Ficha n° 1934

Creada: 12 junio 2008
Editada: 12 junio 2008
Modificada: 29 junio 2008

Estadísticas de visitas

Total de visitas hoy : 5
Total de visitas : 3338

Autor de la ficha:

Aims MCGUINNESS

Editor de la ficha:

Víctor Hugo ACUÑA ORTEGA

Publicado en:

ISSN 1954-3891

La llegada del fantasma: la retirada de William Walker por Panamá y las raíces del imperialismo estadounidense en América Latina

Poco después de la rendición de William Walker en Rivas en 1857, el filibustero pasó por el Istmo de Panamá en camino par los Estados Unidos. El ensayo toma este corto viaje como punto de partida para reflexionar sobre la importancia de la derrota del filibustero para el futuro del imperialismo norteamericano en la región y las ideas de unidad latinoamericana. No fue Walker que representaba el futuro del imperialismo sino la Compañía del Ferrocarril de Panamá (con sede en Nueva York) que lo llevó entre Ciudad de Panamá y Colón. Nota las circunstancias que ligan la actuación de Juan Santamaría de Costa Rica en 1856 a las de Andrés Casto de Nicaragua y José Manuel Luna, protagonista de un evento en el mismo año que ha sido celebrado por nacionalistas panameños como una resistencia a las pretensiones imperialistas de Estados Unidos. Dado la importancia que tuvieron los eventos de 1856 y 1857 para los conceptos de unidad latinoamericana, el ensayo sugiere que la rendición de Walker en 1857 podría interpretarse como la primera victoria de América Latina en contra del imperialismo norteamericano.
Autor(es):
Aims McGuinness
Fecha:
Junio de 2008
Texto íntegral:

1 El viaje de Walker a través de Panamá en mayo de 1857 tiene que haber sido uno de los momentos más aburridos de esa época tan tormentosa en la vida del famoso filibustero. Dieciséis días después de su rendición en Rivas el 01 de mayo de 1857, William Walker llegó a la bahía de Panamá en un barco de la marina de Estados Unidos. Después de una breve espera, pisó tierra panameña, acompañado por una escolta de marinos estadounidenses, y subió a un tren del Ferrocarril de Panamá, inaugurado dos años antes en 1855, propiedad de la Compañía del Ferrocarril de Panamá, con sede en Nueva York. Aproximadamente cuatro horas después, el tren llegó al puerto atlántico de Colón, donde Walker abordó otro barco con rumbo a Estados Unidos1.

2Dada la aparente ausencia de eventos notables durante la breve estancia de Walker en Panamá, la falta de interés de parte de los historiadores por su retirada es poco sorprendente. Sin embargo, su viaje en tren presenta aspectos muy interesantes si lo vemos dentro del contexto más amplio de la historia del expansionismo estadounidense y de las ideas de unidad latinoamericana a mediados del siglo XIX. Durante la década posterior al descubrimiento del oro de California y el despojo de Estados Unidos de California a México en 1848, Panamá se convirtió en puente entre las rutas marítimas que conectaban la costa atlántica y la costa pacífica de los Estados Unidos. Durante la década de la llamada “Fiebre del Oro” (1848-1858), miles de ciudadanos de los Estados Unidos cruzaron Panamá, Nicaragua y México hacia los campos de oro de California. De las rutas ístmicas que unían una costa de los Estados Unidos con la otra, la más popular desde luego fue la de Panama2.

3Un año antes de la llegada de Walker en mayo de 1857, en el mes de abril de 1856, la ciudad de Panamá y la estación del ferrocarril donde el filibustero subió al tren habían sido la escena de un conflicto sangriento que había dejado por los menos diecisiete muertos. Este conflicto había sido provocado en gran parte por rumores de una invasión de filibusteros liderados por el mismo William Walker, rumores que obviamente resultaron ser falsos. Hoy en día los historiadores panameños conocen este conflicto con el nombre del “Incidente de la Tajada de Sandía” o “La Tajada de Sandía,” cuyo sesquicentenario se celebró en Panamá en abril de 2006. El análisis de la Tajada de Sandía y la retirada de Walker un año después nos dan la oportunidad de reflexionar sobre algunos aspectos poco contemplados del imperialismo estadounidense y las raíces del concepto de “América Latina” a mediados del siglo XIX.

Panamá y los filibusteros

4 Rivas, la misma ciudad donde Walker firmó su capitulación en 1857, había sido la escena de otro fracaso para las fuerzas filibusteras en abril del año anterior, cuando Walker recibió un golpe duro de las tropas costarricenses, de las cuales formaba parte Juan Santamaría. A pesar de la presencia de Walker en Rivas en aquel momento, corrían rumores en Panamá de que la ciudad pronto sería el blanco de un ataque del temido filibustero. Las preocupaciones de un ataque filibustero eran aún más terribles por el hecho de que muchos panameños eran de ascendencia africana. Una conquista de Panamá por parte de los filibusteros representaba una amenaza a la soberanía del estado de Panamá y a la nación de la que formaba parte, Nueva Granada, hoy en día Colombia. Para los panameños de color, esta amenaza significaba algo más: la posibilidad de la reimposición de la esclavitud, institución odiada que había sido abolida en 1852 sea sólo cuatro años atrás3.

5 El espectro de un ataque filibustero se tornó más creíble con la llegada a Panamá de un misterioso barco venido de San Francisco que traía el nombre del temible conquistador de México, “Cortés” (escrito “Cortes” en inglés), a principios de abril de 1856. La historia del barco Cortes refleja de una manera interesante los problemas que sufrían William Walker y sus aliados en abril de 1856. El Cortes había salido de San Francisco con rumbo a San Juan del Sur a principios de marzo con un saldo de 40 y pico reclutas para las fuerzas de Walker. Sin embargo, cuando el barco llegó a su destino, tuvo que desviarse inesperadamente y dirigirse para Panamá. La causa de este abrupto cambio de planes fue la intervención de un agente del dueño del Cortes, Cornelius Vanderbilt, quien había apoyado a William Walker hasta que el filibustero lo traicionara con el traslado del derecho del tránsito a través de Nicaragua a dos de sus ex-socios. Enfurecido, Vanderbilt intentó aislar a Walker e impidió que cualquiera de sus barcos llegaran a Nicaragua con refuerzos para la causa filibustera4.

6 La consecuencia de este abrupto cambio de planes fue la llegada de un grupo de filibusteros desorientados a la ciudad de Panamá a principios del mes de abril de 1856. Años más tarde Bell recordaría como él y sus compañeros habían andado por las calles de Panamá como si fuesen conquistadores. Según afirma Bell, algunos panameños pensaron que él era William Walker5. La amenaza de un ataque filibustero parecía haberse convertido en realidad. Había llegado el fantasma.

La Tajada de Sandía

7 O así le parecía a muchos en la ciudad de Panamá el 15 de abril de 1856 cuando se desató una disputa en un barrio pobre de la ciudad que llevaba el nombre de “La Ciénaga,” al lado de la Estación del Ferrocarril. Eran alrededor de las 6 de la tarde. Un panameño llamado José Manuel Luna vendía rebanadas de fruta cuando se le acercó un grupo de tres o cuatro norteamericanos, un poco ebrios. Los norteamericanos eran pasajeros del tren que había llegado ese mismo día desde la ciudad de Colón, en la costa atlántica. Uno de estos hombres, que más tarde fue identificado como un tal “Jack Oliver,” se acercó a Luna y tomó una tajada de sandía, la mordió, y la tiró al suelo. Cuando Luna le exigió el precio de la sandía, Oliver le contestó con una vulgaridad. Según la documentación judicial, Luna le respondió con estas palabras: “Cuidado, que aquí no estamos en los Estados Unidos; págame mi real i estamos al corriente.” Oliver sacó una pistola y otros hombres entraron en la pelea. Poco después se incendió un conflicto mucho más grande que involucró a cientos de personas de diversos países, la mayoría vecinos del llamado “Arrabal” de la ciudad de Panamá, una zona de barrios pobres dominados por gente de color ubicada fuera de las fortificaciones de la ciudad.

8La refriega alcanzó su punto culminante después de caer la noche. Bajo circunstancias que posteriormente serían ferozmente debatidas por funcionarios de Estados Unidos y de Nueva Granada, miembros de la gendarmería panameña y “arrabaleños” se enfrentaron violentamente con viajeros atrincherados en los edificios de la estación del ferrocarril. El resultado dejó un saldo de por lo menos diecisiete muertos: quince extranjeros, casi todos ellos recién llegados de Estados Unidos, y dos panameños6.

9El único verdadero filibustero que allí murió fue un compañero de Bell que se llamaba Joseph Stokes, caído mientras intentaba disparar un cañón contra el pueblo reunido alrededor de la estación del ferrocarril. Cinco meses más tarde, en septiembre de 1856, ocurriría la primera invasión de Panamá por parte de marinos norteamericanos. Se trató de una ocupación de tres días cuyo propósito no fue anexionar Panamá sino proteger las obras del Ferrocarril y prevenir una repetición de los eventos del 15 de abril pasado7.

Vendedor de frutas, platero y ciudadano

10No podemos conocer los pensamientos de José Manuel Luna en el momento de su discusión con Jack Oliver. Sin embargo, algunos hechos que hemos podido localizar en la documentación judicial y en los archivos de la época nos pueden ayudar a entender el abanico de significados que pudo haber tenido su respuesta a Jack Oliver. Según su propio testimonio, recogido por funcionarios judiciales de Panamá, Luna venía de Parita, un pueblo interiorano de Panamá. Tenía 29 años al momento del conflicto con Jack Oliver. No podemos saber como Luna se percibía a sí mismo en términos de color o raza y la documentación judicial producida por la policía panameña no utilizaba términos raciales. En cambio, testigos norteamericanos lo identificaron sencillamente como “negro8.”

11En su testimonio, Luna se identificó como “platero” de oficio. Es posible que se haya vuelto vendedor callejero para poder sacar provecho de la gran alza en el precio de los servicios producida por el comienzo de la Fiebre del Oro a finales de 1848. Sin embargo, es más probable que haya decidido vender frutas a causa de la crisis en la economía de artesanal en la zona de tránsito del Istmo de Panamá, provocada por la oleada de importaciones de productos extranjeros que acompañó la llegada de los inmigrantes camino a California9.

12Gracias a la documentación electoral del Archivo del Consejo Municipal de Panamá, sabemos, además, que Luna había votado en la elección para el cabildo de Panamá en 1851 y que su nombre aparecía también en 1853 en la lista electoral de la parroquia de Santa Ana, la parroquia principal del Arrabal. Estas evidencias comprueban que Luna gozaba y ejercía el derecho del sufragio, aún antes del establecimiento en 1853 del sufragio universal masculino a nivel nacional en Nueva Granada. La actuación política de Luna coincidió con un incremento notable en el poder de los grupos populares en la política en Panamá y en otras regiones de Nueva Granada a finales de los años cuarenta y en los años cincuenta. En el caso de Panamá, este crecimiento en el poder de los grupos de color fue más marcado dentro de las filas del Partido Liberal, cuya base de apoyo popular en la ciudad de Panamá se ubicaba en el Arrabal10.

El imperialismo y los orígenes de “América Latina”

13El Incidente de la Tajada de Sandía nos ayuda a entender en parte la gran preocupación que existía en Nueva Granada durante la última mitad de los años cincuenta por la presencia filibustera en el hemisferio y el apoyo que prestaban algunos notables escritores neogranadinos a la creación de un nuevo concepto geopolítico. El debate en torno a las raíces de la idea de “América Latina” comenzó en 1968 con la publicación de un ensayo por John L. Phelan que atribuyó el origen de la idea de “América Latina” a algunos intelectuales en el círculo político de Napoleón III que, según Phelan, introdujeron el concepto como intento de justificar el imperialismo francés en México a principios de los años sesenta del siglo XIX. Desde la publicación de la obra de Phelan, la idea de los orígenes franceses ha sido refutada por una serie de historiadores de las ideas que nos han revelado la importancia de las ideas de unidad latina en los escritos de pensadores de las Américas en la década antes de la intervención francesa en México. La obra clave de esta refutación ha sido la del historiador y filosofo Arturo Ardao, cuyo primer libro sobre el asunto le dio crédito por el concepto de “América latina” a José María Torres Caicedo, un pensador neogranadino radicado en París que utilizó la frase en un poema que escribió en septiembre de 1856. Miguel Rojas Mix ha localizado un uso anterior del concepto en un discurso pronunciado por el chileno Francisco Bilbao en Paris en junio de 185611.

14En vez de seguir buscando quién fue el “autor” de la idea de América Latina, tal vez resulte más productivo investigar por qué la idea de una unidad específicamente “latina” pareció tan llamativa en aquel momento histórico a un grupo de intelectuales y escritores de distintos países de lo que hoy se considera una sola región geográfica. A pesar de la falta de consenso sobre el origen exacto del término, ha ido quedando claro que el año de 1856 fue clave para el desarrollo de un ideal político que podemos encontrar en los escritos de una variedad de pensadores en ambas costas del Atlántico en aquel momento histórico. Obviamente la lucha en contra de la presencia de William Walker en Centroamérica y de otras expediciones de filibusteros jugó un papel sumamente importante en el desarrollo de esta idea. La Tajada de Sandía es otro factor que debemos sumar a los varios motivos que impulsaron la renovación de las ideas de unidad continental que tenían sus raíces en los sueños bolivarianos de principios del siglo XIX. La violencia que siguió a la discusión entre José Manuel Luna y Jack Oliver y las reclamaciones diplomáticas que Estados Unidos luego intentó hacer a Nueva Granada despertaron los temores entre los neogranadinos en Panamá, Bogotá y París de que se reprodujera en Panamá lo que había pasado anteriormente en Tejas, Alta California o Nicaragua12.

15Entre los promovedores de la idea de frenar las ambiciones yanquis a través de una alianza de la raza latina en el hemisferio estaba Justo Arosemena, el gran pensador político y constitucionalista panameño, cuyo ensayo “La Cuestión Americana” planteaba la situación del Istmo de Panamá como problema de interés no solo nacional sino de “interés latinoamericano.” Desde la perspectiva de un liberal con tendencias anti-clericales como Arosemena, resultaba conveniente encontrar las raíces de una alianza hemisférica no en España, tierra que él veía en decadencia, sino en la grandeza de la antigua Roma. La publicación del artículo de Arosemena sugiere que la idea de América Latina circulaba no sólo en Francia sino también en Nueva Granada y tal vez en otras partes de las Américas en 1856: el ensayo de Arosemena salió dos meses antes de la composición del poema de Torres Caicedo y sólo un mes después del discurso de Francisco Bilbao en Paris13.

El filibusterismo y el imperialismo comercial

16A pesar de los temores de que Panamá fuese victima de un intento filibustero o de un proyecto anexionista por parte del gobierno de Estados Unidos, el futuro del imperialismo en Panamá sería muy distinto. Este futuro había comenzado en 1850 con el inicio de la construcción del Ferrocarril de Panamá, a cargo de la Compañía del Ferrocarril, una empresa norteamericana ubicada no en Panamá sino en la ciudad de Nueva York. Inaugurado en 1855, el Ferrocarril de Panamá destruyó una economía de tránsito controlada mayoritariamente por istmeños y la reemplazó por un sistema industrial basado en el poder del vapor y del capital de las bolsas de Nueva York y Londres. En vez de conquistar territorio a la manera de Walker u otros filibusteros, la Compañía del Ferrocarril de Panamá buscaba el control del flujo de capitales, población, e información que iba de un mar al otro. La Compañía no intentaba liquidar o eliminar sino debilitar la soberanía de Nueva Granada sobre Panamá. En la costa atlántica del istmo, en la nueva ciudad de Colón, llamada “Aspinwall” por sus dueños, la Compañía estaba construyendo el primer enclave en la historia de América Latina, en donde sus funcionarios reinaban como si la compañía y no Nueva Granada fuese soberana14.

17David Hoadley, el presidente de la Compañía, veía a Walker no como un aliado o una figura simpática sino como un obstáculo a sus propios intereses. El deseo de Walker de promover la ruta de tránsito a través de Nicaragua representaba una amenaza directa a la dominación del Ferrocarril de Panamá sobre el tráfico entre ambos mares. La presencia de filibusteros en Panamá era una posible fuente de conflicto que podría interrumpir las operaciones de la Compañía en el Istmo. Sin embargo, en una carta escrita a principios de 1857, Hoadley expresó la idea de que no era conveniente revelar la posición de la Compañía en contra de Walker al gobierno estatal de Panamá ni al público. Según él, era más conveniente guardar silencio y seguir fingiendo neutralidad. Al final de cuentas, el pabellón que defendía la Compañía del Ferrocarril no era el pabellón de Walker sino el pabellón del Capital, un pabellón que se extendía más allá de cualquier frontera15.

Conclusión

18Cuando finalmente Walker arribó a Panamá en mayo de 1857, desembarcó no como conquistador sino como pasajero del Ferrocarril de Panamá. No era William Walker quien representaba realmente el futuro del imperialismo norteamericano en la región sino más bien el tren que lo llevaba a Colón: símbolo más poderoso de la revolución industrial y herramienta de un nuevo tipo de dominación que no buscaba sembrar una nueva bandera sino las semillas de una dominación comercial. Colón sería el primero de muchos enclaves que sembrarían otras compañías estadounidenses no sólo en Panamá sino también en Centroamérica y otras regiones de América Latina a finales del siglo XIX y en el siglo XX.

19El sesquicentenario de la Tajada de Sandía se celebró en Panamá en abril de 1856 con una ceremonia organizada por el Insitito Nacional de Cultura en el Consejo Municipal de la Ciudad de Panamá y con una conmemoración en el campus de la Universidad de Panamá. A pocos pasos de la biblioteca universitaria, se inauguró un nuevo monumento con el nombre de “Sendero de la Nacionalidad.” La placa dedicada a la Tajada de Sandía dice así: “15 de abril de 1856. El incidente de la tajada de sandía y la reafirmación nacional en defensa de la dignidad.” Al igual que Andrés Castro en Nicaragua y Juan Santamaría en Costa Rica, José Manuel Luna se ha convertido en Panamá en un símbolo de la resistencia popular al imperialismo norteamericano a mediados del Siglo XIX. Es notable que el acto valiente de resistencia de José Manuel Luna contra Jack Oliver aconteció cuatro días después del sacrificio que hizo Juan Santamaría en la segunda batalla de Rivas y cinco meses antes del gesto heroico de Andrés Casto en la batalla de San Jacinto. Los nombres de estos tres héroes nacionales no se pronuncian juntos con frecuencia. Sin embargo, estos tres personajes nacieron en una misma época en una lucha en torno a un solo istmo.

20Si consideramos a estos tres héroes no sólo como actores nacionales sino como actores hemisféricos, podemos ver la rendición de Walker el primero mayo de 1857 como algo más que un logro para Costa Rica. No es una exageración decir que aquella capitulación representa la primera victoria de América Latina en su lucha en contra del Destino Manifiesto. A pesar de los temores de ataques filibusteros o de intentos por anexionar Panamá, la Compañía del Ferrocarril no buscaba conquistar territorio sino concretizar una dominación comercial basada en la bolsa de Nueva York y apoyada por la marina de Estados Unidos. La retirada de Walker por Panamá, pocos días después de su rendición en Rivas, representa el comienzo de una nueva lucha en contra de un tipo de imperialismo distinto del filibusterismo. El pionero de este tipo de dominación no sería William Walker sino ese ferrocarril que lo trasladó tan tranquilamente de un lado al otro del Istmo de Panamá.

notas de pie de página

211 Sobre la llegada de William Walker al Istmo de Panamá, véanse las cartas del Comandante William Mervine a Isaac Toucey, Secretario de la Marina, del 18 de mayo y 2 de junio de 1857, United States National Archives (USNA), Letters Received by the Secretary of the Navy from Commanding Officers of Squadrons. Record Group 45, Microfilm Series 89, roll 38.

222 La obra clásica sobre la Ruta de Panamá a mediados del siglo XIX : John Haskell Kemble, The Panama Route, 1848-1869, [1943] (Columbia: University of South Carolina Press, 1990). La mejor fuente desde luego sobre la importancia de la Ruta de Panamá desde la época de la colonia, es la obra de Alfredo Castillero Calvo. Para un ejemplo de su visión panorámica, véase la obra magistral: Alfredo Castillero Calvo, (ed.) Historia General de Panamá. Panamá: Comisión Nacional del Centenario de la República, 2004, vols.I-III.

233 Sobre los temores de una invasión filibustera a principios de 1856, véase, por ejemplo: Francisco de Fábrega, “Circular a los Señores Cónsules i Vicecónsules extranjeros en Panamá i Colón,” 4 de febrero de 1856, Archivo Nacional de Panamá, Período Colombiano, 4 de febrero de 1856, t. 2166 [originalmente 2160], pp.72-73; y Francisco de Fábrega, “Nota dando cuenta al Poder Ejecutivo de la República de los sucesos del 15 del corriente,” 22 de abril de 1856, Gaceta del Estado, Panamá, 26 abril de 1856. Los temores de una reimposición de la esclavitud se expresaron desde el comienzo de la Fiebre del Oro. Véase, por ejemplo, Revisor de la Política y Literatura Americana, 16 de marzo 1850.

244 Sobre el viaje del Cortes, véase: Horace Bell, Reminiscences of a Ranger, (Los Angeles: Yarnell, Caystile and Mathes, 1881), págs. 350-369. Sobre el conflicto entre Cornelius Vanderbilt y William Walker, véase, entre otras obras: Robert E. May, Manifest Destiny’s Underworld: Filibustering in Antebellum America, (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2002), págs. 207, 175-177. Sobre el anti-filibusterismo y la política popular en Panamá durante la Fiebre del Oro véase: Aims McGuinness, “Defendiendo el Istmo: las luchas contra los filibusteros en la Ciudad de Panamá en 1856.”, Mesoamérica, V. 24, N° 45, enero-diciembrease: Horace Bell, Reminiscences of a Ranger, (Los Angeles: Yarnell, Caystile and Mathes, 1881), págs. 350-369. Sobre el conflicto entre Cornelius Vanderbilt y William Walker, véase, entre otras obras: Robert E. May, Manifest Destiny’s Underworld: Filibustering in Antebellum America, (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2002), págs. 207, 175-177. Sobre el anti-filibusterismo y la política popular en Panamá durante la Fiebre del Oro véase: Aims McGuinness, “Defendiendo el Istmo: las luchas contra los filibusteros en la Ciudad de Panamá en 1856.â€