Ficha n° 1846

Creada: 27 febrero 2008
Editada: 27 febrero 2008
Modificada: 27 febrero 2008

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Autor de la ficha:

Carlos Federico DOMÍNGUEZ AVILA

Editor de la ficha:

Ricardo ARGUETA

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Honduras-Brasil: Un siglo de afinidades electivas, de solidaridad y de cooperación para el desarrollo (1906-2007)

El propósito de este artículo es proponer un balance de las relaciones políticas y económicas erigidas a lo largo de una centuria entre Honduras y Brasil. Trátase del resultado de una investigación básica que puede ser encuadrada en el marco general de la historia de las relaciones internacionales de América Latina y Caribe.
Autor(es):
Carlos Federico Domínguez Avila
Fecha:
Febrero 2008
Texto íntegral:

Introducción

1El propósito de este artículo es proponer un balance de las relaciones políticas y económicas erigidas a lo largo de una centuria entre Honduras y Brasil. Trátase del resultado de una investigación básica que puede ser encuadrada en el marco general de la historia de las relaciones internacionales de América Latina y Caribe.

2Confírmase, aquí, que los vínculos formales entre las partes siempre fueron cordiales y amistosos, aunque modestos. La ausencia de resentimientos o diferendos históricos, bien como algunas afinidades político-ideológicas y el surgimiento de crecientes vínculos económicos, moldearon y consubstanciaron las relaciones bilaterales. Con todo, obstáculos de naturaleza geopolítica, problemas logísticos y de desconocimiento mutuo –inclusive algunos preconceptos – precisaron ser reconocidos y superados antes de conseguir vínculos realmente provechosos y constructivos para las sociedades y gobiernos en cuestión.
bq. El presente artículo se orienta por tres indagaciones principales: ¿Cuáles fueron los reales fundamentos y factores que cíclicamente impulsaron y/o restringieron las relaciones hondureño-brasileñas desde 1906? ¿Qué continuidades y mudanzas inspiran la agenda hondureño-brasileña en la actualidad? ¿Qué escenarios es plausible proponer para el futuro?

Fundamentos conceptuales y empíricos de las relaciones hondureño-brasileñas durante el siglo XX

3Las relaciones económicas, políticas y culturales entre Honduras y Brasil demostraron una tendencia orientada para una gradual convergencia de intereses, cordialidad y fortalecimiento de los diferentes vínculos. De hecho se trata de una relación centenaria, amistosa, constructiva y promisoria –aunque relativamente modesta. José Carlos Brandi Aleixo atribuyó tal situación fundamentalmente a las siguientes causas generales:
bq. las distancias geográficas; la inexistencia o precariedad de los medios de transporte y comunicación; la vinculación excesiva de las colonias con sus metrópolis; la escasez de información mutua sobre la historia, la geografía, la economía, la política y la cultura de modo general; la ausencia por mucho tiempo de Legaciones con Ministros residentes en los respectivos países; la diferencia de lenguas; etc. Consecuentemente la presencia del Brasil en Centroamérica y de Centroamérica en Brasil, particularmente hasta la primera mitad de este siglo [XX], ha sido muy limitada1.

4Para los fines de este artículo parece pertinente sugerir tres fases para los antecedentes de las relaciones bilaterales: a) los contactos iniciales bajo el signo del monroísmo (1906-1950), b) la consolidación de las relaciones político-diplomáticas y económicas plenas (1950-1979), y c) los años del conflicto regional en Centroamérica y su correlato en la llamada tesis brasileña sobre dicho conflicto regional (1979-1996).

Fundamentos de la precoz política de Brasil hacia Honduras y el istmo centroamericano (1906-1950): una crítica al monroísmo y a la tesis Root-Nabuco de las “dos Américas”

5Durante el período de los contactos iniciales las partes comenzaron a interactuar. Particularmente expresivo terminó siendo en ese sentido la Tercera Conferencia Internacional Americana, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro, entre los días 23 de julio y 27 de agosto de 1906. Tal acontecimiento impulsó un vínculo más próximo y duradero entre las partes, ya que hasta entonces las relaciones políticas, económicas o culturales eran prácticamente nulas. Nótese que tres meses después del conclave, el presidente brasileño Augusto Moreira Pena autorizó la apertura de una Legación –con sede en La Habana – ante los gobiernos de Cuba y de las naciones centroamericanas. Consecuentemente, se acepta que el año de 1906 marcó el inicio de las relaciones formales y del diálogo multilateral entre los pueblos y gobiernos de los países en cuestión. En consecuencia, Antônio da Fontoura Xavier se convirtió en el primer representante permanente del Brasil ante los gobiernos del istmo2.

6 Desde los primeros momentos la política de Brasil hacia Honduras y el istmo centroamericano se caracterizó por el surgimiento de un conjunto de regularidades. En el plano político-diplomático y estratégico, por ejemplo, la política brasileña aparentemente reconoció una cierta preponderancia de los intereses estratégicos de los Estados Unidos en la cuenca del Caribe, en general, y en el istmo centroamericano, en particular3. Esto último derivó en una virtual relación triangular, en la cual la política de la potencia mediana (Brasil) con relación a las potencias menores (Honduras y otros países de Centroamérica) terminó siendo definida no solamente por tópicos esencialmente bilaterales o presiones domésticas, sino también por la evaluación de las visiones, aspiraciones y prioridades de la potencia hegemónica del continente (los Estados Unidos) – bien como de otras potencias con vínculos e intereses en la región (México, Cuba, Colombia y Venezuela, entre otros).

7Tal vinculación entre la potencia hegemónica del continente, la potencia media y las pequeñas potencias fue particularmente evidente durante la primera mitad del siglo XX, cuando el gobierno brasileño implementó una política esencialmente de bajo perfil y una actitud relativamente discreta y complaciente delante del intervencionismo –inclusive delante del intervencionismo militar– del gobierno estadounidense en Honduras y otras naciones localizadas en la cuenca del Caribe, argumentándose que Brasil no tenía intereses nacionales vitales en aquella región4.

8 Evidencia documental, tanto primaria como secundaria, bien como literatura especializada, sugieren que tales conductas y políticas eran inspiradas en la lógica del espíritu imperialista de la época y en algo que, a falta de mejor denominación, puede ser llamado de tesis Root-Nabuco de las “dos Américas” – derivada de la así llamada doctrina Monroe5. En esta línea, Lars Schoultz pondera que una de las innovaciones de política interamericana impulsada en el primero decenio del siglo XX por el entonces Secretario de Estado estadounidense Elihu Root habría sido “agrupar las naciones de la región en dos clases diferentes – una, la turbulenta región del Caribe, la otra, los países estables, progresistas del sur de América del Sur y México.” Dicha visión fue plenamente aceptada y compartida por el entonces embajador brasileño en Washington, Joaquim Nabuco. En términos operativos y resumidos dicha tesis de las “dos Américas” terminaba implicando un virtual apadrinamiento hegemónico de los países hispanoamericanos en favor de los intereses geopolíticos de los Estados Unidos y de Brasil en las mitades norte y sur del continente, respectivamente6.

9 Nótese que la lógica de la tesis Root-Nabuco de las “dos Américas” aparentemente era funcional a los intereses inmediatos de las autoridades brasileñas de la época. Presentarse como co-garante de la doctrina Monroe en la América del Sur posibilitaba, por ejemplo, fortalecer los vínculos bilaterales con la principal potencia del continente, asumir una posición de liderazgo – aunque, vale resaltar, por delegación estadounidense – en las regiones platina y amazónica, contener y/o alejar eventuales amenazas a los intereses brasileños de parte de potencias suramericanas o extra-continentales, entre otras alternativas. En este sentido, y desde una perspectiva de realismo clásico – que era predominante en la época en cuestión –, la tesis Root-Nabuco de las “dos Américas” podría parecer correcta y adecuada a los intereses nacionales específicamente brasileños.

10 Con todo, en lo concerniente a la formulación e implementación de la precoz política centroamericana de Brasil la tesis Root-Nabuco de las “dos Américas” también implicaba consecuencias profundas, negativas y duraderas. Así, la opción monroísta de las autoridades brasileñas suponía, como mínimo: (a) una virtual desagregación de la América Latina – o específicamente de la comunidad hispanoamericana, algo que difícilmente podría ser admitido por estos pueblos y gobiernos –, (b) un alejamiento consentido de las realidades y oportunidades políticas, económicas y estratégicas propias de la región caribeña y, peor, autoridades brasileñas de la época – demostrando una cierta prepotencia y arrogancia – llegaron a descalificar, ofender y denegrir la dignidad, las luchas de liberación nacional y la propia viabilidad histórica de los países de la región identificándolos peyorativamente como “_republiquetas_” o “_paisecos_”.

11También, (c) la opción monroísta y las veleidades hegemónicas brasileñas en momentos dramáticos para muchos pueblos latinoamericanos en conflicto contra la presunción imperial estadounidense terminó comprometiendo la credibilidad y confiabilidad de la política externa de Brasil delante de las sociedades y gobiernos de los países vecinos, y (d) el entusiasmo y la ingenuidad de ciertas autoridades brasileñas frente a la teoría y la practica del monroísmo en su fase imperialista también provocó cierto escozor entre la propia intelectualidad brasileña de la época –así, por ejemplo, el diplomático e historiador pernambucano Manoel de Oliveira y Lima alertó persistentemente contra las incoherencias e inconsistencias del discurso monroísta de Washington y de sus seguidores y acólitos en el gobierno brasileño7.

12 Paralelamente, el pueblo y el gobierno de Honduras siempre reconocieron en Brasil un país amigo y potencial fuente de oportunidades y de solidaridad fundamentadas en los ideales y principios de comunidad geográfica, de armonía política y de intereses hemisféricos –o específicamente intra-regionales. Vale agregar que durante la primera mitad del siglo XX la política exterior hondureña se concentró en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos y con países vecinos de la cuenca del Caribe.

13 En síntesis, inicialmente las relaciones formales entre Honduras y Brasil fueron condicionadas en el marco general de la lógica y de las políticas del monroísmo en su fase imperialista. La tesis Root-Nabuco de las “dos Américas” es importante para los fines de este artículo, ya que ayuda a comprender algunas tendencias de política externa global, regional y específicamente centroamericana de Brasil. Con todo, dicha opción monroísta, aunque duradera, conllevaba internamente contradicciones que finalmente la tornaron impresentable e indefendible. El diálogo, la solidaridad y la cooperación hondureño-brasileña asumieron nuevos contornos después del fin de la Segunda Guerra Mundial y en el marco global de los emergentes conflictos Este-Oeste y Norte-Sur –bien como del diálogo Sur-Sur.

Consolidación de las relaciones político-diplomáticas y económicas (1950-1979): anticomunismo y comercio asimétrico

14El día 12 de enero de 1953, las cinco Legaciones brasileñas acreditadas en los países de Centroamérica fueron elevadas a la categoría de Embajadas. Esta importante determinación de las autoridades brasileñas favoreció tanto la continuidad del diálogo político-diplomático entre las partes, como el surgimiento de flujos comerciales y culturales cada vez más significativos.
En lo concerniente a los aspectos político-diplomáticos parece interesante subrayar que durante los decenios de 1950, 1960 y 1970 las relaciones hondureño-brasileñas fueron favorecidas por las convergencias ideológicas – básicamente anticomunistas y eventualmente desarrollistas – preponderantes en los regímenes autoritarios cíclicamente dominantes en ambos países8. Cabe registrar que la cooperación hondureño-brasileña con relación a la dinámica geopolítica vigente en la cuenca del Caribe en esta fase alcanzó uno de sus momentos más significativos en la controversial intervención conjunta en República Dominicana, en 1965, en el marco de la Fuerza Interamericana de Paz – auspiciada por los Estados Unidos y por la Organización de los Estados Americanos9.

15 En el plano económico y comercial, las relaciones hondureño-brasileñas se caracterizaron por dos regularidades básicas y que son vigentes aún en la actualidad. De un lado, en las convergencias de intereses en lo concerniente a la defensa de los precios del café y del azúcar en el mercado internacional, dado que los países citados son importantes proveedores de los productos. Consecuentemente, la coordinación de las políticas cafetaleras y azucareras, y la mutua verificación y adscripción por las respectivas cuotas de exportación pactadas en el marco general de los acuerdos internacionales específicos fueron – y continúan siendo – tópicos expresivos en la agenda económica entre las partes10.

16Paralelamente, el otro motivo que estimuló la intensificación de las relaciones económicas fue el persistente interés de los exportadores brasileños en penetrar el mercado hondureño. De este modo el comercio entre los países comenzó a tomar cierto vigor. Inicialmente los productos brasileños con mayor demanda potencial en Honduras fueron textiles finos, productos farmacéuticos, electrodomésticos y productos odontológicos.

17En contraste, las exportaciones hondureñas hacia Brasil continuaron siendo virtualmente nulas, debido, fundamentalmente, a que todos los productos de exportación de Honduras – café, plátano, carne, algodón, azúcar, entre otros – eran esencialmente agrícolas y, también, eran prácticamente los mismos que el Brasil producía con igual finalidad. Consecuentemente, las exportaciones de productos agrícolas de Honduras y de Brasil normalmente terminaban compitiendo entre si en el mercado internacional. El proteccionismo brasileño de la época y las considerables restricciones logísticas (transportes y comunicaciones) también eran importantes obstáculos para el comercio. De ahí que las características más evidentes y duraderas de las relaciones económicas hondureño-brasileñas hayan terminado siendo: (i) la considerable asimetría en la pauta comercial, (ii) la ausencia de complementariedad en el intercambio, (iii) los problemas logísticos, (iv) el carácter relativamente modesto del valor y volumen del intercambio, y (v) el perturbador y persistente superávit en la balanza de pagos en favor de Brasil.

18Obsérvese, por ejemplo, que entre 1962 y 1964 las exportaciones brasileñas hacia el mercado hondureño promediaron los US$ 15 mil, pero entre 1965 y 1968 ocurrió un salto expresivo, llegando a promediar más de US$ 130 mil. Ese significativo incremento en las importaciones hondureñas procedentes del Brasil – que no fue recíproco – puede ser atribuido a la convergencia política e ideológica de los gobiernos de la época como consecuencia de los episodios en República Dominicana, en 1965. No obstante, es evidente que la incapacidad o indiferencia para colocar productos hondureños en el mercado brasileño generaba un déficit en la balanza de pagos que no podría ser sustentado por mucho tiempo. En consecuencia, el comercio bilateral comenzó a disminuir después de 196911. Tales regularidades y tendencias políticas y económicas se manifestaron durante la visita de trabajo a Honduras y a otros países del istmo del entonces canciller brasileño Mario Gibson Barboza, en julio de 1971. Nótese que se trató de un acontecimiento sumamente importante en las relaciones bilaterales de Brasil con Honduras y con cada uno de los otros países del istmo centroamericano, ya que era la primera vez que un representante diplomático brasileño de tan alto nivel recorría las naciones centroamericanas. En cada uno de los cinco países el canciller Gibson Barboza fue recibido por las máximas autoridades. Se firmaron cinco Declaraciones Conjuntas, además de los respectivos discursos12.

19Las Declaraciones Conjuntas fueron muy parecidas. En el ámbito político, las partes destacaron: la tradicional y estrecha amistad entre Brasil y cada uno de los países centroamericanos; el compartido respeto de las partes por los principios generales del Derecho Internacional que rigen (o deberían regir) en las relaciones internacionales; el respaldo a la participación activa de las partes en los foros multilaterales (ONU, OEA, CECLA, UNCTAD, etc.); la condena al terrorismo; el estímulo a la cooperación y a la solidaridad interamericana; la creación de Comisiones Mixtas; etc.

20En ámbito económico, las Declaraciones Conjuntas abordaron la necesidad de insistir ante los países industrializados en procura de la implementación de sistemas de preferencias generalizados no recíprocos ni discriminatorios en favor de los países en desarrollo; el reconocimiento de los derechos del mar (200 millas de uso exclusivo, etc.); la protección de los precios de productos básicos (café, etc.); la intensificación de las relaciones comerciales entre los países miembros del Mercado Común Centroamericano (MCCA) y de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC); el apoyo financiero para la importación de productos brasileños mediante la apertura de líneas de crédito por un valor de US$ 1 millón para cada uno de los países centroamericanos; la inauguración de líneas de transporte marítimo; etc.

21Además, en el ámbito cultural, se colocó en discusión la necesidad de ampliar y profundizar los intercambios científicos y artísticos, bien como la implementación de programas de cooperación técnica mediante el ofrecimiento de becas para que estudiantes centroamericanos pudiesen ingresar en las universidades brasileñas.

22En su discurso ante las autoridades hondureñas, el canciller Gibson Barboza subrayó, entre otras cosas, lo siguiente,

23No deseo que escape a persona alguna el sentido de esta visita que hago a Honduras y a los países centroamericanos. A través de ella, Brasil desea afirmar que asume la parte de responsabilidad que le cabe en el proceso de adhesión de esfuerzos e intercambio de experiencias, que emprendemos para el desarrollo común de la América Latina. Estamos dispuestos a establecer un firme y progresivo régimen de cooperación, para ampliar los contactos culturales, crear corrientes de comercio constantes y crecientes, favorecer las inversiones mutuas, para que, paulatinamente, mas de forma segura, sea creado, con la conciencia de que formamos una unión espiritual, la realidad de una alianza en que la mayor parte de nuestro intercambio se haga entre nosotros mismos13.

24En términos más amplios y de largo plazo la visita del canciller Mario Gibson Barboza al istmo centroamericano puede ser interpretada como otra de las consecuencias generadas por las significativas transformaciones económicas y sociopolíticas que el capitalismo brasileño estaba experimentando en el contexto del así llamado milagro económico (1969-1973). Desde esta perspectiva, aparentemente Brasil estaba procurando consolidar su presencia comercial en mercados poco explorados, llevando en cuenta las facilidades tecnológicas tropicalizadas ofertadas por sus exportadores. También, establecer relaciones internacionales con base en objetivos propios, con énfasis en la necesidad de promover el crecimiento económico e insistiendo en la posibilidad de impulsar relaciones más equilibradas y justas entre los países industrializados del Norte y las naciones en desarrollo del Sur14.

25Al mismo tiempo, la visita del canciller Mario Gibson Barboza a Honduras y Centroamérica puede ser interpretada como consecuencia de la alegada declinación del poder hegemónico de los Estados Unidos en la región y, por tanto, como una oportunidad para redefinir los acuerdos tácitos y/o explícitos entre brasileños y estadounidenses surgidos en el primer tercio del siglo XX sobre las respectivas políticas frente a la cuenca del Caribe, con mayor beneficio comercial y político para los primeros. En esta línea, la cuenca del Caribe dejaría de ser una región de hegemonía exclusiva de los Estados Unidos, afirmación dudosa desde el triunfo y consolidación de la elite revolucionaria cubana, abriendo las condiciones y posibilidades para que potencias industriales emergentes, como el Brasil, consiguiesen construir un espacio para alcanzar objetivos propios – de naturaleza económica, política y estratégica – en aquella y en otras regiones del mundo.

26En el caso específico de las relaciones políticas Honduras-Brasil vale resaltar su normalidad y cordialidad, fundamentadas tanto en la ausencia de conflictos como en el surgimiento de un curioso acuerdo tácito que puede resumirse en el intercambio de votos hondureños favorables a las propuestas brasileñas en organismos internacionales a cambio de oportunidades de estudio para hondureños en universidades y academias militares brasileñas. En ese sentido se pronunció, por ejemplo, el Embajador brasileño en Tegucigalpa al informar a sus superiores que: “Las relaciones con Brasil, del punto de vista político, continuaron normales. El Estado Mayor del Ejército Brasileño ofreció al Gobierno Hondureño, en 1977, cinco oportunidades en escuelas militares de Brasil, para perfeccionamiento de oficiales y sargentos de este país. […] De parte de Honduras, el Gobierno brasileño continuó a recibir el apoyo para sus candidaturas a puestos en organismos internacionales, siendo concedidos 10 votos en el año próximo pasado15.”

Honduras y Brasil durante los años del conflicto regional en Centroamérica (1979-1996)

27Entre 1979 y 1996, tuvo lugar en Centroamérica un violento y dramático conflicto regional. Aunque no es posible analizar detalladamente en este espacio los orígenes, los actores, la evolución y/o las consecuencias del conflicto regional en cuestión, es sí importante mencionar brevemente algunas de sus connotaciones endógenas y exógenas16.

28 Desde el punto de vista endógeno, parece evidente que hubo en la Centroamérica de los años setenta el gradual paso de lo “inaceptable” hacia lo “insoportable” – esto es, “lo que viola la dignidad humana17.” El orden económico, social y político dominante en las naciones del istmo a partir de la implantación de las así llamadas reformas liberales decimonónicas comenzó a ser nueva y vigorosamente cuestionado por diferentes actores o agentes –inclusive por “nuevos” movimientos guerrilleros o de liberación nacional.el punto de vista endógeno, parece evidente que hubo en la Centroamérica de los años setenta el gradual paso de lo “inaceptableâ€