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AFEHC : bibliografia : Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Un testimonio : Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Un testimonio

Ficha n° 1993

Creada: 10 agosto 2008
Editada: 10 agosto 2008
Modificada: 10 agosto 2008

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Autor de la ficha:

Carlos Rafael CABARRÚS

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Un testimonio

En este libro se trata de destacar – contra otro tipo de visiones - la libertad que siempre tuvo Monseñor Romero para expresar lo que sentía que era acorde al Evangelio, en un contexto como el de El Salvador de los años ochenta.
Categoria:
Libro
Autor:

José Jorge Simán Jacir

Editorial:
UCA editores, 2007
Reseña:

1Haber estado muchas veces cerca de Monseñor supuso de mi parte una “conversión” en mi juicio sobre él: De verlo, al comienzo, como alguien que no tenía sensibilidad para las problemáticas sociales; de alguien que tenía una teología un poco trasnochada; haberlo visto, después, que se transformaba en ese gran hombre que se dejó tomar por la fuerza del Espíritu y quien lo hizo profeta para su pueblo, sobre todo para el más necesitado.

Lo que más me sorprendía de Monseñor es que siendo una persona más bien tímida y con apariencias de inseguridad, cuando se dejaba llevar por la fuerza de Dios se convertía en un trueno con su voz.

2Un día invité a un indígena K´ekchi a El Salvador y le presenté a Monseñor. Yo le pregunté, entonces cómo era Monseñor. Mi amigo, en su idioma, me dijo: “su corazón un conejo” haciendo alusión a su aparente inseguridad y a cierto temor que manifestaba por lo que vivía en esos momentos turbulentos. Luego lo llevé a la homilía del domingo a Catedral, y volví a hacerle la pregunta. Entonces me contestó con mucho gusto: “¡Su corazón un jaguar!”, haciendo alusión, esta vez, a la fuerza con que lo escuchó predicando y a la valentía que se le notaba, y que le provenía claramente de Dios. Esto en palabras ignacianas ha sido para mí un ejemplo de una “moción sin causa precedente”.

Uno se podría preguntar a qué viene ahora un nuevo libro, que tiene mucho de biografía rápida, pero sobre todo de “testimonio”, si ya hay mucho material al respecto. Pepe Simán – don Pepe, como le llamó siempre Monseñor – estuvo muy cerca de él en varios acontecimientos históricos y experimentó, sin duda, la necesidad de “hacer justicia”, frente a las manipulaciones que se hicieron y todavía se hacen sobre Monseñor. Este hacer justicia no se remonta únicamente a los tiempos en que estaba con vida Monseñor, sino aún ahora, puesto que las izquierdas “ponen la foto de él cuando quieren darle legitimidad a lo que andan haciendo”. Me parece muy importante rescatar, por tanto, el objeto formal con el cual se ha escrito este libro: destacar – contra otro tipo de visiones – la libertad que siempre tuvo Monseñor Romero para expresar lo que sentía que era acorde al Evangelio, en un contexto como el de El Salvador de los años ochenta. Este testimonio de Pepe brota, sin embargo, no sólo desde una racionalidad; está escrito desde la pasión por la verdad, desde la incomodidad – “me enoja en extremo” – que ha sentido de ver que se ha desvirtuado muchas veces la figura y el significado de Monseñor Romero. Esto sea por las izquierdas como por las derechas.

3La biografía del Padre Plácido, según Pepe, es totalmente manipulada: “dice cosas que no son ciertas, y a mí eso me saca de quicio”. La izquierda “lo hace aparecer como si hubiera estado de acuerdo con ellos, pero no cuentan cuando también los condenaba por asesinar, por secuestrar y que las FPL (Fuerzas Populares de Liberación) decidieron que ya no le iban a hacer caso en nada… pero después cuando se dieron cuenta de cómo la gente quería a Romero precisamente por ser auténtico, hombre de Iglesia, de cómo la gente humilde hablaba con él… entonces estos grupos de la guerrilla buscaban la manera de hacer creer que estaban con Monseñor, que lo apoyaban”.

Por el lado de las derechas, del pensamiento conservador, su conversión recibió muy mala acogida. El ala más retrógrada se sintió “traicionada” por Monseñor, les había salido “el tiro por la culata”, como popularmente se dice. Pero aún ahora, señala Pepe, “todavía hay mucha gente que ataca a muerte a Monseñor Romero”. ¿De dónde ha surgido esta incomprensión tan fuerte en algunos jerarcas, en muchos católicos? Monseñor fue un testigo del Evangelio sin glosa, como decía San Francisco de Asís. Monseñor vivió ciertos rasgos evangélicos con gran despliegue. Los rasgos más característicos de la personalidad de Monseñor son fundamentalmente tres. Lo primero es lo que el autor denomina “la libertad de criterio”. Es decir, a Monseñor no lo manejaba nadie, “a él lo manipulaba la realidad, lo manipulaba Dios a través de la realidad”. El segundo rasgo es la humildad… Si algo le caracterizaba era precisamente su capacidad de escuchar: “él escuchaba la información, oía opiniones, pero todo lo ponía en el horizonte del Reino de Dios, en el horizonte de cuánto afectaba a la vida de las personas”. Era radicalmente sencillo; “era humilde hasta por el lugar que escogió para vivir”; su único lujo era una hamaca donde descansaba para escuchar noticias. Esa humildad le produjo el gran regalo – de lo que yo también puedo dar testimonio – de dejarse impactar por el dolor, por el sufrimiento; fue todo ello lo que le llevó a generar una conversión total. “El deja que Dios lo utilice como instrumento para que se conozca la realidad y es esta realidad la que lo marca en su proceso de conversión”. Pepe señala como tercer rasgo “su saber estar con la gente sencilla” su cercanía para con los necesitados. Aunque él se sentía siempre como pastor de todas las personas, lo que ocurría es “que los pobres eran los más necesitados, a ellos les ocurrían la mayoría de desgracias: secuestros, asesinatos, torturas…” . De ahí surge el experimentarse como “voz de los sin voz”, y – como acota Sobrino hablando de Jesús – contra los que tienen demasiada voz. Quiero felicitar a Pepe Simán por su libro, pues con él hace vida alguno de esos rasgos. “romerianos”. La libertad de criterio es obviamente una característica también de “don Pepe”, quien se ha ganado muchas veces epítetos peligrosos en esos tiempos: “comunista” (por parte de la derecha); pero también al que nunca pudieron ver “alineado” con la guerrilla, fomentaba críticas de la izquierda. El mismo hecho de escribir este libro es una manifestación – pese a lo que otros puedan pensar – de esa libertad de espíritu y de cómo el autor quiere vivir el Evangelio.

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