Ficha n° 1283

Creada: 04 diciembre 2006
Editada: 04 diciembre 2006
Modificada: 08 diciembre 2006

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Autor de la ficha:

Claudia PONCE PRUD'HOMME

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Las vendedoras de los espacios públicos y de los mercados en el Salvador a travès del diario La Tribuna (1944-1948)

Este artículo es producto de los primeros resultados de la tesis en historia, sobre las vendedoras de los mercados y de las calles de San Salvador entre junio de 1944 y diciembre de 1948, sujeto de historia no estudiado hasta ahora en El Salvador.
Autor(es):
Claudia Ponce Prud´ homme
Lugar de Publicación:
Diciembre de 2006
Categoria:
Inédito
Texto íntegral:

Conformación del objeto de estudio: acercarse a las vendedoras de las calles en la primera mitad del siglo XX

1Este artículo es producto de los primeros resultados de la tesis en historia, sobre las vendedoras de los mercados y de las calles de San Salvador entre junio de 1944 y diciembre de 1948, sujeto de historia no estudiado hasta ahora en El Salvador.

2Estudiar a las vendedoras de las calles es una iniciativa colectiva reciente. La idea surgió al enterarse del proyecto lanzado a partir del 2002 por el geógrafo francés, Jérôme Monnet1, quien proponía estudiar las ventas ambulantes desde los vendedores ambulantes, sus prácticas de ocupación del espacio y sobretodo su movilidad, y no solo desde las preocupaciones de los poderes públicos y empresariales, o retomando un enfoque económico que planteaba estas prácticas alrededor del debate sobre la informalidad y el dinamismo micro-empresarial. Este planteamiento novedoso llama la atención por la posibilidad de estudiar la temática más allá de sistemas de explicación y de conceptos que opacaban a las vendedoras como actrices sociales.

3En El Salvador, se formó un pequeño equipo de investigación alrededor de este objeto de estudio2. De este equipo, nacieron tres proyectos en El Salvador: dos tesis, una, de la que se tomaron las informaciones para este articulo, otra, la del egresado de antropología de la Universidad Tecnológica, Raúl Valencia, acerca de las relaciones familiares adentro de un puesto de ventas en la calle Rubén Darío de San Salvador; y el catálogo de imágenes sobre “Las ventas en los espacios públicos de tránsito en El Salvador entre 1890 y 1940”, realizado por Oscar Campos, Lorena Olmedo y Olivier Prud’homme. Además, motivados por difundir este proyecto y ampliar este equipo pluridisciplinario de investigación, se organizó un encuentro sobre el tema de “Las ventas ambulantes en los espacios públicos de tránsito en El Salvador” en la Universidad Centroamericana3.

Un nuevo abordaje de las prácticas de ventas en los espacios públicos

4Jérôme Monnet plantea que “la presencia del comercio ambulante no se debe explicar sólo como una estrategia informal de empleo, tal como ha sido teorizado (…), sino también como una respuesta a una demanda consciente que no encuentra su satisfacción en el comercio llamado “formal” (registrado) o “establecido” (tiendas). Las necesidades específicas de los ciudadanos mientras se movilizan para otros propósitos hacen de ellos clientes ambulantes atendidos por ciertas clases de comercios y servicios que no se categorizan siempre como “informales” pero que son típicos de los cruces de la ciudad4.”

5Jérôme Monnet formula la hipótesis que una parte de las actividades comerciales en los espacios públicos se ha desarrollada con prácticas móviles de consumo de parte de los compradores, es decir es una explicación de índole cultural que permite entender las prácticas de ventas en los espacios públicos de tránsito en el marco de la metropolización actual.

6El planteamiento del “ambulantaje” se ha elaborado desde la geografía cultural alrededor de la cuestión del comercio y del consumo5, este despertó la atención por su capacidad a renovar el cuestionamiento historiográfico más interesado por el comercio capitalista a nivel nacional.

7“El ambulantaje”, “la venta en la calles y aceras” y “la venta en los mercados” son prácticas comerciales, comunes y antiguas para el historiador, actualmente, numéricamente en expansión en varias ciudades de la región, poco incluidas en los planes de ordenamiento y de higienismo de las autoridades urbanas. Si bien en este estudio el ambulantaje es el punto de partida, sin embargo se ha ajustado este planteamiento a los objetivos historiográficos definidos para este estudio. Así esta investigación se propone estudiar: primero a los actores de estas prácticas, es decir a los vendedores que, por las fuentes encontradas, se ha tenido que limitar a dar prioridad a las vendedoras de San Salvador entre 1944 y 1948.

Pensar las prácticas “informales” antes de la “informalidad”.

8El abordaje propuesto por el “ambulantaje” seduce sobretodo por la posibilidad que da al historiador de usarlo. Por eso, mientras que el uso de la noción de “informalidad” muy ocupado por los sociólogos, psicólogos sociales y economistas es muy problemático para los historiadores, el ángulo creado por el “ambulantaje” brinda una oportunidad de escribir una explicación diacrónica, más allá de los últimos treinta y cinco años.

9De esta manera, la preocupación provocada por una insatisfacción historiográfica alrededor de la categoría “informalidad” y por realizar una nueva propuesta analítica, hace a este estudio compartir las dudas de Jean Piel acerca de la validez de ciertas “categorías clasificatorias de lo social”. Este investigador reflexiona también sobre la cuestión de la “informalidad”, y, en su caso, se pregunta sobre la validez de categorías heredadas del pasado colonial (“criollo”, “indios”, “ladinos”) que son usadas por la historiografía, tanto para explicar realidades actuales, por ejemplo el llamado “sector informal”, como para abordar los fenómenos de informalidades sociales del pasado6. Sin embargo, al contrario de este acercamiento, Jean Piel propone el uso de la noción de “informalidad”; pero historisandola.

10Teniendo presente lo anterior, en este apartado, se va a explicar porque no se usa el término de “informalidad” en este estudio aunque se considera que, primero, se tiene que pensar las dinámicas mayoritarias como informales antes de los años 1970, y en eso se sintoniza con Jean Piel; segundo, que es una necesidad que se entable una diálogo recíproco desde la historia con las metodologías, las categorías y las conclusiones producidas desde la sociología, la economía y la psicología social.

11Para desarrollar esta reflexión acerca de “la informalidad”, se propone, primero, reconocer lo valioso y lo incentivador de esta noción en esta época contemporánea para el investigador en ciencias sociales; segundo, demostrar las inquietudes de este estudio de cara al uso de esta noción para estudios históricos anteriores a los años 1970. Se terminara por explicar el marco en que parecen ubicarse las vendedoras de los mercados y de las calles de San Salvador entre 1944 y 1948.

12En cuanto al concepto de informalidad, se retomara la definición propuesta por Juan Pablo Pérez Sáinz y Rafael Menjivar Larín, quien fuera el gran especialista del sector informal tanto a escala centroamericana como a escala salvadoreña7: “El fenómeno informal ha sido abordado a partir del establecimiento (unidad que produce bienes y servicios mercantiles), (…) unidad económica que combine factores productivos asumiendo riesgos empresariales. Lo que excluye el empleo doméstico. (…) Un establecimiento es informal cuando su división de trabajo es incipiente: baja relación capital/trabajo; división del trabajo poco desarrollado8.”. Elementos a los cuales, se podría agregar otros aspectos generalmente aceptados: “Es una actividad de emergencia, no protegida por la legislación laboral, no hay prestaciones y existe una constante autogeneración de empleos9.

13Rafael Menjivar Larín insistía que la informalidad era sobretodo un proceso laboral más que productivo, es decir un “*fenómeno de generación de empleo*”, en el cual se puede analizar * “dos momentos de existencia de la capacidad laboral: su intercambio (o sea, el mercado de trabajo) y su reproducción (o sea, el hogar10)”*. Por lo cual, se recalca la naturaleza heterogénea, característica fundamental de este fenómeno, y por ende la necesidad de una tipología. En esta línea, logra identificar tres tipos de informalidad que le son útiles a su estudio: las microempresas dinámicas caracterizadas por su tendencia al incremento de la relación capital/trabajo y con capacidad acumulativa; las situaciones a caballo entre la dinámica acumulativa y la reproducción simple de subsistencia y por último las lógicas de subsistencia de reproducción simple11.

14Para un historiador que estudia a las vendedoras de las calles y de los mercados de San Salvador, la tipología propuesta resulta muy interesante. Primero, porque como se va a demostrar en este estudio, se considera que la mayoría de las actividades comerciales de las vendedoras encajan en “las lógicas de subsistencia en reproducción simple”, mientras que no se descarta la posibilidad que se puedan encontrar “situaciones a caballo entre la dinámica acumulativa y la reproducción simple de subsistencia”.

15Los debates que aproximadamente, desde hace cuarenta años se han desarrollado alrededor del uso de la noción socio-económica de “informalidad” proporcionan métodos, pistas de investigación, y categorías interesantes para la historia social, porque insta a ir más allá de las representaciones sociales estáticas y generales de “pobreza” y de “marginalidad”, de las relaciones de caridad y de dependencia, para analizar las trayectorias laborales y las estrategias socio-económicas de estas personas. Leído desde la historia, este enfoque es muy dinamizador ya que permite romper con categorías con las cuales ya no existe un cuestionamiento suficiente, a las nociones de “pobreza” y de “marginalidad12”.

16Sin embargo, si el incentivo es cierto y muy tentador, a la vez, el uso de esta noción por el historiador es poco factible por dos razones. Primero, porque la categoría “informalidad” se construyó desde una época y para estudiar esa época. Sería un anacrónico usar una categoría que procede del modelo del Estado de Bienestar en el marco de un proceso de industrialización considerado como una panacea a todos los problemas sociales.

17La gran mayoría de los sociólogos y economistas que presentan el tema de la informalidad remiten siempre a los primeros estudios en los años 1960 con antecedentes hasta los años 195013, contemporáneos de los primeros intentos de realización de un Estado de Bienestar y del proyecto de “substitución de las importaciones” en Centroamérica como en el resto de la región latinoamericana. “En los años 60 se visualizó a los trabajadores informales como marginales y como tales constituía la vergüenza de un promisorio proceso modernizador que, afortunadamente, les sacaría de esa condición estigmatizante14.

18Respecto a El Salvador, el economista Carlos Briones afirma que “el primer intento de caracterización del sector informal urbano en El Salvador se encuentra en un trabajo realizado por PREALC (1975) en el año de 1974 con el objetivo de evaluar la situación y perspectivas del empleo en El Salvador. (…) En este trabajo se hace énfasis en las características socio-económicas del trabajador informal debido a que la fuente de datos es una encuesta demográfica y de mano de obra realizada en el Area Metropolitana de San Salvador con el objetivo de evaluar la situación ocupacional en el principal polo urbano del país15.”

19De esta innovación en la sociología, la economía y la psicología social, los “pobres urbanos” se habían vuelto “informales marginales”, sin provocar grandes problemas epistemológicos. Sin embargo, desde el análisis histórico, esa categoría era de un uso muy difícil. Por un nuevo ángulo institucional, herramienta de evaluación de un nuevo proyecto político-económico, los mismos trabajadores precarios de antes de los años 1950 se convertían en “informales” a partir de estos años. Las ciencias sociales habían fabricado una nueva categoría social para abarcar al grupo de trabajadores que tenían que beneficiarse del proceso modernizador basada en la industrialización y en la protección social. Desde entonces, bien los trabajadores se beneficiaban y eran formales, bien se ubicaban en la informalidad. Si estas categorías socio-económicas eran aplicables a partir de los años 1950, uno puede preguntarse ¿Tienen sentido en el caso de los periodos anteriores?

20Este estudio demostrará que no tiene sentido. En El Salvador, justo antes de 1948, la industrialización era inferior a un 7% del empleo urbano16, y la protección social era solo un proyecto en debate. El concepto de “informalidad” no existía. Más aún, se considera que, fuera de unos grupos sociales muy reducidos, la pauta era la informalidad, a nivel laboral, residencial, educativo, para más de un 70% de la población salvadoreña. El cuestionamiento es ¿Qué hacer de esa noción de “informalidad” si abarca un grupo tan amplio, tan diverso respecto a sus prácticas sociales, y tan polimorfo? La respuesta es hay que fabricar una noción más precisa y apegada a las dinámicas sociales de la época. De esta manera, se sostiene la hipótesis que el perfil social de las vendedoras de los mercados y de los espacios públicos de tránsito entre 1944-1948 pertenecen a un marco de prácticas “informales”, antes que a la “informalidad” entendida en el sentido actual.

21En cuanto a la elección de los años 1944-1948, esto se justifica por la intención de este estudio sobre las vendedoras de los mercados y de las calles, por ser un primer elemento de diálogo con las nociones, de “informalidad” en El Salvador, usadas desde hace más de treinta años, y del “ambulantaje”, usadas hace pocos años. Por esta razón, se ha escogido el periodo de los años cuarenta para, primero, dialogar con los numerosos estudios posteriores, realizados en El Salvador por sociólogos y economistas sobre el tema de la “informalidad”; segundo, cuestionar el “inicio” y por ende la “genesis” del fenómeno en los años cincuenta17. No se quiere extraviar en la búsqueda del origen, sino cuestionar las explicaciones macroeconómicas y sobre todo el apartado de “los antecedentes”, en muchos de estos estudios.

Historia social: una metodología

22Este estudio, se propone estudiar el perfil social a partir de representaciones seleccionadas de manera sistemática en el periódico La Tribuna, publicado en San Salvador. Tanto los sujetos y objetos de estudio como la metodología utilizada, se fundamentan en los planteamientos de la historia social que se ha desarrollado desde hace más de quince años en Europa. En este apartado, se va a presentar los lineamientos de la investigación en el marco historiográfico.

Identificar el perfil o los perfiles sociales de las vendedoras de los mercados y de las calles de San Salvador

23A partir de las representaciones de la fuente, se ha planteado preguntas básicas para discernir el perfil social o los perfiles de los actores y actrices de las ventas de los mercados y de las calles de San Salvador: la procedencia, la edad, el estado civil, la residencia. Desde el inicio, se ha buscado identificar a las personas que practicaban las ventas de las calles y de los mercados, ya que “Vale la pena señalar que no consideramos a los trabajadores en las calles como marginales, pues esta categoría sume por definición a estos actores en una posición de exclusión dentro un sistema social. Por el contrario, se ha encontrado que estos actores sociales participan en la vida cotidiana con las posibilidades que les brinda cada momento y cada espacio social, se adaptan a las circunstancias para lograr mínimas condiciones de sobrevivencia18.”

24Se observó la poca visibilidad de las vendedoras urbanas de los mercados y de las calles, en las categorías sociales usadas por los investigadores que estudiaron la primera mitad del siglo XX. Fuera de las campesinas y de las pocas obreras de fábricas, las vendedoras cuando no eran campesinas, eran invisibles. De repente, aparecen en una frase, u otra, o en alguna foto, no más. No se distingue y ni siquiera se conoce si estaban incluidas, concientemente, en categorías macroscópicas como “las masas populares”, “el proletariado”, “los trabajadores”. A partir de estas observaciones, se comparte la opinión de Bernard Lepetit cuando escribe: En lugar de reifiar los grupos (estamentos, clases, ciudades, tribus, etc.) y de considerar como dado, en la base de una batería de criterios esenciales (una posición de linaje, una posición económica, etc.), la pertenencia de los individuos a estos grupos que los encierran y los definen, ahora las ciencias sociales invierten la perspectiva19.

25Este estudio retoma esta nueva perspectiva de las ciencias sociales, lo que implica partir de los sujetos y de sus prácticas a través de la fuente estudiada para construir un perfil o varios perfiles sociales que quizá permita vislumbrar dinámicas sociales poco visibles hasta ahora. A esta escala, este estudio se inscribe en esta historia social lanzada a finales de los años 1980, en la cual “ya no se ancla en una crítica de los hábitos de la disciplina en nombre de las innovaciones de las ciencias sociales, sino en una crítica de los postulados de las propias ciencias sociales. El fundamento intelectual del salto están claros: la vuelta a una filosofía del sujeto que rechaza la fuerza de las determinaciones colectivas y los condicionamientos sociales y que pretende rehabilitar “la parte explicita y meditada de la acción20” .

Pensar el trabajo femenino desde la historia de las mujeres

26La mayoría de personas que ejercían el oficio de las ventas ambulantes y de los mercados eran mujeres, tanto en los resultados de la fuente utilizada en este estudio, como en el “Cátalo de imágenes21”. Es por ello, que en se incluye esta reflexión sobre el trabajo femenino desde la historia de las mujeres, como parte de la historia social.

27En el balance publicado en 1997 sobre los aportes de la historia de la mujer y de género en América Latina, Virginia Mora Carvajal presenta el trabajo femenino, en especial el de las mujeres de los sectores populares como uno de los temas que presentan más dinamismo en la historia de género22. Sin embargo, si estudiamos la bibliografía en la cual se basa la investigadora, las obras citadas datan todas de los años 1980, lo que lleva dudas sobre el seguimiento de este dinamismo en los años 1990. Otro elemento que lleva a dudar: en el balance propuesto esta vez por Eugenia Rodríguez Sáenz, a escala de Centroamérica, no recalca este tema del trabajo femenino en los sectores populares, entre los más estudiados en la región. Esto puede explicar el hecho que al investigar sobre este tema en Centroamérica en 2006, se encuentran pocos estudios históricos publicados. En este caso, sólo se ha encontrado un artículo de la misma Virginia M. Mora Carvajal, titulado “los oficios femeninos urbanos en Costa Rica. 1864-192723.

28La primera conclusión a la que llega la historia del trabajo femenino, es la invisibilidad de las mujeres en este campo, tanto en Centroamérica como en Europa. Las dos causas más destacadas y vinculadas son la ceguera estadística del Estado24 y las representaciones culturales que descartan o menos valoran las actividades que no tienen una relación con la maternidad y el hogar.

29En el caso salvadoreño, en primer lugar, el Estado respaldaba sus categorías estadísticas en las representaciones socio-culturales producidas en el país y, por ende, consideraba que las mujeres no se debían salir del espacio doméstico, sino como ayudantes del jefe de hogar – padre, esposo…-, es decir, no representaban actores reconocidos de la economía nacional. En segundo lugar, en los años cuarenta, el mundo asalariado, incluso en las ciudades, era una excepción en la economía salvadoreña, y aún más para las mujeres. Lo que significa que no sólo las mujeres, sino la mayoría de los campesinos quedaban fuera de las estadísticas.

30En el caso de El Salvador en los años cuarenta, primero, no hay que olvidarse que las herramientas estadísticas eran muy incipientes, mucho más por ejemplo que en Costa Rica. Esto significa que la invisibilización no se limita a las mujeres sino a una gran parte de la población, de hecho no asalariada en aquella época. Segundo, en los dos primeros censos en el país, los censos de 1930 y de 1950, se eluden las actividades femeninas agrícolas y comerciales. Tercero, las memorias estatales, como el proyecto de elaboración del Seguro Social entre 1944 y 1948 no se fijaban en las actividades femeninas. Sin embargo, retomando a Michelle Perrot y a Sylvie Schweitzer25, obviamente las mujeres siempre trabajaron, y una parte no marginal de ellas26.

31Siguiendo la hipótesis general que la práctica de la informalidad era generalizada, entre 1944 y 1948, en lugar de considerar que estas mujeres pertenecían a una economía informal. Se demostrara en este estudio que desde el Estado, la invisibilidad-informalidad-marginalización de estas mujeres era total, no sólo en cuanto a su práctica de subsistencia, es decir en el campo laboral y económico, sino también en el campo residencial o de la ocupación del espacio urbano, y en el campo educativo27.

Fuentes escritas sobre el comercio en los mercados y las calles. Proceso de búsqueda y selección

32Al identificar el perfil social, se han tenido que buscar fuentes apropiadas para alcanzar el objeto de estudio. Como no se han escrito libros de historia sobre este tema, sino solo tres libros de sociología y economía sobre las informales