Ficha n° 2208

Creada: 11 junio 2009
Editada: 11 junio 2009
Modificada: 11 junio 2009

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Autor de la ficha:

Jorge GONZALEZ ALZATE

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

GUTIÉRREZ MARROQUÍN Domingo

Destacado comerciante y hacendado de la región de Los Altos de Guatemala.
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Cargo o principal ocupación:
Comerciante y Hacendado.
Casó:

1con María de la Encarnación Güelle y Anzueto, hija del inmigrante francés Santiago Güelle y María Ventura de Anzueto y Palencia, hija de antigua familia criolla de Santiago, casamiento celebrado el 13 de septiembre de 1770 .

Nació:
El 12 de mayo de 1736, en Lugar de Nava, Burgos, España
Murió:
El 10 de febrero de 1795 en Quetzaltenango, Guatemala
Padres:

1Domingo Gutiérrez de Retes y María Antonia Marroquín de Cillario

Resumen:

1 Destacado comerciante y hacendado de la región de Los Altos de Guatemala. Fundador de familia notable guatemalteca. Nació en Lugar de Nava, Valle de Mena, en la provincia de Burgos el 12 de mayo de 1736. Falleció en Quetzaltenango el 10 de febrero de 1795.

2 Según el genealogista Edgar Aparicio, los padres de Domingo Gutiérrez Marroquín, Domingo Gutiérrez de Retes y María Antonia Marroquín de Cillario, aparecen clasificados en varios padrones reales del siglo XVIII como hidalgos de notoria calidad. No obstante, el estatus económico de la familia debió haber sido más bien modesto, puesto que según el intendente de la provincia de Burgos, en un reporte de 1765, la gran mayoría de los agricultores de la región carecían de tierras propias y se veían obligados a alquilarle terrenos a la iglesia y a los mayorazgos. La de Gutiérrez Marroquín fue entonces, muy probablemente, una de las muchas modestas familias hidalgas —“campesinos nobles”, como los llama el historiador David Brading —que predominaban en la región montañesa en el siglo XVIII. Esto quiere decir que las oportunidades de ascenso económico para un joven ambicioso y talentoso como Domingo eran decididamente escasas. Más aún, si se tiene en cuenta que Gutiérrez Marroquín era el segundo de cuatro hijos varones, lo cual le negaba la posibilidad de heredar al menos una porción del patrimonio familiar.

3 Sin duda fue esta situación nada halagüeña la que motivó a Gutiérrez Marroquín —al igual que muchos de sus paisanos de la época— a probar fortuna en América. Con el apoyo de parientes ya establecidos en las indias, se trasladó en 1766 a Guatemala, reino que a la sazón conocía un auge económico y expansión burocrática-militar sin precedente. Una vez instalado en Santiago de Guatemala, Domingo Gutiérrez Marroquín se dedicó al rentable comercio con productos ultramarinos y de la tierra en asociación con paisanos previamente establecidos en Santiago de Guatemala como Domingo Orué, Jacobo Tormoye y Espejo, José Vitoria de Retes y especialmente el gallego Pedro Antonio Mazeyras. Desde un comienzo, Domingo centró sus actividades comerciales en los distritos de la región de Los Altos tales como Huehuetenango, Totonicapán y sobre todo Quetzaltenango, áreas que a su vez vivían un notable crecimiento comercial.

4 Con el fin de afianzar su estatus socio-económico, Gutiérrez Marroquín contrajo matrimonio el 13 de septiembre de 1770 con María de la Encarnación Güelle y Anzueto, hija del inmigrante francés Santiago Güelle y María Ventura de Anzueto y Palencia, hija de antigua familia criolla de Santiago. De esta manera, Gutiérrez Marroquín hizo su ingreso formal en la red comercial y burocrática de las familias españolas de Santiago de Guatemala.

5 Desafortunadamente, al poco tiempo de celebradas las nupcias ocurrieron los terremotos de 1773 que causaron grandes estragos en la Ciudad de Santiago. Apremiado por la necesidad de alojar su familia en lugar estable y recuperar sus pérdidas, Gutiérrez Marroquín se trasladó con su esposa y dos hijos a Quetzaltenango a finales de dicho año. Allí se radicó y pronto devino uno de los vecinos españoles más acaudalados y socialmente prominentes del pueblo.

6 Ambicioso e industrioso así como orgulloso de su herencia hidalga, Gutiérrez Marroquín procuró no sólo ensanchar su fortuna sino también elevar su estatus social y político dentro de la sociedad quetzalteca. Con ese fin, cultivó relaciones comerciales con los corregidores de turno, José Arias y Quiroga y Francisco Rodríguez Erce, en particular, así como con Ignacio de Urbina, el hacendado más prominente de la región en ese entonces. No menos importante fue su vinculación con Pedro Antonio Mazeyras quien surgió asimismo como uno de los más exitosos inmigrantes montañeses de la época. Igualmente provechosa en su proyecto de avance personal, fue su asociación con varios de los líderes K’iche’s más acaudalados e influyentes del pueblo. Dichas conexiones le permitieron a Gutiérrez Marroquín acceso a crédito y mercancía de importación y de la tierra la cual revendía en sus tiendas en la plaza de Quetzaltenango así como en las ferias comerciales de la región altense.

7 Buena parte de las ganancias en sus actividades comerciales, Domingo las invirtió en la adquisición de dos casas dentro del casco urbano así como varias parcelas de tierra en los alrededores de Quetzaltenango en las que estableció labores de trigo y estancias de ganado ovejuno. Asimismo denunció como realenga y adquirió en 1782 la hacienda Buena Vista, de veintiuna caballerías, ubicada en el distrito de San Marcos, la cual dedicó a la crianza de ganado y cultivo de caña de azúcar, con la asistencia de jornaleros indígenas y ladinos.

8 En base a su caudal y prestantes relaciones sociales, Gutiérrez Marroquín obtuvo en 1778 el rango de capitán de milicias, junto con sus paisanos y socios comerciales, Pedro Mazeyras, Luis Pardo y Manuel Casado. Dicho estatus le confirió el privilegio al fuero militar, conjunto de preeminencias que le comportaron alto prestigio social a la vez que influencia política.

9 Este proceso de rápido ascenso social y económico se vio coronado en 1785 con la adquisición por parte de Gutiérrez Marroquín, junto con su socio Pedro Mazeyras, del asiento de aguardiente del pueblo de Quetzaltenango, concesión que les otorgo el derecho exclusivo a la manufactura y venta de la popular bebida. Inevitablemente, la ventajosa posición socio-económica y política de que Domingo Gutiérrez Marroquín y sus socios montañeses llegaron a disfrutar les granjeó resentimiento entre los sectores criollos, ladinos e indígenas de Quetzaltenango. “Habían llegado sin nada”, rumoraban las voces populares, y al poco tiempo y por medios supuestamente cuestionables habían conquistado un virtual monopolio sobre la actividad económica del pueblo. En abril de 1786, un motín popular obligó a Gutiérrez Marroquín y su familia, junto con sus socios comerciales, a salir de Quetzaltenango y refugiarse en pueblos aledaños. Sólo fue gracias a la intervención de las autoridades coloniales que Gutiérrez Marroquín pudo regresar más tarde y rehacer su vida en el pueblo. En 1791 fue nombrado comandante capitán de la milicia. Sus últimos años los pasó dedicado a sus actividades agrícolas y comerciales. Falleció en febrero de 1795.

10 La viuda de Domingo, Encarnación Güelle, asumió la dirección de los negocios familiares hasta su muerte en 1826. Los descendientes, ocho hijos y 31 nietos, constituyeron a principios del siglo XIX la familia troncal de la élite peninsular-criolla de Quetzaltenango. Cada uno de sus miembros contrajo matrimonio con otro miembro de la élite española quetzalteca o con inmigrantes peninsulares y de otras regiones de Centroamérica. A partir de 1806, los hijos varones, Juan, Francisco, Tomás y José, figuraron prominentemente en el ayuntamiento de españoles del pueblo, llegando a ocupar en varias ocasiones los cargos de alcalde y regidor. Además, ocuparon importantes puestos burocráticos y militares, tales como oficiales de milicias, receptores de alcabalas, corregidores interinos y diputados a cortes. Asimismo, muchos de los nietos y sus descendientes jugaron importantes papeles en los ámbitos sociales, eclesiásticos, económicos y políticos de Guatemala a lo largo del siglo XIX. Un ejemplo notable es el de Francisca Aparicio Mérida, descendiente directa de don Domingo, quien contrajo matrimonio con Justo Rufino Barrios, el caudillo de la reforma liberal.

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