Ficha n°79

SICILIA, don Isidro



Cargo: Deán del cabildo de la catedral de la Ciudad de Guatemala.

Nació: 1735 en la Villa de Santísima Trinidad de Sonsonate..

Murió: 4 de enero de 1812 en la Ciudad de Guatemala..

Padres: Don Pedro de Sicilia Montoya y doña Ana María De la Canal..

Resumen: El futuro deán del cabildo catedral de la Ciudad de Guatemala, Isidro Sicilia, nació en la pequeña Villa de la Santísima Trinidad de Sonsonate. Sus padres, Don Pedro de Sicilia Montoya y doña Ana María De la Canal eran criollos cuyos ascendientes por línea paterna fueron oriundos de la Ciudad de Valladolid en España. Su carrera se preparó en 1742 cuando su abuelo, don Bartolomé de Sicilia fundó para él una capellanía de 2000 pesos sobre su hacienda San Pedro Mártir, la cual pasó después a posesión del presbítero Isidro Diez Clemente y de su hermana Manuela Ignacia, ambos bisabuelos de Bartolomé Sicilia. Obtuvo una beca para seguir, durante 12 años, los cursos del Colegio jesuita de San Francisco de Borja en el que estudió Latinidad, Filosofía, Teología Escolástica y Moral. Fue ordenado el 5 de febrero de 1757 y obtuvo las licencias generales de predicar, sirviendo de cura coadjutor en su parroquia natal, hasta en 1761. Mientras tanto su tío Vicente de Sicilia y Montoya fundó otra capellanía de 7000 pesos que fueron reducidos, por deterioro de fincas, a 3736 pesos. En febrero de ese mismo año el arzobispo Francisco Figueredo y Vitoria lo nombró interinamente cura de la ciudad de San Salvador y más tarde se le confirieron los cargos de Vicario Juez eclesiástico de la misma ciudad y de la Villa de San Vicente de Austria. Cuando el arzobispo Pedro Cortés y Larraz hizo su visita pastoral en 1770, Isidro Sicilia estaba sirviendo la parroquia con el presbítero don Joseph Ancheta y sus dos coadjutores Antonio Castellanos y Nicolás Aguilar. Fue criticado porque no pudo presentar una forma de contabilidad en su gestión de las fundaciones pías del curato. Cortés y Larraz lo obligó a presentar dentro de seis meses un estado de cuentas. Más tarde, el Santo Tribunal de la Inquisición de México le expidió, en julio de 1777, el prestigioso título de Comisario del Santo Oficio para toda la provincia de San Salvador. A pesar de todas sus responsabilidades en su curato, logró seguir los cursos en la Universidad San Carlos de Guatemala y se graduó de doctor en Sagrada Teología en 1778. Este diploma era importante para poder subir en la jerarquía de su diócesis. De hecho logró, en la misma época, conseguir una recomendación oficial de la Real Audiencia. Tras haber servido 18 años la cura de almas, obtuvo el primer lugar en la terna que formó el Deán y cabildo eclesiástico para tomar el lugar de don Pedro Juan Torres, promovido a la dignidad de Chantre. A consulta de cámara del 6 de octubre de 1779, el rey lo presentó para la canonjía penitenciaria. Después fue electo rector de la Universidad San Carlos de Guatemala en 1782 (cargo que volvió a ocupar en 1782 y 1789 además de ser también consiliario). Al subir en la escala de las dignidades del cabildo eclesiástico le otorgaron el título de una capellanía de 1850 pesos que mandó fundar el arcediano Esteban López. Tenía este dinero el bachiller Josef Juárez sobre dos haciendas que el presbítero don Pedro Gonzáles Castilla compró a su muerte. Volvió a tomar más y más responsabilidades aceptando ser entonces juez hacedor de diezmos (por lo menos en 1784 y en 1805), provisor y vicario general en sede vacante (entre 1792-1794, tras la renuncia de don Juan José Batres), rector del colegio tridentino (1794- ¿?). Su testamento nos informa también que gastaba mucho dinero con su apoderado, en Madrid, Narciso Sáenz de Arzofra, para la consecución de las prebendas.
Durante esta época todo nos lleva a pensar que él mantuvo relaciones privilegiadas con sus familiares y con muchos hijos de su “patria” salvadoreña. Por ejemplo, recibió poder de Doña Manuela de Arce, para testar. Doña Manuela era natural de la ciudad de Salvador, hija de José de Arce y de Manuela de León; una vez nombrado rector del colegio eligió como vicerrector al padre don Simeón Cañas. De la misma manera cuando tuvo que hacer un viaje a la ciudad de San Salvador para asuntos de la diócesis, fue alojado en la casa del doctor don Bernardo Arce “quien aunque se le ha pedido no ha dado la cuenta”. Por fin sabemos que se encargó de ejecutar los testamentos del cura Bernardino de Ocampo, de Melchor Avilés, de Sonsonate; de Francisco Guerra, de Cojutepeque; del cura José Suárez, todos oriundos de la provincia de San Salvador. En los asuntos que lo ocuparon mucho en esa época fue su cargo de ejecutor testamentario del comisario del Santo Oficio, Antonio Alonso Cortés. En enero de 1810 volvió a ser nombrado provisor y vicario capitular en sede vacante y adoptó posturas ideológicas muy opuesta a las ideas revolucionarias que llegaban de Francia. Su salud lo llevó a renuncia al cargo en julio y falleció un año después, el 4 de enero de 1812. Su testamento fue otorgado por su albacea José Lázaro de Silva. Fue enterrado en la Iglesia del beaterio de Santa Rosa. Dejó por sus bienes la casa de su morada que había comprado a Miguel Lorenzana, en 4000 pesos, que después la mejoró con el corredor de azotea que le hizo y otras obras. En el solar que compró al comerciante Ricardo Izaguirre y es el que mediaba entre el solar de Eusebio Caballeros y la casa de la Iglesia que habitaba don Pedro Franco, fabricó una casa para su hermana Rosalía Sicilia. También declaró como parte de sus bienes 2000 pesos que sin relación de amistad, “sino por mera generosidad” había dado prestados, en moneda corriente, a Miguel García de Salas, y también 950 que le debía Micaela Porras y su hermano el cura Salvador Porras. Detalle interesante, el testamento revela que el hijo de don Bernardo Arce, el futuro presidente de la República de Centro América, Manuel José Arce estuvo en su casa el tiempo de sus estudios (se gastó en él 434 pesos) pero por los muchos favores que le debía, Isidro Sicilia quería que no se le cobrasen. Por último, quiso que sus libros, alhajas y pinturas fueran distribuidos en Gertrudis Sicilia, el Colegio Tridentino, el Colegio de Infantes y pidió que el remanente de su caudal se aplicase a beneficio del Colegio de Seises.



Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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