Ficha n° 1976

Creada: 03 agosto 2008
Editada: 03 agosto 2008
Modificada: 05 agosto 2008

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Autor de la ficha:

Roberto VALDéS

Editor de la ficha:

Sajid Alfredo HERRERA

Publicado en:

ISSN 1954-3891

La Masonería y el Gobierno de Rafael Zaldívar (1876-1885)

El artículo examina el debate periodístico generado en San Salvador a raíz de la “Gran Fiesta Masónica” que los miembros de la Logia “Excélsior 17” ofrecieron el 27 de agosto de 1884 al Sr. Presidente, Doctor Rafael Zaldívar, por su feliz retorno al país, luego de un viaje de varios meses que lo llevó a visitar algunos países de Europa y los Estados Unidos. Este debate entre los periódicos La República y el Diario del Comercio (ambos pro-masónicos), y El Católico (anti-masónico) revela la existencia de un conflicto largo, profundo y complejo que atraviesa toda la administración de Rafael Zaldívar, pero permite examinar con mayor precisión la naturaleza de las contradicciones que provocó el proceso de gestación del actual Estado salvadoreño, proceso en el que católicos y francmasones jugaron un rol determinante. Se trata, por tanto, de un conflicto que va más allá del simple conflicto Iglesia-Estado, que es el que hasta ahora ha sido estudiado por los investigadores, pero sin considerar lo que el autor denomina, el “factor masón”.
Autor(es):
Roberto Armando Valdés Valle
Fecha:
Agosto de 2008
Texto íntegral:

1

“Gran fiesta masónica”

2 En la noche del miércoles 27 de agosto de 1884, la Logia masónica “Excelsior 17” de San Salvador tuvo una “tenida” o reunión, en honor al Presidente de la República, Dr. Rafael Zaldívar, a la que también asistió su muy caritativa y apreciada esposa, Sara de Zaldívar1. Había varios motivos para celebrar. El más inmediato era festejar el feliz retorno de Zaldívar al país, luego de un viaje por varios países de Europa. Tal como lo formuló uno de los periódicos de la capital, La República, se festejaba “por su feliz llegada al suelo patrio que tanto le debe en su carácter de gobernante y de propagandista de las ideas modernas2”.

3Zaldívar había ingresado a San Salvador el domingo 17 de agosto luego de una ausencia de un poco más de 4 meses3 que lo había llevado a lugares como Francia, Inglaterra, España. A juicio de las reseñas publicadas tanto en algunos periódicos del país, como de Francia y España, el viaje había sido un rotundo éxito, es decir lleno de banquetes, reconocimientos oficiales y académicos. Por ejemplo, el Gobierno de Francia le nombró “Gran Oficial de la Orden de la Legión de Honor4”, y durante su estancia en España, su Majestad el Rey Alfonso XII lo recibió el día 22 de junio con un gran banquete en el que se le concedió “La Gran Cruz de Carlos III” y un día después, el 23 de junio, asistió a la Real Academia Española, donde fue nombrado, junto con uno de sus más cercanos colaboradores, el General y Doctor Luciano Hernández, miembros Académicos de la misma5.

4Claro que cuando se hizo pública la intención de Zaldívar de viajar a Europa, las motivaciones habían sido un tanto distintas: proporcionar al exhausto Presidente la oportunidad de recuperar su quebrantada salud, luego de “ocho años de trabajos administrativos6”. Pero ahora que había regresado, nadie parecía recordar los motivos originales del viaje. Más bien casi todos los sectores de la sociedad, artesanos, comerciantes, niños y niñas de escuelas públicas, hospitales de caridad, no deseaban quedarse atrás y se esforzaron cada uno a su modo y según sus posibilidades, en ofrecerle un reconocimiento como los que había recibido en el viejo continente.

5Es en este contexto que debe entenderse la celebración ofrecida por la Logia “Excelsior 17”. El periódico La República calificó esta “tenida” como una “Gran Fiesta Masónica”, y quizá sí lo fue, si se toma en cuenta que el Supremo Consejo de la masonería centroamericana designó como representante especial para la ocasión, al guatemalteco Juan Padilla y Matute, quien al parecer también había acompañado a Zaldívar en su viaje a Europa7; por su parte, los masones guatemaltecos enviaron como representante de la hermandad a Domingo Rodríguez Castillejo. No se dispone de la lista completa de los masones que asistieron al acto, pero sí de los principales oradores, según la reseña publicada en La República. Ellos fueron: el “Venerable Maestro”, León Dreyfus, un importante comerciante de la capital, y los muy reconocidos oradores y académicos, el Dr. Rafael Reyes y el ya mencionado, General y Doctor, Luciano Hernández; en representación de los masones de Santa Tecla, participó el Sr. José Salazar. Dada la solemnidad y lo sentida de la reunión, La República incluso llegó a afirmar que: “hace mucho tiempo que no habíamos presenciado ceremonia tan hermosa y al mismo tiempo tan enternecedora8”. Padilla y Matute, en nombre del Supremo Consejo, ofreció a Zaldívar “una espada de honor” con la siguiente inscripción: “El Supremo Consejo de Centro-América á Rafael Zaldivar”, y según la descripción ofrecida de la misma, se trataba de una espada “notable no solo por los preciosos metales empleados en su fabricación, sino también por el mérito artístico de los adornos de la empuñadura, de la hoja y de la vaina9”.

Una fiesta muy controversial

6Ya se insinuó que no sólo los masones festejaron o saludaron el feliz retorno de Zaldívar al país, también lo hizo la Iglesia salvadoreña. De acuerdo con otro importante periódico de la capital, El Católico, al sólo desembarcar en el puerto de la Libertad el 17 de agosto, el Dr. Zaldívar recibió un telegrama de bienvenida de parte del Sr. Obispo, Luis Cárcamo, y de todo el Cabildo Eclesiástico, y al día siguiente, a las 9 de la mañana, el “Muy Ilustrísimo Señor Provisor y Vicario General” de la Diócesis, Miguel Vecchiotti, el Cabildo Eclesiástico, algunos sacerdotes y varios seminaristas, se encaminaron hacia el Palacio Presidencial para saludar personalmente al Sr. Dr. Zaldívar “en nombre del Ilmo. Señor Obispo y de toda la Diócesis10” El Sr. Vecchiotti le manifestó al Presidente en un breve discurso que “la Iglesia Salvadoreña se congratulaba cordialmente por los felices resultados de su viaje á Europa, los cuales no podrían dejar de refluir en bien de la Diócesis y de los intereses religiosos de la patria11”. Y en una especie de comentario editorial, El Católico, en su edición del 24 de agosto, dedicó las siguientes expresiones por el “feliz regreso a la patria” del Dr. Zaldívar:

7“El Católico” tiene el honor de saludar al Sr. Presidente de la República, Dr. Don Rafael Zaldivar, por las importantes demostraciones de aprecio que ha recibido en el exterior, por su feliz regreso a la patria y por la ovación que la Capital y las otras poblaciones de la República le han tributado al recibirle. Ese entusiasmo que el Sr. Dr. Zaldivar ha inspirado en todas partes, prueba con elocuencia que los centros más civilizados han hecho justicia á sus cualidades, y que la patria agradece dignamente al que la representa con honor antes las otras naciones. Quiera el Sr. Presidente aceptar nuestra sincera congratulación y nuestros ardientes deseos por la felicidad de su administración12.

8Estos últimos saludos y comentarios tan afectuosos por parte de El Católico fueron publicados unos días antes de la realización de la “Gran Fiesta Masónica”, el 27 de agosto. Pero como en tantas otras ocasiones anteriores, las ideas, las actividades y proyectos políticos de los masones generaron un gran malestar al interior de la Iglesia, pues intentaban poner en cuestión el poder y la influencia que ésta tenía sobre la sociedad salvadoreña, y esta celebración no fue la excepción. Pocos días después de la “tenida”, El Católico publicó un artículo en el que se lamentaba profundamente de la fiesta en honor de Zaldívar y lanzaba importantes dudas sobre las verdaderas intenciones de los masones y sobre la supuesta simpatía y cercanía de Zaldívar hacia la masonería.

9Los periódicos han publicado la fiesta masónica y los discursos pronunciados en ella, que la Lógia n° 18 hizo al Señor Presidente13, con el pretesto de su regreso al país, y con el motivo verdadero de escudarse con él ante la opinión pública. Regalar una espada al Gobernante, cuyo carácter principal y cuya gloria más brillante es la paz, no nos parece muy propio. Hacerle aparecer como obrero de esta Lógia, llamarle nuestro Jefe, nuestro caudillo, cuando el Dr. Zaldivar no ha querido incorporarse en esta Lógia, ni se ha presentado en ella, sino cuando lo han comprometido á recibir sus obsequios, no lo juzgamos muy exacto. Decirle en aquellos momentos de júbilo, como lo hizo el Hermano Orador interno, que, cuando naufragó de las tempestades de la vida, buscasteis un apoyo, allí estará á vuestro lado la fraternidad masónica… no lo creemos muy oportuno. Hay cosas que se espresan mejor con los hechos, que con las palabras. Exhibir al Jefe de un gran pueblo que casi unanimente rechaza á la masonería, como Jefe de la misma masonería, y atribuir á Él todas las empresas y acciones de la Lógia, no nos parece muy político y desinteresado14.

10Al parecer, pues, los masones con mucho orgullo atribuían a Zaldívar el honroso puesto de ser Jefe de la masonería salvadoreña. Y era una opinión que también compartía el redactor de La República:

11No estábamos ayer bien informados, cuando participamos á nuestros lectores que dicha solemnidad se limitaba á la entrega de una espada de honor al señor Doctor Zaldivar. Su objetivo tenía mayor alcance; extendíase á felicitar al Jefe de la masonería y del Estado, por su feliz llegada al suelo patrio15....

12Parafraseando los argumentos de El Católico, resultaba un escándalo y políticamente peligroso que los masones se hayan atrevido a llamarlo su “Jefe y Protector”. El escándalo residía en afirmar que Zaldivar era masón, cuando a juicio de este periódico, hasta entonces el Presidente no había aceptado incorporarse a logia alguna; en segundo lugar resultaba políticamente peligroso atribuirle a Zaldívar, en tanto Presidente de todos los salvadoreños, la jefatura de un movimiento que era rechazado por la mayoría de los ciudadanos de la República.

13A raíz de esta celebración, se va a desencadenar un debate muy interesante entre El Católico y otros periódicos de la Capital afines a los masones, a sus ideas y proyectos. Va a ser una auténtica prueba de fuerza entre estos periódicos, que permite contemplar una faceta muy importante del proceso político salvadoreño durante la Presidencia de Zaldívar.

14En primer lugar, y contrario a la opinión de El Católico – para quien los salvadoreños de plano rechazaban y repudiaban el movimiento masónico -, La República afirmaba tajantemente que el pueblo salvadoreño sí miraba con simpatías a los masones, incluso llega a sostener que los masones “se confunden” con el pueblo salvadoreño:

15Bajo este punto de vista, la manifestación masónica tiene también alta importancia para nosotros, pues viniendo después de los festejos y regocijos públicos y significando, como aquellos, un aplauso y una voz de aliento al declarado protector de toda tendencia liberal y progresiva, indica que los masones se confunden con el pueblo, tan amigo del Doctor Zaldivar, Jefe de la masonería salvadoreña, y que, por consiguiente, no se puede dudar ya de la popularidad de que goza en el Salvador dicha institución, durante tanto tiempo y tan injustamente combatida por la Iglesia y sus ignorantes secuaces16.

16En segundo lugar, para El Católico había algo muy llamativo y sospechoso en el tema de la espada: ¿A qué venía un regalo de tal naturaleza? ¿Cuál era el significado que los masones le atribuían a ella? ¿Para qué podría necesitar Zaldívar una espada? o ¿contra quién podría utilizarla? Finalmente, El Católico se preguntaba, ¿a qué venía esa alusión “_cuando naufragó de las tempestades de la vida_?” ¿Se refería -quizá- al exilio que Zaldívar padeció luego de la caída del gobierno de Francisco Dueñas en 1871? ¿Fueron acaso los masones quienes finalmente alejaron a Zaldívar de la perniciosa influencia “servil” de Dueñas? Son puntos e interrogantes que El Católico de manera insistente pedirá ser aclaradas.
Una primera respuesta no se hizo esperar. El Diario del Comercio publicó un artículo titulado, “Inútiles esfuerzos de “El Católico” contra la masonería. Falsedad de sus asertos17”. Sin embargo, a juicio de El Católico, aunque muchas cosas se abordaron o se discutían en ese artículo, se dejó de lado las principales: la supuesta jefatura y caudillaje de Zaldívar sobre la masonería y el tema de la espada. Así, según El Católico en el artículo del _Diario del Comercio_…

17No se dice una sola palabra acerca de la propiedad del regalo, ni de la oportunidad del ofrecimiento de apoyo en el naufragio; ni de la exactitud de los títulos, querido hermano, Jefe, caudillo; ni de la acertada política y noble desinterés de presentarle ante la opinión como el mejor y más activo masón. Creemos que, por consiguiente, ésta puede llamarse DISCUSIÓN TERMINADA18.

18 Pero la discusión no terminó. Como para echar más leña al fuego, La República en su edición del sábado 30 de agosto no sólo insistió en presentar a Zaldívar como masón y Jefe de la masonería salvadoreña, ahora le añadió –quizá un tanto exageradamente- ser “jefe y protector de la masonería centro-americana19”; y por su parte, el Diario del Comercio publicó un nuevo artículo titulado “Lo relativo a la espada. A los R.R. de ‘El Católico’”. Pero una vez más, El Católico consideró que el articulista del Diario del Comercio no daba una respuesta contundente a sus interrogantes fundamentales:

19Decimos contestación á una parte, porque nuestro suelto trata de los cuatro puntos siguientes: la impropiedad del regalo; la inexactitud de llamarle nuestro Jefe, nuestro caudillo; la inoportunidad de hablarle de naufragio, en los momentos de una fiesta; finalmente de lo impolítico e interesado de exhibirle como masón ante la opinión pública. Como la contestación se refiere solo a lo relativo á la espada, decimos que contesta solo á una parte del suelto20.

20 El artículo más bien, para desconcierto de El Católico, vuelve a retomar los viejos y trillados temas sobre el carácter fanático y anti-progresista que los “liberales” le atribuían a la Iglesia, temas como el papel de la Inquisición fueron una vez más destacados para desvirtuar o descalificar el punto de vista de la Iglesia, aun cuando a juicio de El Católico sobre esos temas ya se había ofrecido suficientes explicaciones en el pasado y sobre todo en los números del ya extinto periódico católico, La Verdad. Más bien, todo parecía ser una estratagema del articulista del Diario del Comercio para evadir lo esencial; pero en esta ocasión, El Católico no estaba dispuesto a caer en la trampa:

21Bq. ¿Qué tienen que ver la matanza de San Bartolomé, los asesinatos é incendios de Vezieres, las hogueras de la Inquisición, las espadas de Monfort, del Duque de Guisa, de Carlo-Magno, de los caballeros andantes, el ritual romano de bendiciones, la proscripción de los protestantes en tiempo de Francisco I°, las Dragonadas, las excomuniones, &, &, &, con la propiedad del regalo que la Logia Exelsior de San Salvador hizo al Señor Presidente Zaldivar? Eso, á nuestro juicio, no es probar; sino confesar claramente que, á falta de verdaderos argumentos, se apela al recurso de iniciar otras y muchas y muy diferentes cuestiones, para dejar la que no se puede sostener. No las contestaremos, porque ya se le ha contestado al mismo articulista repetidas veces desde que comenzó á citarlas, tanto en La Verdad por el ilustrado Padre Rodríguez, cuanto en este periódico21.

22Es más, ahora El Católico ampliaba sus interrogantes a otros aspectos no cuestionados antes, pero igualmente candentes, como el tema de la conformación, autoridad y legalidad del Supremo Consejo masón centroamericano que se había dignado obsequiar la espada a Zaldívar.

23Ella (la espada) procede del Supremo Consejo Centro-Americano, que, por muy pomposo que sea su nombre, nadie puede apreciarlo, ni respetarlo, sin antes conocerlo. ¿Quién es ese Supremo Consejo Centro-Americano?... ¿Qué individuos lo forman?... ¿Dónde están sus credenciales?... ¿Cuáles son sus poderes y atribuciones?... ¿Cuál es su objeto, sus medios, sus fines, la extensión de su autoridad22, &. &?

Seguían, pues, sin abordarse de manera directa los puntos medulares de la discusión, como el tema de la espada, pero también la relativa a si Zaldívar era o no masón. El Católico insistía en que Zaldívar no lo era, y a su juicio, era algo indirectamente insinuado por el articulista mismo del Diario del Comercio :

24No terminaremos sin dar al Señor colaborador de “El Diario del Comercio” las más expresivas gracias, por habernos suministrado un dato muy importante, sobre el modo ó los términos en que el Señor Presidente Zaldívar debe reputarse miembro de la Logia Excelsior de San Salvador. No es porque él se haya presentado á ella, ni porque él lo haya solicitado, ni menos porque se haya sujetado á la autoridad de esta, sino porque ella le ha proclamado y por aclamación se lo ha apropiado. La comunicación que ha revelado el articulista dice, “OS DEBE PROCLAMAR, Y OS PROCLAMA UNO DE SUS MIEMBROS MÁS EMÉRITOS Y EMINENTES”. Esto prueba por lo menos, que es más ardiente y más desinteresado el amor de la Logia Excelsior por el Señor Presidente del Salvador, que del Señor Presidente por la Logia Excelsior: lo que creemos será muy grato a la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño23”.

Rafael Zaldívar y los masones: ¿Simpatía o pertenencia?

25La discusión entre estos periódicos capitalinos sobre la identidad masónica de Zaldívar había llegado a un punto crítico. ¿Quién decía la verdad sobre la pertenencia o no de Zaldívar a la Logia Excelsior?: ¿_El Católico_ o el Diario del Comercio? En su Historia de la masonería salvadoreña (publicada en 1962), Francisco J. Ponte Rodríguez sostiene que Zaldivar sí estaba afiliado a la Logia “Excelsior 17” dos años después de haberse fundado la misma.

26Una labor de sano proselitismo permitió que la nómina de miembros integrantes de la Respetable Logia Excelsior número 17 aumentase con personas de gran prestigio social. En muy breve tiempo, al cabo tan sólo de dos años, figuraban afiliados el médico Rafael Zaldívar, grado 33, a la sazón presidente de la República de El Salvador24.

27Ahora bien, en base a los mismos datos proporcionados por Ponte Rodríguez, esta logia fue constituida el 10 de abril de 1882 y comenzó a sesionar el 25 de ese mismo mes y año25, aunque hay que destacar que la “Carta Patente” de constitución de esta Logia, citada por el mismo Ponte Rodríguez, establece la fundación el 22 de marzo de 188226. En cualquier caso, estos datos históricos permite concluir que para el 27 de agosto de 1884 ya habían pasado los dos años desde su fundación y entonces resulta plausible pensar que Zaldívar sí fuera miembro activo de la Logia “Excelsior” al momento del homenaje.

28Pero esto no prueba de ninguna manera que Zaldívar haya ingresado a la masonería hasta 1882; primero porque la primera Logia formalmente conocida en El Salvador, la Logia “Progreso” fue establecida el 21 de septiembre de 187127, y Zaldívar regresó al país en 1876. En segundo lugar, indicios de la presencia de masones en territorio salvadoreño se pueden detectar con alguna seguridad desde tiempos de la presidencia de Gerardo Barrios (1861-1863), si tomamos en cuenta la siguiente correspondencia que J. S. Bulnes envía a José María Cáceres, ambos funcionarios públicos al final del gobierno de Barrios:

29S. D. José M. Cáceres.

30Ccia. Union.
ALGDADO

31Querido H.

32La situación de Barrios es horrible, yo lo se; salva a tu pobre familia de el cataclismo que le espera si permanece en ese lugar; no te hagas ilusiones y aprovecha los consejos de tus hh.:

33L.C.L: q.m.s.c

34J. B28

35De esto podría deducirse que tanto J. Sebastián Bulnes como José María Cáceres eran por entonces miembros activos de la masonería. También existen evidencias “someras” – hasta ahora – de que esta presencia e influencia de la masonería se mantuvo durante la administración de Francisco Dueñas (1863-1871). Por un lado, no se debe olvidar que Luciano Hernández fue un importante colaborador del gobierno de Dueñas, y tampoco se puede pasar por alto que el redactor de El Constitucional, el periódico oficial durante la presidencia de Dueñas, era el masón de origen cubano Tomás Manuel Muñoz29, quien no ocultaba su lenguaje marcadamente masónico en algunos de los editoriales que escribía para El Constitucional. Al respecto vale la pena citar aquí parte del editorial que se public