Ficha n° 1265

Creada: 05 noviembre 2006
Editada: 05 noviembre 2006
Modificada: 01 diciembre 2006

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Autor de la ficha:

Gustavo PALMA MURGA

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Guatemala a finales del siglo XVIII. Una breve perspectiva económica y social.

Se trata de plantear una serie de elementos básicos que permitan acercarnos a la comprensión del pulso y ritmo de la vida económica en el antiguo reino de Guatemala durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX.
Autor(es):
Gustavo E. Palma. Murga
Lugar de Publicación:
Publicado originalmente en: Luján Muñoz, Jorge. (ed.) Historia y antropología. E
Texto íntegral:

1Los últimos decenios del siglo XVIII significaron para la corona española un inmenso derroche de energías —humanas y económicas— destinadas a soportar y llevar a buen término repetidos proyectos bélicos en los que se vio envuelta. Fruto de celos expansionistas, como de avances político-económicos, habían colocado a España en una situación bastante difícil: no era factible sucumbir ante el poderío de las potencias vecinas, pero hacer frente a tales empresas bélicas le significaba innumerables sacrificios humanos y económicos. Por otro lado, sus vastas posesiones de ultramar eran de por si otra gran empresa en la que debía invertir semejantes energías y recursos, aunque de diversa manera; así como velar por ellas como un valioso tesoro sobre el que tenían puestos los ojos propios y extraños. Aspecto importante que merecía obligados desvelos por parte de la alta burocracia real española, así como los esfuerzos e inversiones ya señalados, era el tráfico comercial-marítimo que sostenía la metrópoli y sus colonias. Por medio de él, podía detectarse el pulso y ritmo de las relaciones entre ambos continentes. Esa inquietud real sobre el mantenimiento y conservación de una relación continua en el ámbito comercial puede explicarse por los factores que la constituían, como lo eran, por un lado la riqueza en metales preciosos y materias primas que América proporcionaba, así como el mercado de consumo que ella misma significaba para los géneros y productos peninsulares. Ese intercambio, las más de las veces desigual para las colonias ultramarinas, suponía un renglón considerable en la economía real peninsular. De allí su constante vigilancia y protección, manifiesta en toda una serie de disposiciones reales que —durante casi tres siglos— guardan una línea clara de pensamiento: la conservación, en exclusividad, del comercio con las colonias como algo inherente e imaginable sólo para la corona española, sin llegar a contemplar la ingerencia en dicha relación, de otras naciones. La guerra sostenida con Inglaterra en los últimos años del siglo XVIII planteó difíciles problemas a esa relación comercial, ya que las fuerzas inglesas conocían bien los puntos neurálgicos de la economía española y los atacaron frontalmente1.

2Estas relaciones comerciales se vieron alteradas, interrumpidas, casi cortadas, lo que determinó el desarrollo de otras formas de comercio colonial-metropolitano: desde el trato directo con los angloamericanos y los de otras nacionalidades, hasta el fortalecimiento del contrabando bajo todas las formas posibles.

3Los resultados de estas variaciones en las formas tradicionales de comunicación comercial no dejaron de sentirse inmediatamente en la economía peninsular, y en especial en su real erario. Se plantearon soluciones con el objeto de evitar la fuga de capitales hacia otras naciones —la misma Inglaterra entre ellas— y se trató de legislar en ese sentido.

4Una de las medidas más importantes, la R.O. de 18 de noviembre de 1797, estableció las bases para el desarrollo del llamado Comercio de Neutrales, por el que podían conducirse géneros nacionales —y los extranjeros autorizados— en naves nacionales o extranjeras y desde puertos autorizados para tales efectos2. Esto comercio de neutrales, en el poco tiempo que estuvo vigente, no vino sino a demostrar las debilidades y realidades de un sistema comercial anacrónico y rebasado por la misma realidad, al igual que el distanciamiento efectivo y la, casi, independencia que las colonias españolas habían alcanzado en dicho terreno. Poco tiempo fue necesario para que la corona observase cómo las relaciones comerciales se habían expandido hasta niveles no imaginados ni esperados. Por ello, al poco tiempo de la promulgación de dicha R.O. —no llegó a tener ni dos años de vigencia— se emitió otra R.O. el 20 de abril de 1799, en la que se dejaba sin efecto la disposición anteríor3.

5La notoriedad con que se había desarrollado el tráfico ilícito, con el agravante de que la propia Inglaterra — potencia enemiga del momento— estaba siendo beneficiada de él, eran motivos suficientes para dejar sin efecto tal disposición. En otro apartado de la misma real disposición, se permitía el monarca pedir que los cuerpos consulares manifestasen sus opiniones y sugerencias para encauzar en mejor forma las nuevas disposiciones planteadas. Si a causa de situaciones concretas la corona se había visto urgida en legislar sobre materia tan grave como lo era la disolución —desfavorable para ella— de un rígido orden comercial mantenido durante siglos, la conjunción que resultó de las circunstancias que vivieron las colonias americanas durante esos años cruciales vendrían a comprobar la operatividad de una realidad frente a la inercia de la ley como letra muerta, escrita sobro papel.

6Es necesario tener presente las circunstancias vividas en las regiones más importantes de la América hispana para comprender el fenómeno en toda su dimensión. Por una parte, La Habana abrió totalmente sus puertas al comercio con los angloamericanos (Estados Unidos), constituyéndose —prácticamente— en intermediaria entre la excolonia inglesa y las posesiones españolas en América4. No creemos que pueda pensarse en época mejor y de máximo auge económico para la isla que ésta. En poco tiempo logró realizar enormes intercambios comerciales al amparo de la legislación de neutrales. El auge experimentado allí, y resentido en toda la región, provocó innumerables reacciones. Veracruz, que por siempre había sido la gran puerta de América para el comercio peninsular se vio amenazada y disminuida en importancia. El Consulado Veracruzano — fiel exponente de la clase comerciante local— elevó enérgicas, continuas y aireadas protestas a la corona a causa de dicha situación.
Retomando la idea de un prestigioso historiador español actual, se llegó a pensar que la isla de Cuba, de punta de lanza del imperio español en el caribe, se había convertido en avanzada del enemigo en territorio hispano-americano5. De esta suerte, Veracruz se vio privada de todos los beneficios que podía implicar tal R.O. de 1797, ya que la reticencia de los comerciantes locales, aliados estrechos de la clase comerciante gaditana, se justificaba por el hecho de que el grueso del movimiento comercial —que no sólo abastecía al propio México sino a otras colonias más— se escapaba de sus manos, pasando a las de los comerciantes cubanos que habían establecido excelentes contactos comerciales con sus homólogos de la costa este de Estados Unidos, Sin embargo, dentro de lo somero que se plantean estas reacciones ante tal hecho, nos interesa especialmente conocer los efectos de esta crisis en el Reino de Guatemala.

El conocimiento de la R.O. de 1797 tuvo efecto varios meses más tarde en Guatemala, pero debido a la compleja orgarnización comercial local, no llegó a usufructuarse en todo rigor. E1 comercio guatemalteco, al igual que el veracruzano, observaba un gran hermetismo mental en cuanto a las posibilidades de apertura y compartición de su actividad. Sus estrechos vínculos de dependencia con Cádiz le hacían aún un grupo cerrado a cualquier innovación. El comercio de neutrales podría ser aprovechado por el reino de Guatemala, siempre y cuando fuesen comerciantes locales, y con sus propios barcos, quienes realizacen tal actividad. Prueba de ello la tenemos en los tan repetidos rechazos —sistemáticos— que el gremio de comerciantes manifestó a la llegada de diversas expediciones provenientes de Estados Unidos y capitaneadas por extranjeros. Los pocos intentos —podríamos señalar sólo dos— que se llevaron a cabo, fueron los de los comerciantes Irisarri y Aycinena, pero debido a sus peculiaridades —¿las propias del grupo al que pertenecían?— sufrieron de grandes tropiezos administrativos y terminaron por convertirse en voluminosos expedientes ante el consejo y la corona para obtener su aprobación final6.

7La estrechez mental unida a una ambición económica desmedida, habían impedido al comercio guatemalteco el superar la crisis de abastecimiento de productos y géneros extranjeros, así como de extracción de sus principales frutos, ocasionada por esa guerra. Cuando la R.O. de 1799, que dejaba sin efecto la del comercio de neutrales llega a Guatemala, el Presidente y Capitán General envía inmediatamente una circular a todas las jurisdicciones administrativas y consulares del reino demandando informaciones precisas que permitiesen conocer la situación económica originada por dicho conflicto bélico y sus consecuencias7.

8Plantea la misma autoridad regional que el reino se encuentra con graves problemas ocasionados por:
1, La suma escasez de efectos de consumo general y los elevados precios a que se están vendiendo en ese momento; situación originada por no haber llegado un solo barco mercante de España a los puertos locales desde la declaratoria de la guerra, y 2—La existencia, en bodegas y otros lugares, de casi cuatro cosechas de añil que no han logrado salir al exterior, como resultado del mismo bloqueo originado por la guerra.
La situación, como la plantea el Presidente y Capitán General, no puede ser más categórica en sus aspectos funestos y negativos. Por ello, ordena a intendentes, alcaldes mayores, corregidores, ayuntamientos, consulado y diputaciones consulares, junta de diezmos de Ciudad Real, monte pío de cosecheros de añil y dirección general de alcabalas, que cada uno por separado informe, en sus posibilidades y circunstancias, sobre: 1.—La existencia de géneros y efectos europeos en sus respectivas provincias, dando sus precios antes y después de la guerra. 2.—El estado de los productos exportables y sus precios corrientes antes y después de la guerra, con arreglo a los de la Feria —para el caso de los añiles—. 3.—El estado de las cosechas, su incremento o disminución. 4.—El estado de las exportaciones y los efectos de su atraso para la economía local. Por último dicho funcionario solicita que, en base a lo estipulado por la R.O. de 1799, se hagan las propuestas pertínentes para poder solucionar los problemas del momento. Las respuestas dadas a dicha circular se fueron produciendo a lo largo de los años 1799 y 1800. Tales documentos, según su origen, manifestaban —simplistamente unos, de manera más elaborada otros— determinados criterios informativos. Es necesario tener presente —desde un principio— quiénes eran los informantes y cuáles eran tales criterios que resaltaban en su información.

Los resultados del procesamiento de dicha información nos sugieren diferentes formas de presentación y análisis. En razón del interés que se tenía por conocer cuál era el impacto inmediato de dicha crisis externa sobre las diferentes regiones, los presentaremos en orden de menor a mayor repercusión en las distintas divisiones políticoadministrativas del Reino de Guatemala.

9Así nos encontramos con que los alcaldes mayores de Chimaltenango y Totonicapán responden brevemente que, en sus respectivas jurisdicciones no existe consumo de géneros y efectos de Castilla. Explican que son regiones con una gran abundancia de población indígena y que ésta se fabrica sus propias ropas. lo que justifica la ausencia de consumo de géneros externos. También señalan que allí no se producen añiles, ni zarza, ni bálsamos, ni artículo alguno de exportación. Es una población que se encuentra dedicada a las labores propias da la agricultura de subsistencia8. El Alcalde Mayor de Verapaz, para obtener dicha información hizo comparecer a diferentes personas de la localidad, que declararon, con unanimidad, que allí tampoco se conocían tiendas que vendieran efectos y géneros europeos. Los indios, ellos mismos tejen sus ropas, y los pocos ladinos que hay también las consumen. Añade que los productos de fabricación local han experimentado un alza en sus precios y producción. Un declarante dice que en Salamá se encuentra una tienda que tiene muy pocos efectos europeos, pero que sus precios son muy elevados. Pasando al ramo de productos de exportación, todos coinciden en señalar corno únicos productores de añil a los hacendados Antonio Palomo y Pablo Riveiro9.

10El Alcalde Mayor de Sololá, que también llamó a declarar a diversas personas, resume señalando que calcula como existentes unos 500 pesos en géneros de Castilla y con precios triplicados. No se producen productos de exportación, sino sólo maíz para el consumo local. Para confirmar esos datos solicitó opiniones a los comisionados de Sta. Lucía, Partido del Quiche, San Andrés Semetabaj y al comisario de Joyabaj, que repitieron lo mismo, añadiendo que también se cultiva trigo pero que es para consumo regional10.

11El Alcalde Mayor de Escuintla, adjunta a sus testimonios algunas facturas de géneros y efectos europeos con los respectivos precios anteriores y posteriores a la guerra. Dice que en su provincia sólo existe una pequeña tienda — de su propiedad— y que está escasa de mercancías. Además añade que, por la proximidad de la ciudad capital, los vecinos pudientes acuden a ella para surtirse de tales géneros. Por otro lado señala que el común de la gente padece desnudeces y calamidades, por no poder comprar los géneros a tan elevados precios, por lo que optan por vestirse de mantas que obtienen a precios más reducidos. Pocas personas se han dedicado al cultivo del añil, pero con los atrasos ocasionados con la guerra lo han abandonado. Antes era un producto rentable y beneficioso. Sugiere que para solucionar el problema de la escasez de géneros europeos necesarios, Su Majestad envíe embarcaciones comerciales desde la península pero escoltadas por buques de guerra, y así lograr resucitar la vida económica del reino11.

12El Alcalde Mayor de Sacatepéquez se limitó a comisionar a dos personas para que pasasen a las pocas tiendas existentes en la cabecera de la jurisdicción (Antigua Guatemala), indagasen sobre la existencia de géneros europeos. Los pocos comerciantes entrevistados declararon poseer —entre todos— tales géneros por valor aproximado de 10,000 pesos, y con un recargo de hasta dos o tres veces su valor original12.

13El Alcalde Mayor de Suchitepéquez también convocó a los escasos tenderos de la Villa de Mazatenango, que declararon tener existencias hasta por valor de 73,495 pesos, pero que con los aumentos de la guerra podrían ascender hasta 148,686 pesos. Como efectos precisos de esa guerra indica que artículos como el papel, aceite y acero han aumentado en un 400%, y otros —como algunas telas— en un 200%. Declara que allí no se producen productos ex portables13.

14En los informes hasta el momento extractados podemos observar un denominador común que se traduciría en la mínima o nula existencia y consumo de géneros europeos, asi como en la escasa producción de añiles y otros productos de exportación. No estamos determinando características precisas de producción y consumo por región, que sería absurdo y pretencioso, sino agrupándoles según los contenidos, cantidad y calidad de su información. Para la jurisdicción del actual territorio hondureño nos encontramos con cuatro informes. Dos corresponden a la provincia de Comayagua —uno del Intendente y otro del Dip. Consular—, y los otros dos que fueron enviados por los delegados consulares de Tegucigalpa y Gracias a Dios. El Intendente de Comayagua solicitó informes a ciertos comerciantes de esa villa, pero sin haber logrado obtener información concreta y exacta. Estos mantuvieron cautela y reservas, por lo que no se aportaron datos de ese sector. El receptor principal de alcabalas se inhibió de dar su informe alegando carecer de documentos que le permitiesen rendir estado de cuentas de su ramo.

15Por su parte el Intendente hace una serie de propuestas para el mejoramiento de las condiciones de la provincia. Cree que si se estableciese un almacén convenientemente surtido en cada una de las capitales de provincia y por cuenta del Banco Nacional de San Carlos, se evitarían los extremos de decadencia que actualmente se están viviendo; sin que se alterase el libre comercio que Su Majestad tiene autorizado. Hace notar que luego de dos siglos y medio de vida en América, este reino es el más atrasado. « Es indispensable variar el orden presente para mejorar14... ». Considera que no hay apoyo efectivo para esta región. También sugiere que el mismo banco sea quien habilite a mineros y hacendados, rescatando metales y comprando los frutos a precios equitativos, y vendiendo las mercaderías sin mayores propósitos de lucro. En resumen, el Banco de San Carlos sería la solución a todos los problemas del reino. Por su parte, el diputado consular comayagüense remitió el expediente a varios comerciantes quienes proporcionaron listas detalladas de sus existencias y precios. Apunta que en su distrito no hay cosecheros de añil. Como solución a la extracción del añil, del reino, plantea la ya mencionada anteriormente, de que lleguen buques mercantes escoltados por otros de guerra para asegurar el feliz arribo de estos frutos a la península15.

16El diputado consular de Tegucigalpa informa que allí el surtimiento de géneros y efectos europeos es casi nulo, adjuntando algunos precios de los existentes. Niega la existencia de plantaciones de añil en esa región16. Por último, el diputado consular de Gracias a Dios indica que desde hace un año esa plaza se encuentra desabastecida de géneros europeos. Por otro lado, las cosechas de añil están siendo abandonadas paulatinamente, y sus precios bajan cada vez más. Incluso, apunta, para poder sacarlas de la región es necesario perder de dos a tres reales en cada libra según los precios de feria. Cree que el comercio local corre peligro de desaparecer pues se estanca cada día, y como consecuencia de la paralización de la comercialización del añil, que es el alma de la vida económica de la región17. También fueron recibidos los informes de los comandantes de los tres puertos activos. El comandante del puerto de San Fernando de Omoa se limitó a referir las existencias de mercancías de los comerciantes locales. Las acompaña con algunos comentarios sobre las dificultades en la venta de las mismas18. El de San Felipe del Golfo dice que allí no hay mercadería alguna, dándose una carestía total. Apunta que la plaza tendrá unas treinta casas por lo que no existe posibilidad que pueda establecerse comercio alguno. Si hay que proveerse de dichos géneros se tiene que recurrir a la capital19.

17Por su parte, el comandante del puerto de Trujillo señala que allí no hay mercaderías por el momento, pero que ese ha sido el paraje mejor proveído del reino durante todo el período de guerra. Acompaña una lista de artículos y sus precios. Pasando a proponer soluciones encuentra como más adecuadas las siguientes: 1—que se permita el establecimiento de navegación comercial con los puertos del norte (Estados Unidos); 2—que los géneros introducidos al reino sean medidos por la Real Junta de Tribunales, pero sin cometer abusos; 3— que los registros de las naves se hagan bajo la supervisión del Diputado Consular o su delegado; 4—que se permita la llegada de extranjeros en los buques que arriben, siempre que la tripulación sea totalmente española; 5—que en los retornos de los buques sólo se permita llevar lo preciso para el sustento de la tripulación, y alguna cantidad extra, en caso de arribada y, 6—se han de pagar a Su Majestad los derechos de extranjería como está estipulado para el comercio de neutrales. Acompaña un cuadro elaborado por el ministro local de Real Hacienda en el que registra todas las embarcaciones llegadas a dicho puerto desde diciembre de 1796 hasta enero de 1800, en un número de veintidós. Da sus nombres y las cantidades de frutos y efectos de Europa que han llevado a dicho puerto. Estima que el valor de lo ingresado sobrepasa, en dicho tiempo (casi tres años) los 100,000 pesos. Añade también que como « …??ya empieza el tiempo oportuno para el acceso de embarcaciones nacionales de La Habana Cuba y Trinidad es probable que no se experimente en adelante la escasez que en este invierno se ha notado de lo que deduzco que lograrán las tintas la exportación que se apetece y se surta el Reyno de los efectos de que hasta aquí ha carecida20…?? ».

Desde su perspectiva, es un informe positivo y con planteamiento de soluciones prácticas e inmediatas. Remitiéndonos a los informes presentados por la Diputación Consular de Ciudad Real, nos encontramos con el mismo lamento de la ausencia de mercaderías y géneros europeos. Da, sin embargo, una lista de existencias en dicha villa. Según los informes que le han presentado algunos comerciantes locales, los precios han aumentado en un 100% como mínimo. Añade que la agricultura ha decaído, no sólo por la guerra sino por la falta de exportación de frutos, escasez de operarios y -abundancia de holgazanerías. Dice que las tierras allí son adecuadas para producir por lo que hay que adoptar medidas para hacer eso una realidad. Propone que: 1-—Se obligue a trabajar a toda la gente sin excepción. 2.—Que se conduzcan de España los renglones más necesarios, conociéndose con anticipación la llegada de los buques, o flotas, para tener preparados los frutos a exportar. 3.—Que los caminos sean reparados y mantenidos para facilitar el transporte, así como limpiarlos de ladrones. Además sugiere que se hagan estudios con el objeto de hacer navegable el rio Grijalva21.

18Por su parte, el Administrador de Alcabalas de Tuxtla, señala la notable decadencia que se ha experimentado en la recaudación de derechos desde la declaratoria de guerra. Hay escasez de géneros europeos, que son la base de ese comercio. Apunta que desde la declaratoria de guerra no se ha introducido en esa aduana ninguna factura bien surtida. Este, a su vez, hizo declarar a varios comerciantes quienes confirmaron la mencionada escasez, señalando la inexistencia de productos de exportación, salvo cortas cantidades de cacao y añil que eran conducidas a Oaxaca. Dicen que el cacao se vende a 15 pesos la carga de sesenta libras. Por otro lado, se ha experimentado un incremento en la producción de maíz y fríjol. Reconocen que buena parte de los géneros existentes, y que allí se consumen, son introducidos por Campeche y Tabasco22.

19La Junta de Diezmos de Ciudad Real, por su parte, declara que no existen documentos en su oficina con los cuales elaborar tal informe. En todo caso, dicen, será mejor que se dirija el expediente a determi