrecer mis servicios a todas las personas, principalmente las desvalidas, que en privado necesiten consultar, como siempre, mis humildes opiniones sobre asuntos del foro11 (…)”.

14Fueron los profesionales liberales como los juristas, los letrados, quiénes tenían acceso a la lectura y escritura, y por tanto integraban un pequeño universo social, los que movilizaron a diversos sectores de las capas subalternas como los mestizos, ladinos e indígenas, en función de sus intereses particulares, enarbolando las banderas de la legalidad. En el discurso textual de los periódicos nicaragüenses de la primera mitad del siglo XIX, se encuentran los rasgos de sus lectores, un público muy reducido el de la ciudad letrada, con alguna posibilidad económica como para suscribirse al periódico. La suscripción dotaba al presunto lector de una identidad, la que procedía del sentido de pertenencia a una esfera social y económica que les diferenciaba de la mayoría de la población, el poder de la lectura se traducía en poder político. Sin embargo no siempre ocurría así y muchos de los caudillos y campesinos ricos que tomaron parte en las contiendas políticas, tenían un mayor arrastre o influencia entre la población que cualquier letrado. Los lectores del mismo eran, en primer lugar, los suscriptores y a ellos iba dirigido el mensaje o contenido de los periódicos. Como es el caso del Mentor Nicaragüense, que en su edición No. 19 del 5 de marzo de 1842, su editorial comenzaba llamando la atención de sus suscriptores:

15“Tal vez habrán extrañado algunos de los suscriptores de este periódico que nada hayamos dicho en él de la venida del General Francisco Morazán. Deseábamos tratar de ella en el número anterior; pero no teníamos datos ciertos sobre qué fundarnos: cuando reunimos algunos ya fue tan tarde, que no hubo tiempo para escribir; y debíamos decir tanto, que no lo permitía la cortedad del papel, a no ser que sólo se hubiera ocupado del enunciado asunto12.”

16Las limitaciones del espacio no fue el argumento que esgrimieron los redactores del Correo del Istmo para omitir publicar el decreto del Director del Estado de Nicaragua, en el que mandaba abrir causa contra Dámaso Sousa y Benito Rosales, sin presentar ninguna razón. El impresor redactó una nota en la que se excusaba de no haber publicado el mismo en su tiempo:

17“Este impreso debía haber salido el mes de septiembre, y no ha sido posible darlo antes de la fecha, por ocupaciones de la imprenta. León, noviembre 18 de 1850. El Impresor”

18La escritura adquiere con la letra impresa el valor de autoridad, ante un universo social mayoritariamente oral. Este valor se acrecienta cuando lo que se proyecta mediante las publicaciones son las leyes, decretos, reglamentos, todo aquello que norma y restringe la acción de quienes hasta entonces habitaban territorios bajo la mediación de sus prácticas comunales, tales como el consumo, las fiestas y el lenguaje gestual público de las manifestaciones religiosas como las procesiones y los bailes, además de los fervientes discursos enunciados por los “sacerdotes curas”. Es la letra pública impresa, más que la escritura privada de la correspondencia, la que en Centroamérica construye la cartografía simbólica que ha de segmentar los espacios socio-culturales de las etnias y las elites, transformándola en una nueva geometría del poder, la que emana del Estado nacional y que tiene el poder de transformar el espacio territorial, de una suma de la onomástica aborigen en un santuario laico, así: Namotiva trocó en Catarina; el volcán El Viejo en San Cristóbal; Nicaragua en Rivas, Masaya en San Fernando, etc. La letra impresa no solamente norma y reglamenta la acción de los actores, también dibuja regiones mediante una interacción con los lectores, quienes además escriben para los periódicos. Aproxima territorios, que estando vinculados por la actividad económica, profundiza en sus intereses comunes al producir sensaciones de simultaneidad en las acciones que se presentan en las zonas de emisión y recepción. Ello se puede advertir en el caso de un comerciante leonés quien cita a “un amigo de la ciudad de San Miguel” (El Salvador), y escribe a los editores de Rejistro Oficial, en León, para dejar sentada su posición en torno al problema con los “coquimbos”:

19“Remitido Señores Editores del rejistro oficial- Sirvanse UU concederme en su periódico el lugar que ocupen las siguientes líneas de una carta que, con fecha reciente, he recibido de un amigo de la ciudad de San Miguel. Amigo N.- Ningun placer es comparable con el que me ofrecio la lectura de su carta de 14, del proximo pasado Octubre es debido a ella que nos hayan dejado los temores que infundían en nosotros las noticias de un proximo sino efectuado rompimiento, entre ese departamento y el de Granada, nuestros coquimbos esperan esa época como la de su restablecimiento en Nicaragua13.-” (sic)

La imprenta

20La introducción de la imprenta en Nicaragua no implicó necesariamente la inmediata aparición de los periódicos, como tampoco la secularización de sus mensajes, la Iglesia a través de los sacerdotes detentó durante la primera etapa de su existencia la posesión del medio y la producción de sus mensajes. Tal es el caso de la imprenta que se instala en León, Nicaragua: “Reunida la Municipalidad en sesión extraordinaria convocada por el C. Jefe P.S. con asistencia de los representantes de esta ciudad de León con el grandioso e importante objeto de tratar asuntos interesantes al bien general, se acordó:

21...3º.- Que semanalmente se forme un periódico patentizando en él a los pueblos ideas de verdadero sistema para cuyo efecto se nombran a los CC. Presb. Darío Herradora, Fray Eleodoro Castrillo y Manuel Martínez Portillo.

224º.- Que se reitere la promulgación del bando en que se previene a los vecinos de la limpieza de solares y calles. Con lo que se concluyó esta acta que firman14.”

23La letra pública impresa que genera la imprenta en su primera etapa de existencia en Centroamérica, coexiste con las formas orales de comunicación colectiva, los periódicos o las gacetas son producidos con un sentido de hacer imperecedera la palabra impresa. Sus diversos ejemplares son numerados en forma consecutiva de modo que quien los posea, los pueda componer en un ejemplar en forma de libro, de esta manera el objeto comienza a poseer un valor económico importante en la vida cotidiana de quienes pertenecen a la ciudad letrada. De la misma manera que los artículos que expresan alguna posición política o que el editor juzga que puede ser interés del público lector, son concluidos con las iniciales “S.C.” –se continuará-. Las iniciales no correspondían a ningún autor, sino al sentido de continuidad que va produciendo la letra impresa y que genera expectativa por el siguiente número para continuar con la lectura. Las primeras décadas del siglo XIX en Centroamérica corresponde a la formación de un público lector que no está adaptado para una frecuencia diaria de la lectura. Antes bien, se encuentra acostumbrado a frecuencias irregulares, lo cual va a determinar un incipiente gusto formado por la prensa extranjera que, con frecuencia un poco más regular según fueran los medios de transporte, comenzaban a circular en la región y cuyos difusores eran los comerciantes de las ferias centroamericanas y los marinos europeos. La palabra impresa posee un valor similar o equivalente a la ley. El libro impreso que contiene las leyes adquiere un valor simbólico que reta a los textos religiosos sin entrar en contradicción con el poder eclesiástico, como lo muestra la siguiente disposición del Concejo Municipal de León:

24Bq. “Arto. 1º en que se dispone poner un tablado en la mitad de la plaza para promulgar la Constitución Federal de la República dada por la Asamblea Nacional Constituyente, con la pompa y aparato magestuoso, comisionado al efecto a los Regidores Domingo Martínez y Albino Balladares.
Arto. 6º. Se comisiona al Cn. José Altamirano para el aseo y limpieza de las calles por donde debe pasearse todo el vecindario con la Constitución15.”

25La Constitución es exhibida en procesión con la misma devoción religiosa con que se exponen los símbolos religiosos, en esa dualidad se desarrolla la cultura política de la primera etapa independiente en Centroamérica. En ocasiones estas formas de difusión del sistema simbólico mediante el cual se establece la comunicación entre la centralidad del poder político y la comunidad, se encuentra en la utilización reiterada del repique de campanas y la ejecución de dianas por parte de la banda municipal para expresar muestras de alegría o satisfacción ante determinados acontecimientos de la vida pública:

26“Reunida la Municipalidad en sesión extraordinaria convocada por el C. Jefe Político S. Con asistencia de los representantes de los barrios de esta ciuda, con el objeto de tratar sobre las comunicaciones que imparten las autoridades de Managua, y habiéndose visto que eran reducidas las unas a noticiar a estas autoridades el ataque dado por las tropas de Managua al cantón de Ramírez, y la retirada de éste en el día y hora que se expresa; y las otras, a pedir a este gobierno varios ramos de guerra, y con presencia de todo, se acordó:
1º.- Que por tan lisonjeras noticias se excite al Padre Vicario para un repique de solemne, batiendo la banda una diana.
...Adición. Se leyeron unos impresos del Estado libre del Salvador, los que siendo relativos a los ventajosos puntos que ocupan las tropas salvadoreñas sobre las de Guatemala, se acordó: Que se comunique su nota de remisión a los pueblos del departamento. Aquí las firmas16.”

27Las leyes y decretos de los gobiernos se comunicaban a la población por medio de bandos públicos, o bien se utilizaba la credibilidad de los sacerdotes y las concentraciones de población alrededor de las manifestaciones religiosas (misas, procesiones, etc.) Este es un legado cultural de la colonia al mundo de la cultura impresa en la época independiente. Serán las acciones de los políticos las que les otorgarán un nuevo significado a través del uso de la máquina impresora y las redes sociales que establece la lectura de lo que han de producir. La limitada capacidad de las máquinas impresoras, que implicaba un trabajo eminentemente manual, desde la composición de las maquetas con los tipo