Ficha n° 1885

Creada: 20 abril 2008
Editada: 20 abril 2008
Modificada: 20 abril 2008

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Antología de artículos de historia del arte, arquitectura y urbanismo

Este libro es una recopilación de artículos escritos entre 1968 y 2005 acerca de la historia de la arquitectura, artes plásticas y urbanismo en Guatemala.
268
Categoria:
Libro
Autor:

Jorge Luján Muñoz

Editorial:
Universidad del Valle de Guatemala
Fecha:
2006
Reseña:

1Al muy prolijo investigador guatemalteco Jorge Luján Muñoz se debe este libro que es básicamente una recopilación de artículos escritos entre 1968 y 2005 acerca de la historia de la arquitectura, artes plásticas y urbanismo en Guatemala. Se trata de 16 estudios, en su mayoría sobre Guatemala, pero hay un ensayo sobre dos iglesias en Yucatán y algunos otros que tratan de aspectos más generales como las “reflexiones sobre el arte colonial aplicado a Hispanoamérica” que se fundamenta en la obra clásica de George Kubler: “The Shape of the time. Remarks of the history of Things” (1962). Los trabajos sobre “el paisajismo en Guatemala” y sobre las “Minervalias” de Manuel Estrada Cabrera están en ruptura con el resto de la obra por ser ambos muy cortos y por ser los únicos que permiten un tímido acercamiento a la historia del arte contemporáneo (pp. 121-124 y pp. 146-160). El último trabajo sobre el Real Palacio de Santiago de Guatemala, en particular la historia de su construcción – o más bien, interminable reconstrucción – y el comentario sobre el plano elaborado en 1755, es completamente inédito. Es pertinente insistir en las obras civiles, a menudo menos conocidas, porque la mayoría de las obras de arte o de las construcciones eran de carácter religioso.

2Se trata de una compilación de gran calidad, que ayuda a discernir muchos problemas historiográficos, una iniciativa loable que, lo esperamos, podría inspirar a otros autores1. Cabe mencionar también que el libro está ampliamente ilustrado con cerca de 50 documentos que suelen ser difíciles de localizar, por lo que el trabajo es en sí una buena fuente para quien busca materiales de esta índole. Hay un índice bien hecho que facilita la búsqueda de datos precisos en el libro. De manera general es un libro de agradable consulta y con un título que corresponde bien a su contenido aunque la mayor parte de los trabajos tratan de la época colonial y están dedicados a la arquitectura. Este dominio refleja bien los que han sido los centros de interés del autor mismo en el transcurso de su vida académica.

3Los artículos están ordenados por fecha de publicación y, según se desprende del prefacio, no hubo adiciones sino solamente algunas revisiones a lo publicado, a veces hace medio siglo, lo que se puede desde luego lamentar. A pesar de esta crítica, constituye un gran esfuerzo ya que la mayoría de los artículos se habían publicado fuera de Guatemala y no estaban al alcance de los guatemaltecos.

4Entre los estudios más interesantes figura el ensayo sobre el edificio circular a tres niveles del monasterio de Capuchinas publicado inicialmente en Alemania. Este trabajo es quizás el único que da directamente cuenta de una parte de la tesis de licenciatura que sostuvo el autor sobre dicho monasterio2. El edificio o “Torre del Retiro” es la parte más singular de un conjunto arquitectónico que impresiona por su severidad, fuera de la norma imperante en la primera mitad del siglo XVIII. El autor lo describe con muchos detalles sin omitir mencionar que otros investigadores lo han estudiado por ser, sin duda alguna, una de las joyas arquitecturales de la actual Antigua Guatemala, capital del Reino de Guatemala entre 1543 y 17753. Todos los autores concuerdan en afirmar que se trata de una obra única, singular y hasta extraña en la arquitectura conventual debida al arquitecto Diego de Porres, quien la levantó entre 1731 y 1736 aproximadamente. Según la tesis de Jorge Luján Muñoz, se escogió la forma cilíndrica para ahorrar espacio debido al hecho de que el convento de Capuchinas fue edificado sobre los escombros del antiguo Colegio de Niñas Doncellas o Niñado. El diseño singular pudo venir de las lecturas del propio Porres, quien conocía los escritos de Sebastiano Serlio y bien pudo haber visto los proyectos de Philibert de L’Orme quien dibujó un plano de este tipo para un convento en Montmartre (1561).

5Con el segundo ensayo el autor presenta tres planos de la ciudad de Santiago Guatemala que se elaboraron en la década de 1770, es decir poco antes o poco después de los terremotos que la arruinaron en 1773. Se justifica el análisis meticuloso realizado porque esos tres mapas son los únicos descubiertos hasta la fecha sobre una ciudad fundada en el siglo XVI.

6En el siguiente trabajo se presentan reflexiones sobre “espacio, estructura y decoración en la estructura de iglesias en los siglos XVII y XVIII en el Reino de Guatemala”. Básicamente se trata de poner énfasis sobre las limitaciones económicas de la región que habrían impedido la renovación periódica de las obras arquitectónicas como sucedió en otras partes del Imperio. Sin embargo, la ciudad de Santiago Guatemala escapa en parte a esa tesis por la riqueza allí concentrada y por la gran actividad sísmica que marcó el siglo XVIII (dos grandes terremotos en 1717 y 1757, además de los devastadores de 1773). En parte porque como lo subraya el autor: a la “ciudad barroca”, como se suele llamarla, le queda muy poco de su esplendor barroco. El traslado hizo que la mayor parte de las decoraciones interiores de las iglesias estén desnudadas y la arquitectura en sí no tiene nada que ver con lo que se puede apreciar en la misma época en Italia o en Alemania sino que refleja las limitaciones impuestas por la naturaleza a los arquitectos y las mentalidades religiosas conservadoras de los vecinos del Reino de Guatemala.

7Después, Jorge Luján Muñoz nos propone abordar la historia de las fundaciones de los pueblos ladinos en Guatemala, a partir de los ejemplos de los pueblos de Salcajá y San Carlos Sijá – que se establecen en diciembre de 1776 – tema que abordó el autor por primera vez en 1976 siguiendo las huellas del famoso historiador Magnus Mörner4. En Guatemala, esas nuevas fundaciones resultaron escasas debido a la tenaz oposición de los miembros del cabildo municipal que se opusieron al considerar que esas poblaciones podían de hecho salir de sus jurisdicciones y de sus intereses reducidos. En el siglo XVII sólo se fundaron dos establecimientos: en Guatemala la villa de La Gomera (hacia finales del siglo) por iniciativa del Presidente Antonio Peraza de Ayala5 y la de San Vicente (1635) en la región salvadoreña por la del Presidente Alvaro de Quiñónez Ossorio. En la segunda mitad del siglo XVIII la demanda de nuevas fundaciones en los “valles” aumentó debido a que “de un tercio a la mitad de la población vivía entonces fuera de poblados” según el testimonio de Pedro Cortés y Larraz – fuente importante para el estudio del autor junto con el expediente de reducción conservado en el Archivo General de Indias en Sévilla6 – favoreciendo un proceso de mestizaje cultural y étnico. Salcajá y San Carlos Sijá se organizaron y se poblaron a lo largo del siglo XVII bajo circunstancias poco conocidas debido a lagunas en la documentación. La primera mención de la existencia de un cuerpo poblacional se debe a un documento de 1689 ( Descripción de los conventos de la Santa Provincia del Nombre de Jesús conservado en el archivo de la curia metropolitana de Guatemala que permanece desesperadamente cerrado desde hace demasiados años) que permite ubicar las primeras huellas de ladinos ya identificados ; San Carlos Sijá aparece bien localizado bajo la pluma del obispo de Guatemala en 1707 dependiendo del curato de San Juan Ostuncalco mientras Salcajá se deduce de algunas menciones en un pleito clásico por límites de tierras. Resulta ser este artículo muy meticuloso, puesto que la fuente primaria que constituye el expediente de reducción permite reducir la escala de observación y conocer muy de cerca el proceso de fundación de aquellos pueblos.

8En el capítulo 7 se presenta el caso de dos catedrales de la época colonial: la de Santiago Guatemala (construida entre aaaa y 1684) y la de Ciudad Real de Chiapas (hoy San Cristóbal de Las Casas, construida entre 1693 y 1722 más o menos7), trabajo que el autor había redactado en 1977 para demostrar los vínculos intelectuales entre los arquitectos Diego de Porres, Sebastiano Serlio y Martín de Andújar. Según el autor no cabe duda que ambas catedrales, en particular las portadas, fueron edificadas siguiendo modelos italianos y que el tratado de Serlio habría circulado entre las manos de los arquitectos desde el siglo XVII (existía traducción de su obra desde la segunda mitad del siglo XVI). Es de notar que el trabajo de investigación es muy desigual entre el estudio de la catedral de Guatemala y el de Chiapas que aparece bajo la pluma del autor muy rápidamente evocada con algunos pocos documentos de segunda mano. Otro comentario que se podría hacer al autor sobre esa filiación artística supuesta entre Serlio y Torres sería si los tratados de Serlio ha sido localizados o no en el fondo antiguo de la Biblioteca Nacional de Guatemala o en otros fondos nacionales o incluso en las bibliotecas del siglo XVII. Evidentemente, la respuesta negativa o positiva no sería suficiente para aclarar este punto, pero podría ser una manera de acercarse más a la verdad.

9Con el ensayo sobre Pedro Garci-Aguirre (1753-1809) no abandonamos el terreno de la arquitectura colonial. Su vida conduce al lector por los caminos tortuosos del periodo neoclásico tan importante para entender la Guatemala de hoy, un periodo marcado por el intento español de recuperar un cierto control sobre sus colonias, intento que se hizo sentir en el campo de las artes al volverse sistemático el requisito de aprobación de los planos por instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se trata de un trabajo completo, minucioso, que ofrece una rigurosa biografía de Pedro Garci-Aguirre (realizada a partir de documentos conservados en el Archivo General de Indias8), un análisis de su obra arquitectónica tanto en lo religioso como en lo civil y que resalta su actuación en el campo de la enseñanza. Se subraya su vinculación con la orden de Santo Domingo, la cual era entonces pudiente y en la capacidad de hacerse con los servicios de los hombres claves que podían llegar de España. Sobre todo, el autor logra demostrar los límites de la política “reformadora” de los Borbones, en particular en el campo de la construcción, porque algunos proyectos fueron injustamente rechazados por las autoridades españolas; son ejemplos del “excesivo centralismo paternalista del despotismo ilustrado”, sin omitir decir que la segunda mitad del siglo XVIII marca un claro retroceso de la influencia de los arquitectos locales.

10Se cambia de perspectiva en el capítulo siguiente, que aborda el delicado tema del comercio de obras de artes entre España y el Reino de Guatemala durante la Colonia. Se atribuye la paternidad de los primeros esfuerzos en este campo a don Diego Angulo Iñiguez, quien demostró que un frontal de plata de la Iglesia de la Merced de Jerez de la Frontera provenía de Guatemala y había sido obra del platero Manuel de Quezada. De la misma manera, numerosas esculturas en Comayagua y en Guatemala son del artista sevillano Martínez Montañés. En este ensayo el autor documentó cinco nuevas pruebas de la intensidad de este comercio. Se subraya el papel de la diócesis de Honduras que pudo facilitar la importación de obras de arte, ya que durante mucho tiempo la región estuvo desprovista de pintores y entalladores. Se documentó la donación por el Obispo de Guatemala, fray Andrés de las Navas, de un magnífico baldaquín a la Iglesia de la Merced de Baza (Granada) y la importación de una virgen de Dolores escoltada a Málaga para el convento de Santa Clara de Santiago Guatemala.

11En el capítulo 11, el autor dedica un espacio a la personalidad y a la obra de Francisco Cabrera (1781-1845) quien a lo largo de su vida hubiera pintado entre 200 y 340 miniaturas que se vendieron seguramente a precios módicos, ya que hay numerosas pruebas de su pobreza a lo largo de su vida. Al leer este trabajo bien documentado – pero bastante corto, si se toma en cuenta la larga vida y la profusión de obras del artista- quedan reflejadas las dificultades que enfrentan los investigadores que en Guatemala quieren sacar datos de los archivos para el periodo post-independentista. Si la vida de Pedro Garci-Aguirre está muy bien retratada hasta su fallecimiento, la de Francisco Cabrera se nos aparece llena de lagunas, sobre todo en el periodo de la Federación centroamericana, aunque se desprende del trabajo de Jorge Luján Muñoz que, además de ser un artista, tenía sus propias convicciones políticas que lo llevaron a apoyar al gobierno liberal de Mariano Gálvez.

12El autor vuelve a la época colonial y al campo de la arquitectura al seguir la historia de la edificación de dos iglesias en la provincia de Chiquimula, exactamente en los pueblos de Santa Elena Chiquimula y de San José La Arada. En ambos casos el cura del lugar y el común de los indígenas empujaron los proyectos de reconstrucción – quizás entonces influenciado por la gran obra del templo de Esquipulas que se estaba levantado a pocas leguas – ya que las iglesias de pajas son percibidas entonces negativamente. Las iglesias fueron construidas por el maestro mayor Gregorio Ramírez, un alarife desconocido. Eso demuestra que las investigaciones minuciosas como ésta permiten seguir enriqueciendo la lista nunca definitiva de los arquitectos que laboraron en la Capitanía General de Guatemala.

13Notas de pie de página

141 Entre los trabajos más importantes que hay que conocer sobre dicha temática están los siguientes: Antonio Bonet Correa, “Las iglesias barrocas en Guatemala”, Anuario de Estudios americanos, Tomo XXII (1965);

152 Jorge Luján Muñoz, El monasterio de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza en la ciudad de Guatemala (1720-1874), (Guatemala: Universidad de San Carlos, 1963), Tesis mimeografiada.

163 Véase también David Markman, “Las Capuchinas: an eighteenth-Century convent in Antigua, Guatemala” in Journal of the Society of Architectural Historians, Vol. 10, N° 1, (1961), págs. 27-33; José de Mesa y Teresa Gisbert, “El edificio circular de Capuchinas en Antigua, Guatemala” en Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura y Urbanismo), Nº 16, (1963), págs. 13-27.

174 Magnus Mörner, “Política de segregación y mestizaje en la Audiencia de Guatemala, Revista de Indias, N° 95-96, (1964), págs. 51-81. Jorge Luján Muñoz publicó otros dos trabajos sobre dicha temática casi al mismo tiempo: “Fundaciones de villas de ladinos en Guatemala en el ultimo tercio del siglo XVIII, Revista de Indias, N° 145-146 (1976), págs. 51-81 e “Indios ladinos y aculturación en San Miguel Petapa (Guatemala) en el siglo XVIII en Estudios sobre política indigenista española en América (Vol. 1, Valladolid: Seminario de Historia de América – Universidad de Valladolid, 1975), págs. 331-346.

185 Jorge Luján Muñoz “La fundación de la villa de La Gomera en la gobernación de Guatemala y el Presidente D. Antonio Peraza de Ayala”, Anales de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, N° 76 (2001), págs. 71-79.

196 AGI, Guatemala 562, “Expediente sobre la reducción de los valles de Sijá y Salcajá “Año de 1779”, 36 fols.

207 Se cita como fuentes a la tesis de doctorado de Francisco Xavier Mencos Guajardo-Fajardo, “La arquitectura hispanoamericana en la Capitanía General de Guatemala”, Tesis doctoral, Universidad Central de Madrid, 1948. En apoyo a esas fechas se cita los documentos siguientes: AGI, Guatemala 38 : “Carta del cabildo secular de la Ciudad Real de Chiapa al Rey del 22 de octubre de 1648; y AGI, Guatemala 309: “ Carta del obispo y cabildo eclesiástico al Rey, en Ciudad Real, en 27 de agosto de 1718 ; AGI, Guatemala 363, “ Carta del obispo de Chiapa al rey del 7 de agosto de 1822.

218 Se utiliza más que todo el documento siguiente: AGI, Guatemala 712, Hoja de servicios del Grabador principal de la Real Casa de Moneda (1803).

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